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¿Qué hacer después del referendo consultivo?… La primera respuesta inmediata a esta pregunta es evaluar objetivamente el resultado del evento en todos sus componentes y dimensiones, de manera crítica y autocrítica. Lo segundo es cómo valorar y asumir la administración del resultado obtenido victoriosamente.

Lo tercero sería el plan de continuidad inmediata en función del objetivo histórico que siempre hemos tenido de recuperar nuestro Territorio Esequibo como una parte orgánica y estructural de todo el sistema geográfico, territorial, marítimo e histórico de lo que hemos sido y lo que somos hoy: la República Bolivariana de Venezuela.

Es importante señalar con suficiente objetividad, que haber alcanzado una votación favorable, por encima de los diez millones de un universo que ronda los 20 millones y un poco más de votantes. Sin duda alguna es una gran victoria política que reafirma la existencia, real y concreta, de un pueblo que participa y protagoniza su propia historia, con su inmensa fuerza nacionalista, patriótica y bolivariana.

Es oportuno señalar que la otra mitad del pueblo que no ejerció su derecho al voto queda políticamente auto-eliminada o auto excluida de este acontecimiento histórico, porque su comportamiento político es contrario a los intereses sagrados de la patria. Su voluntad personal se le respeta; pero su opinión política es nula y contraria a la dignidad y la soberanía del Sujeto Histórico de la Nación.

En tal sentido, debemos decir que el resultado de esta votación reafirma la validez del primer Decreto de 1777, emitido por el Rey de España contra las pretensiones expansionistas de Inglaterra. Dicho Decreto estableció por primera vez que el río Esequibo era la línea limítrofe entre lo que se llamaba la Capitanía General de Venezuela y la Guyana inglesa. Con esta fuerza electoral superior a los 10 millones de votos, queda históricamente reivindicada la primera definición fronteriza de 1777.

Igualmente, en el contexto de la guerra contra el imperio español, el segundo Decreto de 1817, emitido por nuestro Padre Libertador, Simón Bolívar, que reafirma el río Esequibo como la línea fronteriza entre la Guyana inglesa y la naciente República Independiente de Venezuela, también ha quedado reivindicado y legitimado por la gran fortaleza política y espiritual de las hijas y los hijos de nuestro Padre Libertador y fundador de la Gran Colombia.

Y en tercer lugar, es pertinente recordar que hace 57 años, en 1966, se firmó el Acuerdo de Ginebra, en el cual se reconoce la defensa de los legítimos e irrenunciables derechos de Venezuela sobre el Territorio Esequibo, tal como lo expresó el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, hace un año (ver: minec.gob.ve/acuerdo-de-ginebra).

De manera que la atrevida y audaz iniciativa del referendo consultivo, pensada y convocada por nuestro presidente Nicolas Maduro, ha resultado una extraordinaria y estratégica victoria en toda la línea, contra el gobierno apátrida de la Guyana inglesa y contra la alianza imperialista de la vieja madre Inglaterra y su ya pervertido y decadente hijo, los Estados Unidos de Norteamérica.

Es pertinente decir que en el contexto de la gran guerra multifactorial (económica, monetaria, mediática, diplomática), que nos ha impuesto el imperio norteamericano, nuestro pueblo se ha mantenido en firme y coherente unidad nacional para la defensa de la soberanía, la paz y el bienestar social de nuestra República. Hoy nuestra mejor arma de lucha es y seguirá siendo LA PAZ. De ella depende todo lo demás.

Con estos resultados, estamos reafirmando y fortaleciendo la eficacia y la trascendencia histórica del referendo consultivo, como un derecho sagrado para la acción social y política, estratégica y táctica, de nuestro pueblo. Se reafirma así la unidad de la Republica y se fortalece el proceso de la recuperación del estado de bienestar del pueblo venezolano.

¿Cómo valorar, entonces, y asumir la administración de ese resultado, obtenido victoriosamente? Es indudable que la orientación estratégica y táctica, aplicada por el presidente Nicolás Maduro está sustentada en cuatro conceptos fundamentales: LA UNIDAD NACIONAL, LA DEFENSA DE LA SOBERANÍA, LA PAZ REPUBLICANA DE LA NACIÓN Y EL BIENESTAR SOCIAL DEL PUEBLO SOBERANO.

LA UNIDAD NACIONAL no es otra cosa sino el compromiso firme e irreductible de cuidar, defender, fortalecer y preservar la nación, constituida dentro del territorio común que nos alberga desde los inicios de nuestra existencia como pueblo. De hecho, sin unidad nacional, no hay nación capaz de auto-sustentarse y desarrollarse en el territorio y en el tiempo.

LA DEFENSA DE LA SOBERANÍA consiste en el compromiso y la capacidad de la acción colectiva en lo social, lo político, lo cultural, lo militar, lo espiritual y lo religioso para preservar nuestro propio espacio territorial, económico socio-productivo y la capacidad de auto gestionarnos y auto sustentarnos como pueblo, como país y como nación libre, independiente y soberana.

LA PAZ REPUBLICANA DE LA NACIÓN solo es posible si nosotros mismos nos garantizamos las dos condiciones anteriores; es decir, sin la unidad nacional y sin capacidad para la defensa de la soberanía, no es posible que tengamos la paz necesaria para construir, disfrutar y preservar el país y el modo de vida que necesitamos y queremos para nosotros mismos y las generaciones futuras. La paz verdadera es posible y autosustentable, sin tutelaje ni dominación extranjera de ningún tipo.

EL BIENESTAR SOCIAL DEL PUEBLO SOBERANO, es la dimensión más compleja, difícil, llena de dificultades y de los mayores ataques que hemos recibido a partir de la ausencia física del comandante Chávez. El bienestar social abarca los cinco derechos sociales establecidos en nuestra Carta Magna (la CRBV) y en el programa de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Veamos:

Los derechos civiles abarcan la Partida de Nacimiento, la Cédula de Identidad, la libre circulación en el territorio nacional, el matrimonio, el divorcio y todas las leyes o preceptos de protección a las personas y la ciudadanía en general.

Los derechos políticos se refieren al ejercicio del voto universal, directo y secreto para ser elegido o elegir a los funcionarios gobernantes en todos los niveles del Estado y la administración pública. Organizarse y militar en organizaciones políticas para optar a cargos públicos, etc.

Los derechos económicos son: el salario mínimo, justo y necesario para cubrir la cesta alimentaria y la adquisición de otros bienes imprescindibles; igualmente, el pago de la pensión a la población adulta de la tercera edad (a partir de 55 años las mujeres y 60 años los hombres), el pago de utilidades, bonos especiales y el pago de las prestaciones sociales a partir del cese de la relación laboral, con base en lo establecido en la Ley Orgánica del Trabajo.

Los derechos sociales, que abarcan el derecho a la vida, la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y todo lo relacionado con el bienestar social.

Los derechos culturales que se refieren, más allá de la educación, a las artes; tales como la escritura literaria, la pintura, la escultura, la danza, el teatro, la música y todas las múltiples expresiones del arte y la cultural en general.

El conjunto funcional, sistémico, orgánico de todos estos derechos están garantizados en nuestra CRBV; y al Estado venezolano le corresponde la responsabilidad de garantizar que tales derechos funcionen y se cumplan cabalmente.

En tal sentido, es oportuno señalar lo siguiente: cuando el comandante Chávez logró recuperar el funcionamiento de la OPEP y estabilizar el precio del barril petrolero en la famosa franja de 60 – 80, es decir, $60 precio mínimo y $80 precio máximo, el Estado venezolano adquirió la capacidad financiera para atender los cinco derechos constitucionales y garantizar el sustento monetario para el desarrollo del estado de bienestar social del pueblo, hasta el momento de su partida física.

La lealtad del presidente Nicolás Maduro al legado de Chávez ha tenido un costo gigantesco. El imperialismo no tolera ni permite la continuidad histórica del proyecto bolivariano en las manos de Nicolás Maduro. Para ello, desató todos sus demonios para empujarnos hacia la guerra civil y la autodestrucción de nuestro país.

Contra todos los vientos y mareas de la contrarrevolución, el presidente Nicolás Maduro ha demostrado ser un gran estratega en la planificación con suficiente audacia en la ejecución táctica, que lo ha convertido en un sabio de la guerra, de la diplomacia internacional y del buen ejercicio del liderazgo presidencial, sustentado en la unidad de todas las fuerzas patrióticas, progresistas, democráticas y revolucionarias.

Sobre esas bases, hemos logrado neutralizar y derrotar toda la ofensiva de destrucción criminal, puesta en marcha por el imperio norteamericano, hoy en pleno proceso de decadencia.

En ese amplio contexto histórico, ubicamos el actual conflicto fronterizo con la Guyana Inglesa, que el imperio pretende convertirlo en una guerra de destrucción de ambas naciones, cosa que no va a ocurrir, sencillamente porque a Venezuela no le conviene ni queremos guerra. Somos un país de paz interna y al servicio de la paz externa con todas las naciones y pueblos del mundo. Igualmente, La Guyana no tiene condiciones ni le interesa una guerra con Venezuela.

De manera que a la pregunta ¿Qué hacer después del referendo consultivo? La respuesta lógica y procedente es la que el presidente Nicolás ha puesto en marcha:  primero, posicionarnos del territorio en ejercicio de resguardar nuestra soberanía territorial, iniciar el plan de poblamiento, atender a toda la población indígena y no indígena de nacionalidad venezolana, iniciar planes de construcción de urbanismos con toda la infraestructura correspondiente: salud, educación, empleo, servicios públicos, alimentación, etc.

Segundo, establecer lazos de amistad y solidaridad con la población guyanesa. Tratarnos como hermanos con un mismo origen indo-afro-americano. Y un mismo destino identitario y de desarrollo integral de ambas naciones con base en el respeto, la solidaridad y la hermandad para una sana y fructífera convivencia.

En tercer lugar, establecer las reglas de negociación con las empresas petroleras multinacionales con base en el reconocimiento y respeto de la soberanía de Venezuela, como nación, única y exclusivamente, propietaria del suelo y el subsuelo de todo el territorio correspondiente hasta el límite fijado en el río Esequibo.

 

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Ubicados en esa perspectiva, nuestro gobierno ha agotado todas las instancias y ha sido claro y preciso. En consecuencia, ese territorio ahora se denomina estado de la Guayana Esequiba y pertenece íntegramente a la República Bolivariana de Venezuela.

Así lo sentenció nuestro pueblo (más de 10 millones de votantes, mujeres y hombres) a través del ejercicio libre y soberano del voto individual, directo y secreto en el referendo consultivo del pasado domingo 03 de diciembre de 2023. Una vez más, nuestra Carta Magna y el Pueblo Soberano de Venezuela, estamos reescribiendo nuestra propia historia.

Hemos recuperado nuestra Guayana Esequiba, que es un legado de nuestros libertadores. Después de 200 años, se ha despertado una nueva conciencia, expresada en el mayoritario Sí en la elección para recuperar la Guayana Esequiba. ¡El Esequibo ya es nuestro!

 

Christian Farías / Ciudad Valencia