Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas: Los sucesos ocurridos en Caracas el 19 de abril de 1810 continúan siendo un hecho sobre el cual se tiene mucha confusión, a pesar del gran esfuerzo realizado en los últimos años por difundir el conocimiento de nuestra historia patria y republicana, publicando libros y realizando eventos de todo tipo, especialmente en el marco del Ciclo Bicentenario. Generalmente suele señalársele como el día de nuestra Independencia, una afirmación errónea, pues esto ocurrió el 5 de julio de 1811, cuando el Congreso de Venezuela la declaró frente a España.

El 19 de abril de 1810 se constituyó en Caracas un gobierno integrado por criollos para sustituir al Capitán General de entonces, Vicente Emparan, manifestándose intereses diversos: los de quienes aspiraban un reacomodo de la situación sin romper el nexo con España, de allí provendría la orientación inicial de la Junta: conservar los derechos de Fernando VII. Y la de quienes aspiraban igualdad de derechos políticos, que era el caso de los pardos.

Negros, esclavos y libertos, así como los indígenas, aunque con aspiraciones propias, no estaban representados en la Junta.

 

La soberanía regresa al pueblo

Tres son las razones que explican este hecho: en primer lugar, la invasión al territorio español por parte del ejército francés en 1808, que habría sido facilitado por el desconocimiento de Napoleón del Tratado de Fontainebleau de 1807, según el cual, España prestaría su territorio para el tránsito del ejército francés que tenía como propósito conquistar Portugal. Pero, una vez alcanzado ese objetivo, continuaron ocupando el territorio español, generando la reacción del pueblo ibérico.

En segundo lugar, la disputa entre la familia real luego del motín de Aranjuez, de marzo de 1808, que produjo la abdicación del Rey Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII, un hecho del cual el primero se retractaría, razón por la que intentaría retomar el trono, para lo cual se invocó la mediación del emperador francés, quien valiéndose de artimañas, no sólo apresó a la familia real en Bayona, sino que impuso a su hermano, José Bonaparte, como rey de España. Esta situación obligó a los habitantes de la Metrópolis a buscar mecanismos para reorganizar el gobierno y resistir la agresión gala, situación que condujo a la conformación de la llamada Junta Suprema de Gobierno, en 1808 y, más tarde, en 1810, el Consejo de Regencia.

Fue la existencia de estas diversas instancias de gobierno, que se abrogaban la legítima representación de la monarquía, uno de los argumentos esgrimido por el Ayuntamiento caraqueño para invocar el principio de que en ausencia del Rey la soberanía regresaba al pueblo y, siendo el Ayuntamiento su expresión más genuina, tomaban la decisión de expulsar al Capitán General Vicente Emparan y gobernar, ellos, hasta tanto el Rey Fernando VII pudiera hacer uso de todas sus facultades y prerrogativas.

Y aquí viene la tercera razón: La decisión, en el fondo, hacía realidad una vieja aspiración del mantuanaje criollo: la posibilidad de ejercer el poder político, función que sólo alcanzaban en situaciones excepcionales, pues las instancias de gobierno estaban destinadas a los blancos peninsulares. Una pretensión que ya había tenido un intento fallido en los sucesos del año 1808 conocidos como Conspiración de los Mantuanos, que terminó en el arresto domiciliario de personas vinculadas a las familias más pudientes de la Caracas colonial y la apertura de procedimientos judiciales que se dirimieron ante la Sala de Justicia del Consejo Supremo de Indias.

 

El gobierno de la península

Con estos antecedentes, el 19 de abril tuvo lugar un Cabildo abierto al cual fue invitado a comparecer el Capitán General Emparan y para el cual estaban concertados miembros del matuanaje, el gremio de pardos, así como sectores de la iglesia y la milicia, asistiendo la autoridad militar pensando que se trataba de una reunión informal.

Los asistentes interpelaron a Emparan con relación de la incertidumbre que generaba la titularidad del gobierno en la península y le propusieron la conformación de una Junta de Gobierno en Caracas de la que formaría parte. El jefe español puntualizó que no había necesidad de tal acción pues el gobierno era ejercido, ahora, por el Consejo de Regencia en sustitución de la Junta Suprema y, luego de un largo debate, se retiró para asistir a los actos religiosos del Jueves Santo.

Cuando se disponía a ingresar a la Catedral, el joven Francisco Salias, asiéndole por el brazo, le conminó a regresar al Cabildo. El argumento de los criollos era el siguiente: No habiendo claridad de quién ejercía el gobierno en España y habiéndose constituido el Consejo de Regencia sin el consentimiento de los americanos, los integrantes del cabildo pasaban a erigirse como los legítimos depositarios de la soberanía popular hasta tanto el monarca recuperara sus funciones.

Ante esta situación y luego de largos argumentos de parte y parte, Emparan salió al balcón del cabildo y, dirigiéndose a la multitud congregada en la plaza Mayor, les preguntó si estaban contentos con él y si querían que siguiera gobernando, obteniendo como respuesta un rotundo no, instigado por la señal negativa del canónigo José Cortés de Madariaga.

Así los hechos, el debate historiográfico oscila entre quienes miran este suceso como un acto de continuidad del orden monárquico, y quienes lo ven como un acto revolucionario que sentó las bases del proceso independentista. Si bien es cierto que el nombre de la propia Junta de Gobierno se atribuye la función de conservar los derechos del rey Fernando VII, tal circunstancia debe ser vista como un proceso en el que había múltiples intereses, de los que se desprende que el nombre de la Junta en sí mismo no resumía una voluntad absoluta de lealtad a la corona española.

De hecho, los sucesos de ese día constituyen un acto de rebeldía a la autoridad española representada por Emparan, pues el cabildo abierto no ha debido efectuarse sin el consentimiento del Capitán General, único con la potestad para convocarlo. Que eso haya ocurrido expresaba las contradicciones presentes entonces.

Otro elemento es la inacción de la guardia de granaderos, que siguiendo órdenes de su capitán, Luis de Ponte, se inhibió de actuar ante la intimación realizada al Capitán General por el joven Francisco Salias, un hecho que en la práctica indicaba a Emparan que ya no tenía mando real.

Aunque la jerarquía eclesiástica no estuvo comprometida ni apoyó esta acción, si obtuvo el visto bueno de sacerdotes y curas de parroquia, destacando la participación en el cabildo del canónigo de origen chileno José Cortés de Madariaga.   

 

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Entonces, el 19 de abril no es el día de la independencia, sino un acto de rebeldía contra la autoridad española que se irá expresando con más claridad en el transcurso de los meses siguientes. A partir de estos sucesos se fueron concatenando hechos que conducirían a la ruptura definitiva con la monarquía: la elección de los diputados e instalación del Congreso Constituyente, la declaración la Independencia el 5 de julio de 1811, y la conformación del gobierno de la Primera República.

 

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"La Campaña de Oriente de 1813", por Ángel Omar García

Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

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