Tres barquitos adornaron por años las carteleras de nuestras escuelas, “La Pinta, la Niña y la Santa María”, junto a la imagen de un navegante rubio y con los ojos azules espada en mano, que como telón de fondo recibe la aprobación de un clérigo capuchino blandiendo lo que parece ser la sagrada biblia.

La iconografía eurocentrista se complementa con la patética imagen de sumisión de un grupo de aborígenes genuflexos que ofrecen cestas de frutas a los recién llegados.

Tenemos que reconocer que en nuestro imaginario colectivo todavía sobreviven las falsas narrativas que nos inculcaron en nuestras mentes infantiles, crédulas e inocentes. En este caso, sobre la desafortunada llegada de Cristóbal Colón a nuestras tierras.

 

DEL MISMO AUTOR: EL PENSAMIENTO DECOLONIAL Y EL HOMBRE NUEVO DE FRANTZ FANÓN

 

En términos lingüísticos, el genocidio de nuestra población indígena originaria, a partir de 1492, por parte de los invasores europeos se ha querido disfrazar con diversos enunciados, aún hay quienes insisten en edulcorar el lenguaje y hablar de “Encuentro de dos mundos”, “Dia de la hispanidad”, “Descubrimiento de América”, entre otros eufemismos colonialistas.

A tal extremo llega la manipulación histórica que las monarquías ibéricas (actuales y anteriores) se niegan a reconocer la devastación causada, calificándola de “leyenda negra” y además sugieren a nuestros pueblos que pidan perdón y no sean “desagradecidos”. En las calles de Madrid han colocado cartelones con la frase: “No son invasores, son héroes y santos”, refiriéndose a Colón y sus saqueadores.

Es de hacer notar que el presidente Hugo Chávez Frías fue el único mandatario que en 500 años de historia se atrevió a rebautizar la efeméride del 12 de octubre como Día de la Resistencia Indígena.

Si revisamos la historia de América Latina, veremos que se encuentra transversalizada por el despojo imperial. En su monumental obra literaria “Las venas abiertas de América Latina”, el uruguayo Eduardo Galeano1 nos brinda una completa radiografía del via crucis latinoamericano inaugurado en 1492 con la invasión y el holocausto de nuestros pueblos originarios por parte de lo que hoy se conoce como España.

En este sentido, desde nuestras trincheras de resistencia, se ha popularizado un relato atribuido al escritor uruguayo, cuando en realidad pertenece al arzobispo surafricano Desmond Tutu, y que se refiere al despojo y saqueo en África, aunque su paralelismo con Nuestramerica es más que evidente:

“Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: ‘Cierren los ojos y recen’. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.

Hablando del saqueo interno y externo, como importante medio para la acumulación primitiva de capitales europeos desde la Edad Media, Galeano refiere, además:

“Los recursos fluían para que los acumularan las naciones europeas emergentes. Esta era la misión fundamental que habían traído los pioneros, aunque además aplicaran el Evangelio, casi tan frecuentemente como el látigo, a los indios agonizantes”.

Con el paso del tiempo la colonización mudó la piel, pero no finalizó ni borró los crímenes. Así lo describe Eduardo Galeano (2008: 16-17):

 

Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres [y mujeres] y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas”.
Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. (…) el bienestar de nuestras clases dominantes —dominantes hacia dentro, dominadas desde fuera— es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga.

 

Bartolomé De las Casas

Mucho se ha escrito en torno a la polémica figura del fraile dominico de Chiapas. Algunos de los apuntes aquí expuestos forman parte del ensayo titulado “Los Derechos Humanos en la Agenda del Buen Samaritano” (Opina que Algo Queda, Ismael Noé 2019).

Los desmanes de Colón y sus filibusteros se encuentran magistralmente narrados por el obispo Don Fray Bartolomé de las Casas2 en su crónica “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”. En él describe las atrocidades a las que fueron sometidos los indígenas por los conquistadores. Un párrafo nos da una idea de los hechos que narra este libro:

 

Otra vez, este mismo tirano fue a cierto pueblo que se llamaba Cota, y tomó muchos indios e hizo despedazar a los perros [darles de comida] quince o veinte señores y principales, y cortó mucha cantidad de manos de mujeres y hombres, y las ató en unas cuerdas, y las puso colgadas de un palo.

 

La obra del fraile dominico español, escrita en contra del maltrato de indios infligido por castellanos y portugueses, puede ser considerada como el primer informe sobre violación de DDHH del continente.

Entre 1515 y 1516, De las Casas escribió el memorial Remedios para las Indias, una crítica del sistema de encomiendas y una propuesta para corregirlo. Casas recomendaba sustituir a los indígenas esclavizados por africanos. De esta declaración se arrepentiría más tarde.

El clérigo escribió que los africanos trabajarían tres veces más que los indígenas. También creía que eran más resistentes. Esto se debía a que los africanos habían sido introducidos en las enfermedades del Viejo Mundo y habían creado inmunidades, a diferencia de los indígenas, cuya población había sido diezmada por el intercambio europeo.

“Dijo Bolívar: “Tres siglos de barbaridades que los españoles cometieron en el gran hemisferio americano. Atrocidades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, sin embargo, esas infaustas verdades fueron testificadas por el filántropo obispo de Chiapas, el apóstol de América, Bartolomé de Las Casas, quien ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas que con tanto fervor y firmeza, denunció ante España, como los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario”. (…)

“Por eso fue que el futuro héroe caraqueño aquel 5 de julio en su alocución ante la Junta Patriótica comenzó con la frase: ‘Trescientos años no les basta…’ cuando los diputados conformistas alegaban la posibilidad de irse liberando de España poco a poco”. (Cita de: José Rosario Araujo)

 

EN FOTOS: Venezuela conmemora hoy los 533 años de la Resistencia Indígena

 

Notas

1.-El libro de Eduardo Galeano publicado en 1971 más actual y necesario que nunca, es un retrato hablado sobre nuestro maltratado continente, un verdadero martirologio, imprescindible para conocer nuestra historia.
2.-Bartolomé De las Casas es reconocido como defensor de los indios, pero también fue partícipe en la esclavitud africana, sus ideas a favor de los aborígenes nunca fueron bien acogidas por los encomenderos y religiosos de la época, quienes se quejaron al rey Fernando el Católico para que lo expulsara de las tierras subyugadas por la corona española.

 

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