El gobernador Rafael Lacava ha anunciado un plan para controlar el tema de la problemática del tránsito y la seguridad en torno a esto.
Una iniciativa que parece muy bien en el sentido de que se debe comenzar a fortalecer la seguridad en la circulación del tránsito en las vías carabobeñas. Esto debe tomarse en cuenta y con seriedad.
Sin querer parecer el más purista de los conductores y solo con la intención de hacer un ejercicio de escritura a ver si alguien lo lee, voy a hacer algunas reflexiones sobre el tránsito y la circulación por las vías de nuestro lar.
En primer lugar, me pregunto: ¿Existen los exámenes para sacar la licencia por primera vez? Se supone que para obtener el permiso para conducir vehículos se debe aprobar un examen teórico en el cual el aspirante demuestre su conocimiento sobre las normas legales de tránsito y hasta sobre lo que debe hacer en un momento crítico a la hora de manejar.
Hoy en día quienes obtienen la licencia de tránsito no saben que esto existe. De hecho, conozco personas que tienen licencia y no saben manejar. Seguro que ustedes también deben conocer a alguno de estos licenciados.
La educación en materia de tránsito no existe. Quizás si en la educación media dieran algo al respecto, tendríamos mejores conductores y menos tragedias. Hace algunos años hubo una buena campaña para usar el cinturón de seguridad y eso ha dado resultado. Es cuestión de educar.
La inexistencia de sanciones por infracciones de tránsito es también causa de la violación de las normas. ¿Para qué voy a respetar un semáforo si nadie me va a reclamar o no voy a tener ninguna multa? En la redoma de Guaparo hay un puesto policial, casi debajo del semáforo (que está nuevecito), y nadie respeta la luz roja en las narices de los somnolientos policías que están de guardia.
Los conductores del transporte público no tienen que ver con nada. Las avenidas de la ciudad son sus pistas de carrera y quien ose acercarse a ellos se expone a ser aplastado por estas máquinas. Mención aparte a los trans-dráculas. Pensaría uno que son respetuosos de las normas, pero son peores que otros, pues creen estar bajo el amparo del vampiresco gobernador.
Lo dije en una columna hace tiempo, no solo está de parte del conductor el respeto a las normas. Si las autoridades no hacen su labor, las violaciones serán el pan nuestro de cada día, y esto tiene que ver con los semáforos. Si no funcionan o funcionan mal ¿qué se puede esperar? Ciudadanos Alcaldes de Valencia, Naguanagua, San Diego y más allá, los semáforos de sus calles y avenidas están malos y ni siquiera se ven, o se queman o se caen o los tumban, no se puede respetar una norma de tránsito si no sirve un semáforo.
No solo los conductores violan las normas, también los peatones lo hacen. Cruzan las calles en mitad de las avenidas o cuando hay luz verde para los carros o piden parada en los lugares más inconvenientes. Y lo peor, de forma olímpica cruzan autopistas debajo de las pasarelas. Eso es el colmo.
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Mención aparte para los colectores y algo que llaman los controladores en las paradas, un fenómeno que solo se ve en Venezuela.
También hay que entrenar bien a los policías en este aspecto. La matraca y la corrupción generalizada, quizás tenga su germen en el tema del tránsito.
En resumidas cuentas, el problema de la seguridad en la circulación no se resuelve solo con sanciones, multas y amenazas (que a veces ayudan mucho) hay que educar y formar conductores conscientes. Es una labor colectiva, gobierno, escuela, familia.
Fernando Guevara / Ciudad Valencia