Mi amigo Luis García es muy conocido en tres ámbitos de la sociedad venezolana, principalmente en, aunque no limitado a, la ciudad de Valencia. Muchos, o mejor dicho, muchísimos egresados de la Universidad de Carabobo lo conocen como un excelente profesor de anatomía e histología; no sé cuántos de los médicos de las últimas promociones pasaron por su cátedra pero estoy seguro de que se trata de un gran porcentaje.
El afecto y la admiración que le profesan sus antiguos alumnos lo he comprobado cuando, por ejemplo, estando en un supermercado haciendo las compras o
sentados en una pizzería, se le acercan a manifestarle su respeto y el recuerdo de sus clases.
Todos los testimonios que he recogido hablan de un educador excepcional, no solo por el dominio de su materia y la amplitud y profundidad de sus conocimientos sino también por su trato con los estudiantes y su honestidad académica y personal.
El segundo espacio en el que Luis es muy conocido y reconocido es el del mundo cultural en general y el de la literatura en particular, sea esta de carácter artístico o científico, ya que se ha desempeñado como editor durante muchas décadas.
De su imprenta han salido obras notables, libros cuidadosamente elaborados, en diversos formatos, siempre con la máxima calidad editorial. Trabajé dos años con Luis como corrector de textos, que en su mundo casi significa ser asesor y guía del autor, ya que uno no puede limitarse a corregir la ortografía o reformular una frase ambigua sino que siempre debe ir más allá.
Más de una vez (¡muchas más!) nos hemos quedado hasta la madrugada verificando un término técnico, expresiones en otros idiomas, la exactitud de una cita o el cumplimiento de las normas bibliográficas.
El perfeccionismo de Luis ha llegado a extremos que solo puedo explicar con una anécdota. En una oportunidad, el autor de una novela describía una situación ficticia que sucedía en una heladería en la capital italiana.
Consultamos Google Map y verificamos que el establecimiento se encontraba donde la novela lo ubicaba y que los recorridos del protagonista en la Ciudad Eterna eran totalmente verosímiles. Creo que muy pocos editores, por no decir ninguno, al menos en nuestro país, llegan a ese grado de compromiso con su cliente.
Luis ha editado libros altamente especializados que exigen un tratamiento de mucho profesionalismo, no solo en cuanto al proceso editorial propiamente dicho, sino al dominio de muchas disciplinas y a la posesión de recursos intelectuales muy extensos; sin estos, la capacidad de corregir y a veces mejorar un texto, de hacer preguntas pertinentes y sugerencias oportunas al autor sobre la redacción, la bibliografía, las notas o la claridad de los conceptos sería absolutamente imposible.
Hay un tercer ámbito en el que mi amigo ha tenido una actividad destacada y es el de la ciencia. Fue presidente de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (ASOVAC), ha editado libros y monografías de diversas áreas de las ciencias naturales y en particular la medicina.
Por otra parte, su formación científica le ha llevado a participar en actividades de divulgación, en la elaboración de propuestas y en la reflexión permanente sobre asuntos tan diversos como el impacto del COVID en el mundo del trabajo, el cambio climático y muchos otros temas que revelan no solo su capacidad intelectual sino, principalmente, su sensibilidad social y su búsqueda de un mundo mejor para todos.
Creo que la mayoría de quienes conocen a Luis conocen uno o tal vez todos estos escenarios en los que se ha desarrollado su vida. Es posible, sin embargo, que muchos no conozcan otros aspectos de su persona, de los cuales mencionaré solo unos cuantos que mientras escribo  me vienen a la memoria.
Por ejemplo, ¿cuántos saben que Luis es un locutor certificado? No solo porque posee una voz muy potente y un excelente dominio del idioma sino porque se tomó la molestia de procurarse la formación profesional que dicha actividad requiere.
¿Cuántos otros saben que es un excelente fotógrafo, que llegó a acumular una impresionante colección de fotografías, algunas de ellas de muy alta calidad o que es diplomado en cine, que ha elaborado una teoría de los fundamentos biológicos del amor, que ha desarrollado un proyecto de cultivos vegetales en espacios reducidos, vinculado a consideraciones ecológicas, sociales y educativas con resultados tan asombrosos que han dejado atónitos a quienes los han conocido (por ejemplo, una de sus más recientes actividades consistió en cultivar seiscientas plantas de distintos vegetales en el techo de su casa).
Pudiera seguir mencionando proyectos, actividades y logros en múltiples áreas del conocimiento y la práctica pero creo que el lector ya se ha hecho una idea de su carácter polifacético.
Luis ha sido siempre un gran soñador. Lo conocí a través de un amigo común, el Dr. Vicente Pontillo, hace más de cuarenta años.
En esa época me acerqué a su taller porque ambos teníamos interés en el uso de las computadoras para la agricultura, mucho antes de Internet, Luis se planteaba la creación de una base de datos en la que productores, intermediarios y consumidores pudieran registrar su producción, sus necesidades, planificar sus procesos, estimar la oferta y a demanda, lo que beneficiaría a toda la cadena productiva y en particular al público y en definitiva, al país.
Hoy en día esto no tiene nada de novedoso (aunque hasta donde sé, no existe en nuestro país, al menos como servicio público) pero en aquella época era totalmente futurista.
A través de los años Luis creó, fabulo y soñó con muchos proyectos que, por ser muy avanzados para su época, no fueron tomados en cuenta. En varias ocasiones pude presenciar cómo las personas lo escuchaban respetuosamente solo por cortesía cuando no por obligación institucional. Muy interesante, le decían y algunos pensaban simplemente que estaba loco.
En esta breve semblanza no he mencionado todavía lo más importante, lo que creo yo que es la verdadera marca de la naturaleza de alguien, y es su calidad humana. Luis es una persona solidaria con todo aquel que lo necesite. Muchas personas han vivido en la imprenta, han encontrado un techo y un plato de comida por un día, una semana y hasta por años.
Cualquiera de sus muchos amigos puede dar fe de la seriedad con la que Luis atiende a quien que tenga un problema médico, por ejemplo.
O financiero, si está a su alcance. O personal: sabe escuchar, no juzga y puede que lo que diga no le guste a quien le pide ayuda pero no tendrá dudas sobre la honestidad y la inteligencia de sus opiniones.
Luis está pasando por un mal momento. Su salud se ha visto comprometida severamente y él, que tantas veces auxilió a sus amigos, ahora necesita de nuestra ayuda, así como sus familiares y amigos necesitamos que el soñador siga imaginando y creando posibilidades para que triunfe la vida, la belleza, el amor y la justicia.
Guillermo Cerceau