«Pueblo no devuelve virgen» por Vicente Gramcko (Padre Samán)

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La historia de los pueblos está llena de capítulos interesantes, que perfilan las características de un grupo de personas, reunidas en un mismo espacio geográfico con  iguales querencias y tradiciones.

Nuestra capital carabobeña no escapa a esta máxima. Resulta que hay un momento muy especial en el devenir de los valencianos que rubrica su vocación espiritual y demarca cualquier teoría que quiera desvirtuar su definición como feligresía. Tiene que ver con su devoción por la Virgen del Socorro.

Aunque parezca un cuento de las Mil y una Noches, la cofradía valenciana de Nuestra Señora del Socorro solicitó a un escultor español una estatua de esta imagen mariana patrona de la ciudad.

Este artista plástico recibió también otra solicitud de parte del Virreinato del Perú que quería una estatua de Nuestra Señora de la Dolorosa.

Por alguna razón, en las aduanas, las imágenes fueron confundidas por los funcionarios que hacían el respectivo reconocimiento y, de esta forma, Perú recibió la escultura de Nuestra Señora del Socorro, y Valencia a la imagen de La Dolorosa.

Este hecho, de materia de estudio del área del comercio exterior, habría sido resuelto básicamente con un reclamo por parte de cada comunidad religiosa, que se sintiese afectada por el cambio; pero, había un elemento ideológico que no se podía presentir en ese momento y que no se habría dado si se tratase de una mercancía cualquiera la que acababa de desembarcarse en el puerto venezolano.

En el caso de Perú, la iglesia limeña levantó enseguida su voz de protesta en contra de la naviera encargada de hacer el traslado de la estatua, así como de la compañía aduanera que se encargó de los trámites. Faltaba la voz de reclamo de los venezolanos.

Mientras lo peruanos levantaban airosos su protesta, los carabobeños, mientras tanto, tenían otra actitud, pues habían quedado prendados por la belleza de la imagen de La Dolorosa, por lo que cuando les llegó el protesto limeño, a una sola voz, los valencianos sólo atinaron a decir: “pueblo no devuelve virgen”, tal como lo escribió una vez Andrés Eloy Blanco.

Y, desde entonces, los valencianos veneran con fervor a La Dolorosa, con el nombre de Nuestra Señora del Socorro, hecho considerado único en el mundo.

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Vicente Gramcko