El 19/7/2022 se cumplieron 43 años del triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional arribando a Managua, ello como si se tratara del Salmo 15 traducido por Ernesto Cardenal: «¡No hay dicha para mí fuera de ti!» Hacía dos semanas que yo había cumplido 15 de edad, recién llegado a Valencia, la de Venezuela.
Aprobado el tercer año de bachillerato en el liceo «Monseñor Gregorio Adam» de Naguanagua, vinculé este entusiasmo revolucionario con mi nueva y estupenda camada de amigos: Jorge «Conejo» Pérez, Hernán Castro, Elsy Peña, Janda y Gina, entre mi bien amada legión. Quedé impactado por ese grupo de amigos nicaragüenses que sacó a patadas a Tachito Somoza, el tercero y último de tan envilecida satrapía.
Por culpa de este tirano ladrón, perdimos en el mar Caribe a Roberto Clemente quien quería auxiliar a las víctimas del terremoto que también diezmó a Managua. ¡Valgan sus 3000 hits! Los hermanos Ortega, Tomás Borge, Sergio Ramírez y los sacerdotes Miguel D’Escoto y Ernesto Cardenal integraban mi familia rebelde predilecta en ese entonces.
Tiempo después, en la Universidad de Carabobo, me familiaricé con esa épica desmitologizada que me reconciliaba con mi Dios trino profético y popular, el de la Teología de la Liberación, el Éxodo y los Evangelios. Amén, cierto es, del Decir Poético de Nicaragua y el resto del continente.
Cardenal visitó a Valencia dos veces. La primera en 1974, 5 años antes de la victoria sandinista, documentada en el libro «Ernesto Cardenal en Valencia. 2 Diálogos» (U.C.-Dirección de Cultura, 1974, con prólogo de Carlos Garrido). Ambos encuentros se realizaron en el Complejo Universitario de Bárbula y el Barrio El Boquete.
La segunda fue a mediados de los años 80 en la Facultad de Educación de la U.C., donde yo cursaba estudios. Todos abominamos de ese documental infame de Venevisión titulado «Nicaragua: Epicentro de una amenaza». Los gringos hacían de nuevo de las suyas para doblegar el proceso sandinista.
Al igual que mi carnal Pedro Téllez con el descalabro argentino en las islas Malvinas, lamenté en saudade fadista y sambista la Contra anti-sandinista, el Irangate con su milico Oliver North, el minado de las aguas territoriales de Nicaragua y la derrota electoral del F.S.L.N. ante Violeta Chamorro.
¿Qué decir del deplorable regaño que el Papa Verraco y polaco le dio al poeta Cardenal arrodillado en díscola e inteligente humildad? Un año después, 1984, él y D’Escoto serían suspendidos de su sacerdocio hasta 2019.
Si bien me comportaba como cometa vagabundo en los predios universitarios, mi vínculo con Nicaragua -a modo de segunda patria chica- se intensificaba de manera inequívoca. Militando en el Movimiento Universitario Evangélico VEnezolano, conocí a Don Abelardo Cuadra, ex teniente de la Guardia Nacional somocista y testigo excepcional del asesinato de Augusto César Sandino.
Fue parte de la conjura pero no le dio ningún tiro de gracia. Se le alzó luego al Tacho Somoza dos veces, fue apresado en la segunda intentona, se le conmutó la pena de muerte por prisión perpetua y al final se dio a la fuga. En su libro de memorias «Hombre del Caribe», nos relata también su participación activa en la Legión que combatió las dictaduras de América Central.
En su homenaje, le escribí un cuento, un ensayo sobre su libro y mi primer poemario «A la Pasión de Sandino», de 130 coplas, en el que contrapuntea con el poeta católico Pablo Antonio Cuadra.
Por cierto, en una de las ediciones de la FILUC a finales del XX, me presentaron a Sergio Ramírez quien me preguntó por Don Abelardo y su hijo el doctor Víctor Cuadra. También publiqué en La Iguana de Tinta» un ensayo sobre su novela «Castigo Divino», adaptada a la TV como miniserie en Colombia.
A inicio del XXI, celebré y diserté sobre la «Antología poética» (2005) de Ernesto Cardenal prologada y compilada por el poeta Luis Alberto Angulo, bajo el sello de Monte Ávila.
Esa «Aproximación a la poesía de Ernesto Cardenal (Collage)», sería también el prólogo de la obra poética completa de nuestro gran poeta místico universal. Un año más tarde, en FILVEN Caracas, Luis Alberto y yo conversamos en público sobre la 5ta. edición de «Flor y Canto.
Antología de Poesía Nicaragüense» (2006) con presentación y curaduría de Cardenal. Asimismo, el año 2022, Téllez, Angulo y este salmista compulsivo comentamos en el Círculo de Lectura, Casa Pocaterra, de nuestro estupendo antólogo oriundo de Granada, sus colecciones de poesía primitiva y de poesía norteamericana, ésta en coautoría con el poeta Coronel Urtecho.
Tuve también el placer majadero de publicar una aproximación ensayística a Sandino, en la que destacan textos de otros autores venezolanos como el de Rafael de Nogales Méndez («El Saqueo de Nicaragua»), un bello poema de Enriqueta Arvelo Larriva, la Mazurca en clave novelística de José Pulido y una crónica de Orlando Araujo.
No pretendo ser especialista en literatura de y sobre Nicaragua, sino un muy agradecido lector y comentarista apasionado. He sido seducido por su Decir transparente, comprometido y conversacional de raza latinoamericana y cósmica.
Como toda comunidad de afectos, hubo divisiones de sesgo político y personal. Ernesto Cardenal, disgustado con Daniel Ortega, sale del F.S.L.N. en 1994, al igual que el narrador y ensayista Sergio Ramírez y la poeta Gioconda Belli. Tales desencuentros hicieron mella en el corazón nica, selvático y lacustre de no pocos venezolanos.
Tal es, por ejemplo, el caso de Paul del Río quien estuvo en el Frente Sur sandinista, manteniéndose hasta el final de su vida solidario con Cardenal. Sin embargo, el poeta no excluyó de su Antología antes comentada a Rosario Murillo, esposa del actual presidente Ortega.
Prefiero, a tal respecto, la prudencia conciliatoria de Erasmo que la explosividad cismática de Lutero, dadas estas coordenadas no exentas de dolor y melancolía.
Me quedo entonces sandinista y adolescente eterno rasgando las guitarras punk y rock en el aire, tal como suenan en los discos rebeldes de The Clash, Charly García y Fito Páez. Que no bombardeen Buenos Aires, ni a Managua, tampoco a La Habana, mucho menos a Caracas.
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José Carlos De Nóbrega es un ensayista y narrador venezolano (Caracas, 1964). Licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura, de la Universidad de Carabobo (UC). Ha publicado los libros de ensayo Textos de la prisa y Sucre, una lectura posible, ambos en 1996, y Derivando a Valencia a la deriva (2006). Fue director de la revista La Tuna de Oro, editada por la UC. Forma parte de la redacción de la revista Poesía, auspiciada por la misma casa de estudios. En 2007 su blog Salmos compulsivos obtuvo el Premio Nacional del Libro a la mejor página web. En el año 2021 ganó el concurso de Ensayo de la VII Bienal Nacional de Literatura Félix Armando Núñez y el concurso de Crónica de la V Bienal Nacional de Literatura Antonio Crespo Meléndez, convocado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, por intermedio del Centro Nacional del Libro (Cenal) y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.
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