“El 23 de enero de 1958” por Ángel Omar García González

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Amigas y amigos constructores de sueños, forjadores de esperanzas, los sucesos ocurridos el 23 de enero de 1958 son la expresión que sintetizó el deseo de vivir en libertad y democracia de un pueblo que había transitado, en el siglo pasado, dos dictaduras crueles y sanguinarias: la de Juan Vicente Gómez y la de Marcos Pérez Jiménez.

Una aspiración que se concretó en el llamado “Espíritu del 23 de Enero”, y que sería el resultado de la unidad cívico-militar que comenzó a gestarse los meses previos a la huida del dictador, luego del llamado a la unidad a las fuerzas democráticas que realizó, en febrero de 1957, el XIII Pleno del Comité Central del PCV, llamado que habría auspiciado la formación de la Junta Patriótica.

Unidad cívico-militar: Los planteamientos que formuló el Comité Central del Partido Comunista encontraron acogida en otras organizaciones políticas opuestas al régimen. En junio de 1957, José Vicente Rangel, Amílcar Gómez y Fabricio Ojeda, dirigentes de URD, se reúnen con Guillermo García Ponce, miembro del Partido Comunista, para conformar una organización que luchara por alcanzar una amnistía general, elecciones libres y la instauración de un régimen democrático.

La Junta Patriótica, como fue bautizada, contaría pronto con el apoyo de Acción Democrática y el Partido Social Cristiano COPEI. Fabricio Ojeda, quien cubría la fuente del Palacio de Miraflores, redactaba los comunicados en nombre de la Junta, en los que se denunciaban las atrocidades del régimen, así como la pretensión de prolongarse en el poder a través de la convocatoria a un plebiscito no establecido en la Constitución vigente.

Desde esta instancia, se entraría en contacto con gremios profesionales, uno de los primeros el médico, y más tarde con miembros de las Fuerzas Armadas. Se buscaban puntos de encuentro para enfrentar las pretensiones continuistas del régimen. Eran los primeros pasos en la búsqueda del consenso y la unidad necesaria para derrocar la dictadura.

Sin embargo, más allá de lo señalado, resulta importante mirar la unidad cívico-militar, no como una circunstancia construida en conciliábulos por los conspiradores; sino como la expresión de una complementariedad histórica entre pueblo y ejército que se remontaría hasta el propio proceso independentista y más allá. Y que está fundamentada en el hecho de que nuestro ejército (el independentista y el profesional) siempre ha estado conformado de pueblo, no de oligarquía; razón que facilita la identificación con los sectores populares en medio de las dificultades. Quizás por eso, la convocatoria a una huelga general el día 21 de enero, fue respaldada con la sublevación militar la madrugada del 23 de enero.

Huelga general: La crisis final de la dictadura se agudizó luego del fraude electoral del 15 de diciembre de 1957. La sensación de seguridad que pretendió transmitir el gobierno de Pérez Jiménez, favorecida por las festividades decembrinas, fue trastocada por el alzamiento militar del 1º de enero de 1958, liderizado por el teniente coronel Hugo Trejo. Y por los sucesivos cambios de gabinete ministerial, los días 10 y 13 de enero, que pretendían atenuar la crisis y que dejó al gobiernos sin dos de sus principales soportes en los ámbitos político y policial: Laureano Vallenilla Planchar, ministro del Interior; y Pedro Estrada, el jefe de la policía política: la Seguridad Nacional.

 

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En medio del clima de tensión e inestabilidad, diversos sectores civiles: intelectuales, sindicatos, gremios empresariales, la Iglesia Católica, comenzaron a exigir un cambio de gobierno. Las demandas alcanzaron su grado de mayor paroxismo el día 21 de enero, fecha en que la prensa no circuló y, a partir del mediodía, las cornetas de los carros y las campanas de las iglesias anunciaban el comienzo de la huelga general. Entre la tarde del día 22 y la madrugada del 23 se produjeron las sublevaciones de los oficiales de la Escuela Militar en Caracas y de las guarniciones navales de La Guaira y Puerto Cabello. Sin apoyo político y militar, Pérez Jiménez huyó la madrugada del 23 de enero.

Pueblo alerta: El derrocamiento de la dictadura fue una victoria del pueblo que, en perfecta unidad cívico-militar, produjo las soluciones que el momento histórico demandaba, manteniéndose alerta a todo lo largo de aquel histórico año; demandando cambios frente a la conformación de una Junta Militar de Gobierno que representaba los intereses del derrocado dictador; enfrentando las amenazas golpistas del general Castro León y rechazando la presencia yanqui del vicepresidente de los EEUU, Richard Nixon. Todo para procurar establecer una democracia comprometida con los intereses populares, con la soberanía y la independencia nacional.

 

Ángel Omar García González / Ciudad Valencia