#Opinión: «Valencia, una sola ciudad», por Luis Salvador Feo La Cruz

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(Estas son algunas de las palabras que dije en el foro “Valencia, una sola ciudad” organizado por la Comuna El Panal 2021 y realizado este viernes 17 de septiembre en la sala Mery Schwazenberg del Teatro Municipal y en el cual participé junto a Dalia Correa y Miguel Ángel Dasilva como ponentes, el candidato a alcalde, Julio Fuenmayor, y con la moderación de Filiberto Sequera.  A mí me correspondió hablar sobre la cultura y la comunicación, a Dalia del turismo y a Miguel del patrimonio histórico).

 

Desde hace unos cuantos años me he dedicado fundamentalmente a la cultura y a la comunicación desde la gestión pública (que en el último lustro ha sido muy difícil, por cierto).

Al invitarme a participar en este foro –cortesía que agradezco- hice una lista de temas y propuestas que han vibrado en mi mente desde hace décadas.  Eran muchísimos… Sin embargo, pensando -como creo- que en la participación popular y la comunicación abierta y estratégica está gran parte de las soluciones de nuestros problemas, resumí y la gran lista quedó en el siguiente esquema que escribí para no olvidar:

 

1. En todo momento, pero sobre todo en estos tiempos, los ciudadanos necesitan ser escuchados por las autoridades y, a la vez, escuchar razones, explicaciones, orientaciones de voceros autorizados.

Que el alcalde, sus directores y coordinadores, junto a los concejales, se desplieguen por la ciudad permanente y sistemáticamente conversando con quienes quieran acercarse, y que las conclusiones de estos encuentros se difundan a través de medios oficiales y privados, sería un gran avance.

Y si a esto le sumamos que todos los organismos públicos y privados mantuviesen actualizados sus medios de difusión y sus contenidos informativos, tendríamos una ciudad más enterada de los temas que debieran ser de interés común.

Todos los habitantes de una comunidad conocen su entorno, las deficiencias en los servicios públicos (vías, electricidad, salud, agua, gas, telefonía, cementerios), nadie puede engañarlos con informaciones falsas.  Publicar oficial y oportunamente la información sobre cada uno sería otro buen aporte.

Así combatiríamos la generación de fake news locales, que siempre han existido, pero hoy tienen mayor capacidad de multiplicación y diseminación.


 

2. La ciudad es la suma de sus comunidades. En cada comunidad hay, al menos, un o una cronista que conoce la historia del barrio, urbanización o calle. Unir a esos o esas cronistas en un sistema –puede ser conducido por una oficina moderna del o la Cronista- que escriba y cuente las historias de la ciudad, de su gente, de ayer y de hoy, nos permitiría construir, o descubrir, una identidad de la ciudad que nos hace falta saber y difundir.

Si a esto le sumamos enlaces con el registro principal, las academias e instituciones culturales y educativas, nuestro conocimiento de quiénes y qué somos sería mucho mayor.

Por ejemplo, mi papá, Manuel Feo La Cruz, conocido fundamentalmente como epónimo de la Biblioteca del Estado, nació hace cien años, 1921, en El Palotal.  Seguramente ni los vecinos de El Palotal lo saben…

Si cada comunidad actual conoce su historia y rinde homenaje a su gente, a sus tradiciones, a sus afectos, los principios y el amor por lo que nos es común predominarían en el ambiente, en lo cotidiano; los elementos negativos serían secundarios en nuestra historia.

 


3. Los primeros usuarios de auditorios, museos, escuelas de arte –y así, de todas las instituciones públicas o privadas ubicadas en la ciudad- y más en estos tiempos de la gasolina dolarizada, seguramente son, serán o pudiesen ser integrantes de las comunidades cercanas a estos espacios. También sería ideal si parte de sus trabajadores también lo fueran, previo proceso de selección y formación, claro está.

¿Qué tal si el municipio suscribiera convenios con las empresas privadas ubicadas en el entorno de cada sala para que inviertan en su infraestructura o jardines, o presenten artistas y cultores del municipio, o formen personal para las instituciones culturales?

 


4. El estado de salud de nuestra gente, y más aún de nuestra tercera edad, se ha visto afectado más que nunca, sea por el Covid-19 o por cualquier otra causa, en alguna de las fases de la guerra económica que hemos padecido y en el proceso de adaptación a la dolarización que se materializó en nuestro país.

Es también la comunidad la que, además de tener información de primera mano sobre cada caso, pudiera monitorear el funcionamiento de los servicios públicos, lo presten entes privados u oficiales.

Además de las mesas de salud, de agua, de seguridad… debieran constituirse espacios comunitarios más amplios de participación que incluyan a los gremios y a sus comunicadores.

Sobre todo cuando hablamos de una sola ciudad, un principio a aplicar es LO QUE NO SE DIFUNDE NO EXISTE.

 


5. El transporte es otro de los temas que cruza transversalmente la ciudad. Si hablamos del particular con tu vehículo, te enfrentas al problema del combustible y los repuestos.  Y si es del colectivo -el servicio que dio elementos a Aquiles Nazoa para hacernos reír con base en una calamidad permanente- una lista de quejas de sus usuarios abarca varias páginas.

Casi todas las rutas fueron fraccionadas, algunas unidades cubren la ruta Naguanagua-Plaza de Toros, quizás sea la más larga, pero la mayoría se ajusta al criterio de los pranes que conducen o son colectores y quienes toman las decisiones: lo cierto es que necesitamos un verdadero servicio público que piense en el público y que sea concebido para beneficiar a toda la ciudad.

Autoridades policiales, el instituto de transporte y los comités de usuarios pudieran coordinar un buen trabajo para supervisarlo, pero el plan debe diseñarse primero y someterlo a la consideración de toda la ciudadanía, de tal que forma que ningún conductor o colector pueda evadirlo con facilidad.

 

Mientras no contemos con recursos públicos ni con servicios alternos, debemos recurrir a concesiones a verdaderas empresas privadas o colectivas que afiancen el cumplimiento de sus obligaciones y que estén sometidas al control y seguimiento por parte de autoridades y ciudadanos.

Que la policía de tránsito acompañe a los medios de comunicación y a la gente en la cobertura durante la prestación del servicio podría contribuir en que sea visible para las mayorías los desafueros que se cometen a diario.

 


6. Al turismo, al deporte, a la educación en todos sus niveles, al ambiente, a la protección animal y vegetal, a la criptoactividad, a la defensa de derechos, en fin, todas las áreas que puedan ser de interés público deben ser atendidas por sistemas y subsistemas que incorporen a) la participación popular, tanto en la generación de los sistemas como en el control y seguimiento, y b) la comunicación, tanto de las obligaciones y los derechos de todos como del reconocimiento o castigo a quienes las incumplan.

Pero, antes, nos corresponde organizar a las comunidades, que designen a sus cronistas, que identifiquen a sus valores y personajes y no saldrán de su asombro porque nuestra riqueza fundamental está allí.

 


7. Cierro con un comentario sobre la comunicación: Si bien existen las páginas web, las radios, las televisoras y algunos impresos, las redes sociales cambiaron las formas y contenidos. Un altísimo porcentaje de la gente navega a través de Twitter, Instagram y consigue lo que busca en Youtube.

Sin embargo, los grandes medios del mundo y de cada país, brazos de los más poderosos grupos financieros del mundo y de cada país, se reservaron la producción más efectiva de contenidos escritos y audiovisuales y dispersaron a su público de tal forma que cada persona crea leer y compartir lo que quiere.

Si no se unen las comunidades en cada ciudad a conocer su historia, sus valores, sus personajes, sus potencialidades, y las muestran a las generaciones presentes y por venir, terminaremos siendo un universo de individuos que se ocupan sólo de sí mismos, de lo que creen y quieren, que no guarda relación con la familia y menos con la comunidad, la ciudad o la nación.  Trabajemos por una sola ciudad.

 

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Autor: Luis Salvador Feo La Cruz (Valencia, Venezuela, 1965), abogado, presidente del Complejo Editorial Batalla de Carabobo (editor de Ciudad Valencia), director del Museo de Arte Valencia, del Gabinete Estadal de la Cultura y coordinador de Misión Cultura en Carabobo.

 

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