El cambur o banana es la fruta de mayor consumo a nivel mundial. Por tal motivo, es el cuarto producto vegetal que más se comercializa y solo lo superan los tres grandes cereales: el maíz, el arroz y el trigo.
Proviene del banano, una hierba de tan grandes proporciones –puede alcanzar hasta quince metros de altura–, que la mayoría de las personas lo considera un árbol.
Puede decirse, sin embargo, que tanto el cambur como su primo, el plátano, son frutas semicreadas por el hombre, ya que se convirtieron en las delicias que conocemos gracias a la intervención de los agricultores.
La banana original –una fruta que aún existe silvestre en el sudeste asiático, de donde es originaria–, es áspera, pequeña y, prácticamente, no tiene sabor.
Tanto el cambur como el plátano carecen de semillas, lo que los hace estériles. No se reproducen naturalmente, sino que, cuando las plantas mueren, se les reemplaza por retoños.
Por otro lado, de las casi 500 variedades de banano que existen, apenas se cultiva en gran cantidad una de ellas, la Cavendish, lo cual –en palabras de expertos–, ha sumido a la planta en “un letargo evolutivo”.
La falta de diversidad genética derivada de esto ha debilitado tanto al cambur como al plátano y las ha hecho bastante vulnerables a dos tipos de hongos a los que son especialmente sensibles, capaces de destruir cultivos enteros en cuestión de días.
LEE TAMBIÉN: “La lluvia ácida”
Debido a ello y pese a su enorme producción mundial, la banana o cambur y el plátano corren peligro de desaparecer en los próximos años.
Esta o una situación parecida ya la han vivido otras plantas y los resultados han sido catastróficos. Fue el caso de la papa o patata, en Irlanda. Allí, la siembra de este tubérculo se inició a partir de una única papa, por lo que cada una de las que se cultivaron en los siguientes años tenía la misma composición genética que la original.
Tal falta de diversidad hizo de la papa irlandesa, en el siglo XIX, una planta excesivamente vulnerable a las plagas que la atacaban, al punto de que casi se extinguió, cuando un hongo arremetió contra los cultivos y acabó con casi todos ellos.
En nuestros días, el plátano también está amenazado por un hongo. Se trata de la llamada Enfermedad de Panamá o Mal de Panamá, que infecta las raíces de la planta y le impide absorber el agua.
Dicho hongo tiene el insípido nombre científico de Fusarium oxysporum f. sp. cubense y, aunque se originó en otras latitudes –probablemente, en Sudáfrica o Australia, naciones que lo han padecido–, se le confirió la nacionalidad del país centroamericano.
El problema es que, si bien este mal o enfermedad se trata con fungicidas, estos deben ser cada vez más potentes, pues el hongo, con el tiempo, se hace más resistente.
***
Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
Ciudad Valencia
