Vuelo a lo invisible-Montejo-Mohamed
Arriba, parias de la tierra.
En pie, famélica legión.
Atruena la razón en marcha,
es el fin de la opresión.
 
Del pasado hay que hacer añicos
legión esclava en pie a vencer,
el mundo va a cambiar de base,
los nada de hoy todo han de ser.
 
Agrupémonos todos.
en la lucha final.
El género humano
                                                                es la Internacional…
                                                                                        (coro)
                           LA INTERNACIONAL
                                             (Himno oficial de la clase obrera).

 

 

Dando continuidad a nuestra exposición en torno a los libros, periódicos y revistas literarias que nos marcaron, hicimos un alto en la pasada entrega debido a la conmemoración del quincuagésimo fatídico aniversario del 11 septiembre de 1973, inscrito en  la memoria histórica de Chile y de Nuestra América por la desaparición física, en manos de la sangrienta dictadura pinochetista, de Salvador Allende, Pablo Neruda y Víctor Jara.

En ese sentido queremos seguir ahondando un poco más, acompañados de la visión de diferentes escritores y periodistas que dejaron plasmadas en sus publicaciones sus particulares vivencias en relación con lo ocurrido.

Si bien hicimos hincapié en los sucesos relacionados con el asalto al Palacio de La Moneda y el vil asesinato de Allende y sus leales camaradas y guardaespaldas, ahora viramos nuestro enfoque hacia lo acontecido los días posteriores al golpe.

 

Allende y Neruda

Abrimos esta disertación con La Internacional, himno de la Internacional Socialista, y también himno internacional oficial de los obreros de todo el mundo, cuya letra apareció publicada por vez primera en 1871, en el libro de poemas Cantos Revolucionarios, del escritor francés, Eugène Pottier (1816-1887), quien participó en los hechos de la Comuna de París.

Dicho movimiento insurreccional instauró del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, el primer gobierno de la clase obrera mundial. Luego, en 1919, Lenin lo oficializó en la Tercera Internacional y se convirtió en el himno nacional de la Unión Soviética, hasta 1944. Su letra ha sido traducida a casi todos los idiomas y tiene diferentes versiones.

Recordamos que durante los funerales de Pablo Neruda, el 23 de septiembre de 1973, el pueblo chileno acompañó masivamente al poeta entonando La Internacional, desafiando abiertamente la vigilancia de los carabineros, quienes cual cancerberos seguían minuciosamente el paso del cortejo fúnebre hasta su última morada. Aquí cabe citar un fragmento de las palabras del escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, que estuvo presente en el funeral:

 

“Dada la situación, había más gente de lo previsto: unas trescientas personas entre las cuales cincuenta periodistas y fotógrafos europeos. Obreros, estudiantes, mujeres, niños… mientras el féretro, cubierto con la bandera chilena, era transportado a través de los jardines  hacia la carroza funeraria estacionada en la puerta. Cuando el cortejo iba a iniciar su marcha, se escuchó en el silencio de la calle un grito anónimo:

-¡Camarada Pablo Neruda!
Algunas voces contestaron:
-¡Presente!
Luego:
-¡Compañero Salvador Allende!
Ahora un coro cerrado contestó:
-¡Presente!
El grito se repitió dos veces con la misma réplica. Luego, la voz anónima cortó:
-¡Ahora y siempre!
Y el cortejo inició su marcha muy despacio. No hay mucha distancia de la casa de Neruda al cementerio general: dos kilómetros a lo sumo… En el clima que vivía la ciudad (autos militares erizados de metralletas, en las esquinas patrullas con casco y fusil en ristre), aquel fue un recorrido lento y cargado de tensión… En la acústica de la galería que sirve de entrada, las voces se hicieron más decididas, más firmes. Algunos puños se alzaron en alto. Cantaban La Internacional… De pronto el funeral de Neruda se había convertido en un sorpresivo mitin político.  “Primer acto público de oposición”, titularía el diario francés Le Monde…”.

 

A propósito de nuestra experiencia particular con la poesía de Neruda, esta se remonta a la adolescencia, cuando andábamos dando tumbos, extraviados, escudriñando  entre tantos autores en busca de un guía o maestro que nos señalara el camino hasta encontrar nuestra propia voz.

 

Entonces nos tropezamos con Vallejo, Ernesto Cardenal, Aquiles Nazoa, Huidobro, Borges, Whitman, Pessoa, Cavafys, Ginsberg… y el poeta de Residencia en la tierra, libro incendiario y comprometido con la causa de los pueblos, dedicado a la Guerra Civil Española, del cual tomamos un fragmento del poema Explico algunas cosas:

 

…Os voy a contar todo lo que me pasa. / Yo vivía en un barrio / de Madrid con campanas, / con relojes, con árboles… / Mi casa era llamada / la casa de las flores, porque por todas partes / estallaban geranios: era / una bella casa / con perros y chiquillos / Raúl, te acuerdas? / Te acuerdas, Rafael / Federico, te acuerdas?… Y una mañana todo estaba ardiendo / y una mañana las hogueras / salían de la tierra / devorando seres / y desde entonces fuego, / pólvora desde entonces, / y desde entonces sangre / Bandidos con aviones y con moros / bandidos con sortijas y duquesas / bandidos con frailes negros bendiciendo / venían por el cielo a matar niños, / y por las calles la sangre de los niños / corría simplemente como sangre de niños… / Generales / traidores / mirad mi casa muerta… Preguntaréis por qué su poesía / no nos habla del sueño, de las hojas, / de los grandes volcanes de su país natal? / Venid a ver la sangre por las calles / venid a ver / la sangre por las calles / venid a ver la sangre / por las calles!

 

No obstante, la rígida posición unilateral de los que piensan que el compromiso de la poesía debe ser solo con la palabra y nada más, creemos que dicha postura requiere de un debate más desprejuiciado, a la luz de los nuevos tiempos. Poesía adentro, si nos sumergimos en las aguas turbulentas de las disímiles opiniones que guardan los poetas acerca de los otros vates que comparten su mismo oficio, por cuenta propia comprobaremos cómo afloran las bajas pasiones. Según Borges, “Neruda no ha de recordar sus propios poemas. Nadie puede recordarlos, y si alguien se los leyera y salteara un verso, Neruda no se daría cuenta…”  (Risas). Borges llegó al extremo de convertirlo en Carlos Argentino Daneri, el personaje de su cuento más famoso, “El Aleph”, escrito en 1945 y publicado en 1949.

 

Para el crítico literario estadounidense, Harold Bloom (1930-2019), hasta resultaba lógico que no fueran amigos: “Jorge Luis Borges cerebral, austero, auto irónico, matemático, antiperonista a ultranza; Pablo Neruda lleno de amores, mujeriego, vital, muy orgulloso de sí mismo, comunista. A Borges lo esquivó el Premio Nobel; Neruda lo ganó en 1971.

 En los últimos días de nuestro personaje, antes de su partida definitiva, el periodista Darío Oses recogió algunos datos que consideramos de sumo interés:

 

«La muerte, que con el golpe militar se extendía por todo el país, también se paseaba por la casa de Neruda en Isla Negra. Matilde (su compañera) recibía llamados del extranjero donde circulaba la noticia de que Pablo Neruda había muerto. Circulaba también una hipócrita declaración de Pinochet  a Radio Franco Luxemburguesa RT: ‘Pablo Neruda no está muerto y es libre’, decía el general, y luego aseguraba su respeto por el ‘anciano poeta, premio Nobel de Literatura, a quien todos amamos, pues es un valor nacional’… (Mientras) su casa de Isla Negra era allanada por una patrulla militar. El oficial a cargo entró intempestivamente al dormitorio del poeta y como no encontró qué decirle, le preguntó si tenía armas: ‘Muchas -contestó Neruda desde su cama-. Esta casa está llena de libros’… Era la misma fobia fascista, expresada por Goering (1893-1946)- criminal de guerra nazi, fundador de la Gestapo, comandante en jefe de las fuerzas aéreas alemanas o Luftwaffe y sucesor de Hitler-en su famosa declaración: ‘CUANDO ME HABLAN DE CULTURA SACO MI PISTOLA’. Cualquier parecido con la postura de nuestra fascista derecha criolla, no es mera coincidencia. (Risas)».

 

Finalmente, citamos el testimonio de Matilde Urrutia, compañera inseparable del poeta, que en sus “Memorias” (el 22 de septiembre) narra:

 

 “Cuando logro tranquilizar a Pablo, el poeta comienza a recordar sus días felices, su luna de miel en Capri, su matrimonio a la luz de la luna, sus amigos de Montevideo, su vida entera”. Toman la decisión de quedarse en el país, a pesar de los riesgos. En Chile está lo que más aman. Cerca de la medianoche la fiebre vuelve a sacudir a Neruda. En un momento soltó las manos de su mujer y se desgarró el pijama gritando: “¡LOS ESTÁN FUSILANDO! ¡LOS ESTÁN FUSILANDO!”.

 

Más adelante, refiriéndose a la medianoche del 23 de septiembre, Matilde escribe: “De repente, lo veo que se agita. Qué bueno, va a despertar. Me levanto. Un temblor recorre su cuerpo, agitando su cara y su cabeza. Me acerco. Había muerto. Pasó de ese sueño del día anterior a la muerte”. Pero esa es otra historia por contar, ¡Salud Poetas!

 

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Mohamed Abí Hassan (El Tigre, 1956). Poeta, artista visual y editor independiente. Licenciado en Educación, Mención Artes Plásticas (cum laude), por la Universidad de Carabobo (UC). Ha ejercido la docencia en la UC y en la Universidad Arturo Michelena. Ha sido colaborador en las revistas Poesía y La Tuna de Oro (UC). Primer Premio II Bienal de Literatura Gustavo Pereira, Mención Poesía 2013; Primer Premio IV Bienal de Literatura José Vicente Abreu, Mención Poesía 2016; Primer Premio Concurso Nacional del II Festival 3.0 de Historias Comunales Ramón Tovar (2022).

Formó parte de la Comisión Rectoral del Encuentro Internacional de Poesía de la UC. Coordinó el Taller de Formación de Cronistas Comunales en Mariara, estado Carabobo, auspiciado por el Minci, la Revista Nacional de Cultura y el Centro Nacional de Historia. Actualmente se desempeña como facilitador de talleres de iniciación en la creación literaria, así como talleres sobre patrimonio histórico.

 

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