“Lydda Franco Farías, más allá de lo circunstancial” por José David Capielo

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Desde mi Coro natal, en los años del liceo, he tenido presente la figura y obra de la poeta falconiana Lydda Franco Farías, a quien no llegué a tratar personalmente, pero fue parte de ese arsenal de aprendizajes varios que atesoramos desde esos tiempos juveniles.

Nuestra referencia principal fue su trabajo “Poemas circunstanciales”, publicado en 1965, con el cual gana el Premio Regional de Poesía del Ateneo de Coro. Ese poemario levantó una gran polémica, que llegó a tomar proporción nacional. Los propios integrantes del jurado debieron asumir la defensa pública de su decisión, ante algunas individualidades de nuestra región que consideraron “una indecencia poética” lo escrito.

Lo cierto es que Lydda Franco Farías, joven estudiante de Letras de la UCV (en ese entonces de apenas 22 años) había desafiado los convencionalismos tradicionales y las posiciones retrógradas de los que se asumían defensores de las “buenas costumbres” y de todo el andamiaje colonialista y mojigato, persistente allá en nuestro terruño falconiano.

Planteaba la poeta en parte de su trabajo: “Qué hacer con la ciudad chorreando orines milenarios, /espermatozoides puestos a secar en las esquinas, /genitales de cúpulas frustradas… /Qué hacer con la frigidez incipiente de los templos, /con la impotencia manifiesta de los dioses desterrados? /Qué hacer para reivindicar al hombre? /Qué hacer con esta sociedad parturienta de migajas, /sifilítica de odios, /anémica de cantos verdaderos, /desahuciada parcialmente… 

La propia autora declaraba en ese entonces, en primera plana del diario “La Mañana” de Coro (uno de los principales promotores de este Premio del Ateneo), que la poesía es actividad vital de solidaridad humana y como tal debe destacar su función educativa sin mengua de la belleza: “La función poética tiene la virtud especial de penetrar profundamente en el corazón de las masas”…

Y creo que sí penetró en el corazón (y mente) de muchos de nosotros, cuando casi de memoria repetíamos cada uno de estos versos por demás valientes y contestatarios. Más allá de aquella polémica de más de seis meses en ese año ‘65, casi todas a través del periódico en cuestión, el premio fue otorgado y publicado el poemario, con la anuencia, al menos presencial, de las autoridades civiles y eclesiásticas.

 

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Lydda Franco Farias, nacida un 3 de enero de 1943, en San Luis (Sierra Falconiana), se radicó definitivamente en Maracaibo, estado Zulia, desde donde desarrolló toda su producción poética, hasta su deceso en agosto de 2004. Fue activista política comprometida, vinculada a la izquierda insurreccional, junto a su esposo José Zavala. En sus últimos años se dedicó con mayor ahínco a su pasión por la poesía, siempre desde una visión feminista y transformadora de la sociedad.

Más allá de la reseña detallada de su emblemática obra inicial, es decir, más allá de esos “circunstanciales” poemas, Lydda Franco Farías dejó todo un legado inmenso en la poética venezolana. Entre sus obras se destacan: “Armas Blancas” (1969), “Summarius” (1985), “Recordar a los dormidos” (1994), “Descalabros de obertura mientras ejercito mi coartada” (1994), “Bolero a media luz” (1994), UNA (1998), “Antología Poética” (2003), “Antología Poética”/Monteavila (posmorten-2014).

Uno de los momentos más duros vividos por la poeta Lydda Franco Farías fue en el año 2000, cuando luego de asistir a la “Bienal de Poesía Elías David Curiel” en Coro, ella y quienes le acompañaban sufrieron un fatídico accidente automovilístico, de regreso a Maracaibo, y allí mueren su hija Mirna y el resto de sus amigos. Lydda quedó convaleciente, con bastantes quebrantos de salud.

 

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Sus familiares la recuerdan, aún delicada de salud, escribiendo y asistiendo a eventos. Fue invitada especial en Caracas para la “XI Semana Internacional de la Poesía”. En Maracaibo hizo presencia pública por última vez el 22 de julio del 2004, en el “Recital Internacional de Poesía” en homenaje a Eugenio Montejo.

Ante unos 400 asistentes, con su tradicional y colorida manta guajira, cabestrillo en un brazo y un bastón como apoyo, dedicó sus poemas a todos, ausentes y presentes, y en particular a su fallecida hija Mirna. ¡Lydda seguirá presente siempre, con su obra imperecedera!

 

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“…Se ha tratado de encasillar a Lydda Franco Farías solo como una poeta social y política, entendiendo estos términos en el mal y más pobre sentido de la palabra… Ni siquiera en los primeros textos, en los que esta escritora transitó por la poesía de compromiso militante, dejó o descuidó el trabajo formal de la poesía… Su más auténtica militancia incluyendo la de vida, la política, el compromiso social, es la poesía”. (Enrique Arenas Capielo / Libro “El azogue ubicuo”. LUZ. Maracaibo, 2008)

 

José David Capielo / Ciudad Valencia