Desde el pasado mes de marzo (día 24), en que se conmemoraron los 170 años de la abolición de la esclavitud en nuestro país, he tenido la intención de realizar una reseña de este significativo acontecimiento, que cerró formalmente un capítulo de oprobio que estuvo vigente en nuestras tierras desde la época colonial.
Los colonizadores españoles impusieron tan inhumana práctica, que fue mantenida por más de trescientos años, incluidos más de 20 años después de nuestra constitución como república en 1830. Es además importante la reivindicación de nuestros ancestros afroamericanos, que hacen parte de nuestro favorecido mestizaje, por su lucha, perseverancia, sacrificios y aportes a nuestra conformación como nación soberana. Todo es parte de nuestra batalla cotidiana por la independencia plena, ante los colonialismos e injerencismos de esta nueva era.
La esclavitud como práctica de los países colonialistas en el mundo contempla la consideración del ser humano como una mercancía, cuyo dueño podía vender, comprar, regalar o cambiar por una deuda, sin que el esclavo y sus descendientes tuvieran ningún derecho u objeción personal o legal. Uno de los territorios más diezmados por la extracción de esclavos fue el continente africano, nuestra madre África, considerado hoy por los investigadores como lugar de origen de toda la humanidad.
Esta migración forzada de nuestros hermanos africanos es considerada como la más grande de la historia. Los números estimados hablan de unos 10 u 11 millones de personas que fueron extraídas violentamente y conducidas al continente americano en un alto porcentaje (50-60 %), para ser desembarcados, vendidos y esclavizados desde puertos distantes.
En las colonias conquistadas a sangre, fuego y evangelización-sumisión por la Corona Española en América Latina, se realizaban contratos o “asientos” con mercaderes extranjeros, a quienes se daban permisos para entregar una cantidad de esclavos en determinados puertos. Los “asientos” se desarrollaron desde el siglo XVI, donde los mercaderes debían pagar a España aranceles y dividendos por traficar con esclavos. Otra forma era autorizar a los funcionarios de la Corona a tener esclavos para su atención personal, que igualmente podían ser vendidos.
La hoy República Bolivariana de Venezuela no escapó a esta realidad. Los colonialistas españoles impusieron la esclavitud en principio a nuestros aborígenes o amerindios. Se empleó como criterio el establecer los parámetros de indios “buenos” a quienes aceptaban la sumisión e “indios malos” los que se resistían al vasallaje. Al final la mayoría de etnias indígenas fue igualmente reprimida, sometida a esclavitud y víctima de múltiples maltratos.
La mayoría de la población aborigen fue al menos reducida a pequeños grupos. Referí el caso de la numerosa población de indios caquetíos en el noroccidente del país, en el estado Falcón, que fue diezmada, no obstante haber concertado con los españoles una pacifica fundación de Coro (y otras poblaciones) a partir de 1527 y haber mantenido una fidelidad confesional a la Corona.
Volviendo al grupo de los esclavos traídos desde África, como afroamericanos víctimas de esta práctica inhumana, es de señalar que todos los invasores españoles que se asentaron en estas tierras americanas, recurrían básicamente a la mano de obra esclava traída por los mercaderes descritos, para cumplir con las labores en sus explotaciones, hayan sido agropecuarias, mineras o de cualquier otro tipo. Además estaba la servidumbre que se encargaba de las tareas domésticas. La alta mortalidad de la población originaria aumentó el requerimiento de esclavos introducidos. La demanda e ingreso de esclavos fue constante, incluso hacia finales del siglo XVIII.
Con respecto a nuestro territorio, se estima que para fines del siglo 18 existían en Venezuela unos 60.000 esclavos. La mitad de los esclavos africanos traídos acá provenían del Congo y Angola. El resto del Golfo de Guinea. Varios grupos de esclavos lograron huir a zonas montañosas e inaccesibles donde conformaron pequeños poblados o “cumbes”.
La derrotada conspiración independentista de Gual y España en 1797 planteaba la abolición de la esclavitud. Otras referencias de alzamientos fueron la de Miguel de Buría (1552), la de Andresote en 1731-33 y la del zambo libre José Leonardo Chirinos en Falcón en 1795.
El proceso de abolición de la esclavitud en Venezuela fue lento, ajustándose a los intereses de las clases dominantes, incluyendo a muchos connacionales que asumieron la causa independentista. En agosto de 1810 se prohíbe el tráfico internacional de esclavos, no así su libre comercio en nuestro país. Poco cambió durante la guerra independentista, más allá de la proclama del Libertador Simón Bolívar en 1816, liberando a los esclavos y descendientes incorporados al ejército libertador.
Nuestro Libertador fue un consecuente impulsor de la causa abolicionista de la esclavitud. Bolívar dio el ejemplo al liberar sus esclavos entre 1813 y 1814. El se había comprometido a abolir la esclavitud con el presidente haitiano Alexander Petión, colaborador de nuestra independencia. En 1821 el Libertador solicitó al Congreso de Cúcuta de la Gran Colombia dar la libertad “a todos los colombianos al nacer”. Este Congreso aprobó la prohibición del comercio de esclavos en la nación y la libertad de los “vientres”, quienes como manumisos adquirían su libertad a los 18 años. En 1827, Bolívar llegó a realizar colectas para pagar algunas libertades.
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Luego de la separación de la Gran Colombia, el Congreso de Valencia alargó los años para liberar los hijos de esclavos de 18 a 21 años. Entre 1831 y 1853 solo 1.223 esclavos fueron liberados, murieron 27.000 en esclavitud y nacieron unos 40.000 manumisos. Finalmente un 24 de marzo de 1854 el Congreso Nacional venezolano aprobó la ley que abolía la esclavitud, siendo refrendada por el presidente José Gregorio Monagas.
Ese día se liberaron 12.093 esclavos y 11.285 manumisos. La deuda para indemnizar a los propietarios de esclavos, totalizaba unos 5 millones de bolívares. Al caer Monagas, darse la Guerra Federal y asumir en 1865 Juan Crisóstomo Falcón como presidente, la deuda por liberación de esclavos que se mantenía fue asumida como deuda nacional para así pagarla finalmente como bonos de la deuda pública.
Se cerró así un episodio de injusticia exacerbada en nuestro territorio. La lucha por los derechos de los afrodescendientes sigue vigente y en esta etapa de la Revolución Bolivariana ha sido favorecida. Se han reconocido sus aportes culturales a nuestra identidad nacional. La lucha contra el racismo y la discriminación étnica, son hoy parte de nuestros valores fundamentales.
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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.
La Universidad Politécnica Territorial de Falcón “Alonso Gamero” (UPTAG) publicó digitalmente, en noviembre de 2023, su libro “Del Medanal Venimos. Un ensayo autobiográfico reflexivo”.
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