Vuelo a lo invisible-Montejo-Mohamed Abí Hassan-columna Poesía en Compañía

Con esta quinta entrega retomamos nuevamente este vuelo poético con Eugenio Montejo, pero antes de posar nuestra mirada en la transcripción literal de lo acontecido durante el encuentro con el poeta en el espacio Vuelo a lo invisible, quisiéramos compartir la interesante disertación que hace nuestro homenajeado sobre su poema Los árboles, texto aparecido en Regiones Verbales. Los poemas cuentan su vida, en el cual Antonio Trujillo, autor del libro, logra reunir la voz de treinta poetas nacionales, quienes nos cuentan el misterioso nacimiento de algunas de sus creaciones:

 

 

Eugenio Montejo joven

“El poema fue escrito fuera de Venezuela, fue escrito en Londres, curiosamente me encontraba allí, por un tiempo. La historia de esto es que fui a hacer un curso de inglés y otras cosas, para descubrir que los cursos ingleses son sumamente costosos, los buenos; los que son accesibles no tienen mayor interés, y me dediqué el poco tiempo que estuve allí a estudiar por mi cuenta y a ver un poco de televisión y visitar galerías y museos…

Vivíamos en un barrio del siglo pasado, de pequeñas casas; ahora las alquilan a familias pequeñas. En el caso nuestro éramos cuatro: dos muchachas y dos muchachos. En frente de esa casa había un parque, un inmenso parque, que no es un parque sino una tierra dejada tranquila con los árboles, sin ninguna vereda dejada hecha por el hombre, nada que los moleste, sino la tierra y los árboles. Yo debía atravesar para ir a comer, para hacer mis diligencias o tomar el autobús, debía atravesar ese lugar que tendría cuatro o cinco cuadras de extensión. Estábamos en otoño y a partir de cierta hora estaba completamente cubierto de niebla.

De manera que esta situación: la niebla, la presencia de los árboles, que a partir de cierta hora dejaban de ser visibles -era más visible la niebla que los cubría- y la gran pasión mía por los árboles que viene de todos mis libros y desde mucho antes, hizo que este poema apareciera allí.

Regiones verbales-Antonio Trujillo-Montejo

Yo estaba justamente en media vida, en mis treinta y seis años, de manera que este poema se conecta con dos cosas: por un lado con la media vida que es un hecho fundamental para los hombres, al cruzar los treinta y cinco hay toda una situación, un cambio profundo en la existencia, este poema está íntimamente relacionado con ese hecho; por el otro está relacionado con un hecho distinto, ya que este poema fue escrito en muy poco tiempo, en muy breve tiempo, y sentí, una vez más, al escribirlo, lo que yo llamo la autonomía del lenguaje, es cuando uno siente que el lenguaje no es uno quien lo habla sino que él nos habla. Sentí allí esa autonomía lingüística que uno vive…

En todos mis libros, a través de lo que yo he tratado de hacer, hay una presencia viva, de admiración, de cuido y amor por la naturaleza. Este poema está en relación con ello.

No todos los poemas se pueden hacer en breve tiempo, es como si ellos maduraran dentro de uno. Este poema surgió muy espontáneamente en esa época, debió ser en octubre del ‘65. Sentí la espontaneidad del lenguaje. Cuando tú sientes, como dice Pasternak, que “las respuestas surgen antes que las preguntas” es que el lenguaje va a tal velocidad que uno tiene que ir tras él y tratar de seguirlo en esos casos.

Es una autonomía lingüística: ¿quién la despertó? ¿quién la puso en camino en ese instante? Puede ser la niebla, los árboles mismos, que no eran más que, pienso yo, que castaños altos, grandes, de mucha edad. En ese parque los hay muy antiguos. La niebla, los árboles, la nostalgia del país, la concentración en mí mismo; tenía mucho tiempo solitario en esa casa. Todo esto precipitó esa relación con los árboles que dice el poema…”.

 

A partir de esta valiosa apreciación personal de Montejo sobre la génesis de este poema podemos sentir en toda su magnitud su total integración con la naturaleza. Árboles, hojas, pájaros, niebla, nubes, nieve pueblan sus versos; cuestión que se repite incluso en los nombres que identifican sus libros y poemas: Humano Paraíso, Terredad, Trópico Absoluto, Partitura de la Cigarra, En el bosque, Acacias, Los árboles, Esta tierra… Así, partiendo de esta perspectiva podríamos permitirnos establecer cierta similitud, valga el atrevimiento, con la poética whitmaniana en el sentido del llamado implícito en sus textos a una vuelta del hombre de la ciudad a la naturaleza.

 

Habla Eugenio Montejo:

Voy a leer ahora un poema que está dedicado a Alejandro Oliveros, y que data de 1976-77. Se llama Setiembre (1978), dice:

 

Mira setiembre: nada se ha perdido
confiarnos de las hojas.
La juventud vino y se fue, los árboles no se movieron.
El hermano al morir te quemó en llanto
pero el sol continúa.
La casa fue derrumbada, no su recuerdo.
Mira setiembre con su pala al hombro
cómo arrastra hojas secas.
 
La vida vale más que la vida, sólo eso cuenta.
Nadie nos preguntó para nacer,
¿qué sabían nuestros padres? ¿los suyos qué supieron?
Ningún dolor les ahorró sombra y sin embargo
se mezclaron al tiempo terrestre.
Los árboles saben menos que nosotros
Y aún no se vuelven.
La tierra va más sola ahora sin dioses
pero nunca blasfema.
Mira setiembre como te abre el bosque
y sobrepasa tu deseo.
Abre tus manos, llénalas con estas lentas hojas,
no dejes que una sola se te pierda.

 

El  poema que les leí está incluido en Terredad (1978).  

Continuando con la lectura ahora voy a leerles Güigue 1918. Este poema data del ‘18, que es la época de la peste española, de la famosa gripe española. Imaginen lo que hace una enfermedad como esta en el tiempo de Gómez cuando no había nada cómo combatirla, lo que pudo ser una enfermedad como esta en un pueblo como Güigue. También este poema precisa un dato más, pues yo nazco en el ‘38, es decir, veinte años después, con esos datos, aunque el poema no se explica, pero son datos interesantes para situar la lectura del poema. Está dedicado a Juan Liscano, forma parte de Terredad. Yo estaba lejos y él hizo el favor de traer el libro a Caracas.

 

Montejo-poema-manuscrito

 

Esta es la tierra de los míos, que duermen, que no duermen,
largo valle de cañas frente a un lago,
con campanas cubiertas de siglos y polvo
que repiten de noche  los gallos fantasmas.
Estoy a veinte años de mi vida,
no voy a nacer ahora que hay peste en el pueblo,
las carretas se cargan de cuerpos y parten;
son pocas las zanjas abiertas;
las campanas cansadas de doblar
bajan y cavan.
Puedo aguardar, voy a nacer muy lejos de este lago,
de sus miasmas;
mi padre partirá con los que queden,
lo esperaré más adelante.
Ahora soy esta luz que duerme, que no duerme;
atisbo por el hueco de los muros;
los caballos se atascan en fango y prosiguen;
miro la tinta que anota los nombres,
la caligrafía salvaje que imita los pastos.
La peste pasará. Los libros en el tiempo amarillo
seguirán tras las hojas de los árboles.
Palpo el temblor  de llamas en las velas
cuando las procesiones recorren las calles.
No he de nacer aquí,
hay cruces de zábila en las puertas
que no quieren que nazca;
queda mucho dolor en las casas de barro.
Puedo aguardar, estoy a veinte años de mi vida,
soy el futuro que duerme, que no duerme;
la peste me privará de voces que son mías,
tendré que reinventar cada ademán, cada palabra.

 

LEE TAMBIÉN: «Vuelo a lo invisible con Eugenio Montejo (4)»

 

Este poema a veces me cuesta trabajo leerlo porque está muy metido en mí, pero después que supe algo que dijo el poeta Gonzalo Rojas, “que al leer no se nos debe arrugar la voz”, lo leo con más tranquilidad…

 

(Continuará). ¡Salud, Poetas!

 

***

 

Mohamed Abí Hassan (El Tigre, 1956). Poeta, artista visual y editor independiente. Licenciado en Educación, Mención Artes Plásticas (cum laude), por la Universidad de Carabobo (UC). Ha ejercido la docencia en la UC y en la Universidad Arturo Michelena. Ha sido colaborador en las revistas Poesía y La Tuna de Oro (UC). Primer Premio II Bienal de Literatura Gustavo Pereira, Mención Poesía 2013; Primer Premio IV Bienal de Literatura José Vicente Abreu, Mención Poesía 2016; Primer Premio Concurso Nacional del II Festival 3.0 de Historias Comunales Ramón Tovar (2022).

Formó parte de la Comisión Rectoral del Encuentro Internacional de Poesía de la UC. Coordinó el Taller de Formación de Cronistas Comunales en Mariara, estado Carabobo, auspiciado por el Minci, la Revista Nacional de Cultura y el Centro Nacional de Historia. Actualmente se desempeña como facilitador de talleres de iniciación en la creación literaria, así como talleres sobre patrimonio histórico.

 

Ciudad Valencia