El deseo sexual en ellas y ellos

Nuestro deseo sexual puede verse alterado por diferentes factores, tanto internos como externos. Por ello una misma persona no tiene la libido igual toda su vida.

Las mujeres son más propensas a disminuir el deseo sexual a lo largo que transcurren sus relaciones. Si además se tienen hijos, la libido parece ‘dormirse’ mientras se encarga de cuidarlos.

También esa reducción del apetito por el sexo puede deberse a que después de la etapa de enamoramiento ya siente que ha conectado íntimamente con su pareja.

 

Los hombres suelen ser más constantes en lo referido a sus hormonas. A excepción de la andropausia, ellos no tienen ‘altibajos’ como las mujeres y por ello los cambios en la libido pueden deberse a otras cuestiones emocionales o psicológicas.

 

Ellas están condicionadas por los cambios hormonales del ciclo menstrual: en la primera mitad los niveles de estrógenos aumentan. Esto favorece el flujo sanguíneo hacia los órganos sexuales y por lo tanto, aumenta el deseo sexual.

Lo opuesto sucede en la segunda mitad del ciclo, cuando interviene la hormona progesterona (la responsable del síndrome premenstrual) que se relaciona con la apatía, la irritabilidad, la depresión, los cambios de humor, los dolores en el bajo vientre y por supuesto la inapetencia sexual.

 

Deseo sexual y factores externos e internos

El estrés

La libido no es algo estable, que siempre se mantiene en los mismos niveles. ¡Es realmente fluctuante y depende de condiciones internas y externas!.

Los problemas laborales, el estrés, el tráfico, la falta de empleo e incluso la dieta que llevamos pueden condicionar al deseo sexual.

 

La comida

La alimentación puede también influir en un aumento o una disminución del deseo sexual, ya que depende de cómo sea nuestra dieta podemos tener una libido más o menos activa.

Una gran parte de nuestras acciones está íntimamente relacionada con las reacciones químicas que suceden en nuestro interior. Sin embargo, dichas reacciones son el fruto también de cosas que pasan en nuestro alrededor.

 

Medicamentos y expectativas

Algunos tratamientos médicos, cirugías y enfermedades condicionan los niveles de hormonas y desencadenan una disminución en el apetito sexual.

Si bien hombres y mujeres somos diferentes, ambos tenemos la presión de gustar al otro en el sexo. La presión en ellos está basada en los cánones sociales y en las expectativas basadas en tener una ‘buena’ erección y no eyacular pronto. En ellas, reside la ‘obligación’ de alcanzar el orgasmo.

 

Frecuencia

Otro factor que influye en el deseo sexual: la frecuencia con que tenemos sexo. A mayor cantidad de encuentros íntimos, más libido. Y lo opuesto sucede cuando pasamos cierto tiempo sin relaciones, quizás seamos reticentes a tener un nuevo encuentro.

Esto último tiene más que ver con algo psicológico que biológico u hormonal, ya que se experimenta miedo, ansiedad e inseguridad.

Cuando mantenemos relaciones sexuales periódicamente, dejamos de lado cualquier pensamiento y nos enfocamos solo en disfrutar. ¡Hay que entrenar más seguido!

 

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