I
Desde 1983 he votado en el liceo Manuel Felipe de Tovar, ubicado en la urbanización La Viña de Valencia.
A partir de 2004, año en el que se efectúan los primeros comicios luego de consolidarse la polarización chavismo-antichavismo, la oposición logró ganar holgadamente en este centro de votación por un margen de 87 a 13 -más o menos-, con una participación del 80% de la población electoral.
El 28 de julio el resultado fue similar, pero solo participó el 45%. Es decir, del caudal de votos en otrora sólido a favor de la oposición, cerca de la mitad se abstuvo, sea porque se trata de electores que no están en el país o porque decidieron no votar.
Llegué a la 1 pm, no había personas en cola, sufragué en un minuto y me fui entendiendo que Maduro había ganado el proceso, fundamentalmente porque la convocatoria de sus adversarios no había calado y la maquinaria del Gran Polo Patriótico garantizaba la movilización de la base social chavista.
II
Con algunos meses de antelación, la campaña de la oposición transnacional se basó en un triunfalismo sobreactuado que, seguramente, convenció a sus seguidores más fieles. El desgaste de Maduro y su núcleo electoral ya había sido estimado en un 15%, pero la derecha cargaba con la difícil tarea de llevar a votar a antichavistas convencidos de que “esta dictadura no sale con votos” más la ausencia de varios millones de personas que migraron despavoridos siguiendo la ruta que, hace algunos años, marcaron con señuelos Guaidó, Trump y los miembros del Grupo de Lima, entre otros. Es decir, era y sigue siendo imposible que los herederos políticos de Carmona Estanga y la Coordinadora Democrática (2002-2004) vencieran el 28 de julio.
III
Durante toda la campaña y vista la propaganda triunfalista, muchos aseguraban que la vocería antichavista, dentro y fuera de Venezuela, no reconocería los resultados oficiales. Significaba esto que la palabra “fraude” sería empleada nuevamente para titular los principales portales de los medios de comunicación del gran capital universal y de sus cipayos, lo que en efecto, y otra vez, ocurrió.
De nuevo, María Corina Machado denuncia públicamente fraude como lo hizo en todos los procesos electorales anteriores, aunque muchos le recuerdan que en 2002-2003 las denunciadas fueron ella y su asociación Súmate por una comprobada y masiva falsificación de firmas contra Chávez.
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Ciudad Valencia