Retomo acá en forma algo mas ampliada la experiencia sin par que representó un encuentro totalmente circunstancial con el “Cantor del Pueblo” Alí Primera, su esposa Sol Musset y dos de sus hijos para ese momento (estimo eran Sandino y Servando, todavía bebé).
Fue entre finales de 1980 o inicios de 1981, cuando eran frecuentes mis viajes a Barquisimeto, todavía en proceso de integración definitiva a esa localidad donde estaba ya incorporado al activismo político revolucionario (junto al inicio de estudios en la universidad larense-UCLA). Aunque provenía de Caracas seguía vinculado a Maracay y Valencia, donde mantenía buenas relaciones con amistades y contaba con apoyos solidarios. Me encontraba como en otras oportunidades “pidiendo cola” (o transporte gratis) hacía Barquisimeto desde la llamada Encrucijada de Carabobo.
Fue muy grata la sorpresa al detenerse el vehículo conducido por el Cantor, obviamente conocido por todos, como figura pública que era. Recuerdo que era una especie de limosina chasis largo, muy usadas en la época para el transporte colectivo de pasajeros. Casi inmediatamente se dio una conversación bastante fluida, que además de la indagatoria sobre mi procedencia, qué hacía yo y adónde me dirigía, pude orientarla hacía algo que sabía lo relacionaba. Tal era el caso de que yo había conocido, en Agronomía UCV-Maracay a su hermano Héctor Primera, que estimo se graduó allí a inicios de los años ‘70, ya que cuando inicié en 1969 mis estudios, ya este hermano del Cantor estaba en los últimos semestres.
Héctor Primera, en esos años bastante convulsionados, siendo estudiante, claramente mostraba su inclinación política revolucionaria, ejecutando en forma diestra el cuatro como instrumento y cantando algunas de las canciones iniciales de Alí su hermano, como el caso de “Humanidad” y “No basta rezar”.
Al hacer referencia a su hermano Héctor, nuestro Cantor entró en confianza y refirió que en cada viaje que realizaba desde Caracas hacía Acarigua, a la casa de los padres de su esposa Sol, visitaba a su hermano Héctor, quien vivía en Cabudare (municipio Palavecino, estado Lara), cercano a Barquisimeto, ubicado en el camino hacia su destino.
Contó incluso alguna anécdota de su relación fraternal con Héctor desde su Paraguaná originaria (donde vivió buena parte de su niñez y adolescencia). Como se sabe, el nacimiento de Alí Primera ocurrió en Coro, capital del estado Falcón, un 31 de octubre de 1941 (ciudad donde trabajó su padre un tiempo hasta su muerte, asesinado en un fatídico acontecimiento).
Más allá de haber conocido a Héctor Primera en Agronomía UCV-Maracay, yo no tuve nunca oportunidad de tratarlo en forma directa en lo que fue su vida posterior, ya como profesional del agro. Me enteré, muy posterior a este encuentro con Alí, que Héctor, luego en el desempeño de sus labores, sufrió un grave accidente automovilístico que lo dejó convaleciente bastante tiempo y murió un tiempo después como secuela de estas lesiones sufridas. Este fallecimiento de Héctor se produjo algunos años antes de la muerte de Alí en 1985. Uno imagina que la muerte de Héctor Primera debe haber significado una gran tragedia para toda la familia y, en especial, para Alí y para su progenitora Carmen Adela.
Agregaría sobre este encuentro, que a inicios de 1991, cuando asistí desde Valencia junto a otros vecinos que conformábamos la “Coordinadora Nacional del caso BTV” a un evento pro viviendas en Falcón, nos invitaron y fuimos al hoy Museo Alí Primera en la Península de Paraguaná. Conversamos allí con la señora Carmen Adela y pudimos presenciar cómo dentro de todos los retratos, dedicatorias y demás detalles sobre la figura y obra del Cantor del Pueblo, existía también un gran retrato, como homenaje póstumo, a Héctor Primera con su toga y birrete, el día de su graduación como ingeniero agrónomo en la UCV. Fueron indudablemente dos hermanos muy cercanos, que lamentablemente murieron en circunstancias trágicas y bastante jóvenes.
Este encuentro descrito con el “Cantor del Pueblo” Alí Primera, en el referido tramo vial del estado Carabobo, lo he valorado siempre por todos los afectos a lo que la poesía, música y cantoría de Alí ha significado para todos los que podamos tener alguna conciencia libertaria y revolucionaria. En mi caso aún más, al tratarse de un paisano de nuestro querido terruño. Fue algo excepcional este inolvidable hecho fortuito de acercamiento en forma casual y el haber sostenido alguna conversación, por genérica que haya sido, con esta figura ejemplar del canto comprometido en nuestro país, Latinoamérica y más allá.
Muchos nos formamos políticamente como individuos alentados con el canto insurgente que desarrolló Alí Primera, que pese a su prematuro “cambio de paisaje”, un 16 de febrero de 1985, ha perdurado y seguirá vigente por siempre. El llamado a que “su canto no se pierda”, es una realidad presente, con el reconocimiento permanente a su memoria y canto, como garantía de su presencia imperecedera (“Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”).
Sobre Alí Primera o Ely Rafael Primera Rossell, como era su nombre oficial, narré igualmente cómo, para la fecha fatídica de su muerte, me encontraba en Caracas cumpliendo algunas tareas políticas revolucionarias que impidieron que pudiera asistir al traslado de sus restos desde la Plaza del Rectorado de la UCV, donde fue velado, hasta la Península de Paraguaná para su posterior “siembra”.
Fue algo que sentí enormemente por partida doble, ya que en forma coincidente en esa región falconiana había nacido unos quince días antes mi hija Paz, a quien aún no conocía, por los propios compromisos que tenía para ese momento.
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Finalmente referiré lo acontecido, a finales de 1991, cuando participé como activista político en apoyo, desde la ciudad de Valencia, en un gran acto homenaje que se realizó al Cantor del Pueblo en el Estadio Municipal de Coro “José David Ugarte”, a propósito de cumplirse 50 años de su nacimiento. Este evento público, realizado en una etapa donde ya se comentaba en los círculos revolucionarios la posibilidad de un alzamiento militar patriota en nuestro país, fue algo por demás apoteósico.
El Estadio se llenó “de bote a bote”, tanto así que los Bomberos de Coro, presentes allí, nos advirtieron a todos los promotores que no debíamos dar acceso a más gente, ante el peligro de que se pudieran derribar las gradas.
Recuerdo, entre otros cantautores que actuaron, a Evio Di Marcio (ya fallecido) y su Adrenalina Caribe, junto a otros intérpretes del Canto Necesario. Participó también doña Carmen Adela, madre de Alí Primera (fallecida luego en 1996 a los 86 años), realizando una sentida semblanza y recordatorio de su adorado hijo, cantor eterno de nuestro pueblo rebelde.
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“…ha emergido una nueva metodología de conocimiento de lo social que se apoya en la experiencia de lo vivido, en la subjetividad como forma de conocimiento, tan válido como los números, los modelos, las curvas o cualquier otro instrumento estadístico”. (Profesor Víctor Córdova. UCV, 2003)
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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.
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