¿Se acuerdan del Parlamento Europeo sancionando a Venezuela hace unos meses? ¿Reconociendo a Juan Guaidó como presidente (sí, en minúscula) de Venezuela? ¿Les viene a la mente cómo “Bruselas” bramaba por imponer la democracia en Venezuela y llamaba a Maduro dictador y usurpador?
¿Rememoran las sesiones en las cuales el padre de Leopoldo López usaba su “curul” europea para pregonar las miserias de Venezuela y reclamar sanciones más contundentes contra nuestro país?
Pues ese parlamento europeo no es más que una podrida olla donde se cuecen las más insólitas tramas de corrupción. No hay nada más inútil e inmundo que el Parlamento Europeo.
La basura en la que los eurodiputados están sumergidos cubre de millones de euros a diputados, lobbystas y países cuyos intereses finalmente son representados por quienes se suponen deben representar a sus pueblos.
Además, si así se manejan con los países, ¿cómo serán las intervenciones de los intereses privados como transnacionales, farmacéuticas, químicas, energéticas y cualquier otra empresa que está sometida a las leyes de la antigua Europa? Apesta este parlamento europeo.
Llaman a este episodio Qatargate, como lo hacen con cada escándalo que defenestra algo o a alguien y que en poco tiempo pasa al olvido. Igual pasará con esto, porque los eurodiputados están ávidos de dinero. Y en especial de dinero fácil. Parece que así están acostumbrados a actuar.
La mafia europea está acusada de participación en una organización criminal, lavado de dinero y corrupción y la encabeza nada más y nada menos que la vicepresidenta de la institución, la griega Eva Kaili, en cuyo apartamento consiguieron decenas de miles de euros en efectivo.
A ella la acompañan, en esta desaguisada aventura, su novio, quien ya ha admitido los hechos, su padre, al que capturaron en un hotel con una maleta con seiscientos mil euros y otros diputados y funcionarios de la desprestigiada institución con sede en Bruselas. Todos están presos.
Pero, ¿qué resultaba llamativo en este caso? ¿Por qué Eva Kaili estaba en la mira de las autoridades? Pues la joyita griega había sido una fuerte defensora de Qatar en el Parlamento. Además, había votado en resoluciones sobre el emirato, aun en comisiones en las cuales no pertenecía y había viajado varias veces a dicho país sin registrar los viajes, cuestión que debe hacer por su posición.
Lo realmente impresionante en estos casos es lo normal que esto sucede. Así se comenta en los pasillos del parlamento. Hay lobbys para todo. Miles de forma de obtener favores y buenas posiciones ante el parlamento europeo.
La trama corrupta en Bruselas incluye a diputados actuales y pasados, a funcionarios del parlamento, a diplomáticos y funcionarios qataríes y marroquíes en este caso, pero seguramente esto se va a ampliar y encontraremos más adelante periodistas, abogados y cualquiera que pueda haber pululado en los alrededores del Parlamento Europeo y seguramente sus tentáculos se extenderán a parlamentos y gobiernos de los países del viejo continente.
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La corrupción es tan evidente que uno de los implicados era un sindicalista que alabó las leyes laborales de Qatar, donde las condiciones laborales son deplorables y rayan en la esclavitud.
Este Parlamento ha auspiciado criticas y sanciones contra la corrupción alrededor del mundo. Ha sancionado a Venezuela, a su sistema político y a su pueblo. En ese Parlamento se han presentado resoluciones contra nuestro país y resulta que esa institución es un foso séptico donde la vicepresidenta, sin rubor alguno recibe y mantiene maletas repletas de dinero en su casa producto de sobornos, que manda a su padre a huir con cientos de miles de euros en efectivo. Imagínense, si eso lo tenía en efectivo, cuánto tendrá en cuentas cifradas, cuántos bienes ocultos, cuánto dinero en cuentas de testaferros.
A los europeos, en especial a los europeos occidentales, les encanta dar lecciones de moral y de buenas prácticas políticas, pero resulta que son una piara de sujetos tan corruptos como cualquiera.
Probablemente esta trama de corrupción de Eva Kaili solo sea la punta del iceberg de un sistema completamente podrido, como lo suele ser la política de esas latitudes.
Fernando Guevara / Ciudad Valencia