Bolivia tras golpe de Estado
Tras la candidatura de Arce y Choquehuanca se espera la reacción del pueblo en las urnas

La derecha boliviana, y sus amos imperiales, tras el golpe de Estado de 2019,  hoy se resiste a perder el “poder”. En doce meses ha movido todas las piezas para trancarle el paso no sólo a Evo Morales, sino también a revertir ciertas conquistas del pueblo.

Almagro grita ¡fraude!, en claro idioma castellano, pero del otro lado de la línea telefónica le decían, in english, ¡fraud!. La Organización de Estados Americanos (OEA) encendía la chispa

El ministerio de Colonias “daba” la orden a la fuerza militar y policial para que “apresurara” la solicitud de renuncia a Evo Morales. En ese instante se consolidaba el golpe de Estado en la “niña mimada del Libertador Simón Bolívar”.

 

El triunfo de Evo  el 20 de octubre le lleva al golpe de Estado

Justo este martes 20 de octubre se cierra el ciclo de los primeros 12 meses del zarpazo imperial contra Bolivia. Las elecciones generales se realizaron el domingo 20 de octubre del 2019.

Cinco días después el Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirma a Evo Morales el 47,08% de los votos mientras que a Carlos Mesa 36,51 %.

Bolivia tras el golpe de EstadoEvo Morales
Desde Argentina, exiliado, Evo Morales aguarda los acontecimientos este domingo 18

 

Morales estaba sobre el 40%, y con 10 puntos por encima del segundo. Entonces no habría segunda vuelta. El pueblo boliviano, conocedor de las penurias de siglos, de dictaduras “made in usa”, de hambre, de racismo, de corrupción, respalda al jefe indio. Pero la OEA estaba allí para mover los hilos del golpe de Estado.

 

El líder indígena víctima del zarpazo imperial

El lacayismo boliviano y la derecha rancia racista se la tenían jurada a Evo Morales y al Movimiento al Socialismo (MAS). Lo único que le podían cuestionar a Morales era que se había convertido en el mejor Presidente, después de Bolívar y Sucre.

El zarpazo imperial no se conformaba con la renuncia del Presidente. Acariciaban el magnicidio o una prisión que le inhabilitara política y socialmente.

Rechazaban la candidatura del dirigente indígena porque carecían de argumentos para vencerle en las urnas. Tal como acontece en Venezuela, la derecha boliviana  acusaba a Evo de dictador, y de dictadura su gobierno. Acusación esta que hacían ante un enjambre de micrófonos de medios nacionales e internacionales.

 

La OEA encendió la chispa del golpe de Estado

Hubo dos informes de la OEA, uno antes  que el TSE publicara los resultados oficiales, y luego el definitivo, posterior al 25 de octubre. En ambos informes dan cuenta de “supuestas irregularidades” en el recuento de votos. La palabra clave era irregularidades, pero el eco, en las declaraciones de la derecha y de los medios era ¡fraude!. Con ello se enfilaba al golpe de Estado.

Los análisis de expertos en estadísticas electorales y  de reconocidas universidades del mundo y de los Estados Unidos, desmontaron la trama de la OEA. Quedó por demás visible que el 20 de octubre en Bolivia no hubo fraude. Luis Almagro, el ministro de Colonias quedó desnudo. La OEA conducía el golpe de Estado.

En los últimos 20 años Washington  ha centrado sus esfuerzos en derrocar a la Revolución Bolivariana. No le servía aplicar las mismas recetas usadas contra Salvador Allende. Al imperio le era, y aún le es, urgente ir a la yugular del socialismo del siglo XXI. Sin embargo,  nada aconsejable era descuidar a Nicaragua, a Cuba, a Honduras, a Bolivia, a Uruguay y hasta Argentina.

 

FMI reconoció méritos de Evo Morales en recuperación económica

En el caso boliviano no pudieron acabar con la economía  de la nación del altiplano, mediante una guerra económica. Por el contrario, y para dolor imperial, el propio Fondo Monetario Internacional, no le quedó otra, que reconocer la recuperación económica de Bolivia. En esos trece años de “dictadura” Evo sacó de la pobreza a millones de sus compatriotas.

El par de informes del ministerio de las Colonias le abrió el portón a la jauría de la ultra derecha racista. La turba incendiaria y criminal salió a las calles,  comandadas por policías y militares vestidos de civil, hablaban de fraude. Los medios  repetían que el “pueblo” acusaba a Evo de fraude.

El 10 de noviembre el líder indígena, con un dejo de ingenuidad, le pedía tregua a la derecha.  Primero aceptaba la segunda vuelta, luego, repetir la primera vuelta. Ya para entonces la jauría en la calle, apaleaba al pueblo y ya no quería ni segunda ni primera vuelta. La derecha quería la salida del Presidente y hasta la vida. El zarpazo imperial estaba en proceso.

 

Más que la renuncia querían la muerte de Evo

Para ese 10 de noviembre Evo había recibido, en privado, el ultimátum de los militares. Ya para entonces, la policía, en rebelión, protegía a las turbas de la derecha en las calles.

El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, William Kaiman, sirviendo de vocero del alto mando militar  “sugería” públicamente  a Evo Morales que renunciara. Luego, en horas de la noche, mediante transmisión televisiva, Morales renunciaba.  Lo hacía al mandato que aún no concluía, y al que había obtenido el 20 de octubre. La renuncia por coacción es un  vulgar golpe  de Estado.

Luego vino la salida apresurada de Morales del país, no tanto para evitar la prisión, sino porque se temía que había orden de darle muerte. De asesinarle mediante el montaje de un hecho fortuito.

 

Gobierno de transición para evitar retorno del MAS

Con la lectura de varios versículos de la Biblia, y con esta en la mano, se desató el Gobierno de transición. También hubo asesinatos, detenciones, allanamientos y persecuciones contra dirigentes del MAS, contra ex funcionarios de Morales, contra dirigentes sindicales y gremiales.

Al instalarse el llamado Gobierno de transición dejan en claro que su objetivo apunta a consolidar el golpe de Estado. Es por ello que la presidenta de facto, la autoproclamada Jeanine Áñez, deja ver que su principal meta es evitar, por todas las vías, el retorno de Evo y del MAS.

La pandemia por covid-19 ha sido la excusa perfecta para posponer en varias ocasiones los comicios generales de este año. Luego, las nuevas autoridades electorales se han prestado a respaldar las trabas que el Gobierno ha interpuesto a la dirigencia masista y a sus candidatos. El zarpazo imperial aún sigue vigente.

Bolivia tras el golpe, jeanine Áñez al autoproclamarse desató una persecución contra el pueblo

 

No sólo con la renuncia a la candidatura de Áñez, sino con ciertas denuncias contra el candidato a la Presidencia por el MAS, Luis Arce y contra David Choquehuanca, el Gobierno de facto siguió acariciando la meta de inhabilitar al partido de Evo Morales y todos sus candidatos.

 

Trancar el voto boliviano del exterior

Los cálculos y sondeos de las últimas semanas han revelado que del voto del exterior el MAS pudiera sumarse un 5% del total. A esto, los Gobiernos afines a la derecha boliviana han levantado justificaciones para impedir que en sus países se realicen estas elecciones.

Las últimas denuncias apuntan a que el Gobierno de Áñez, en línea con Washington se juega en la calle acciones de falsa bandera y falso positivo. El objeto es acusar al MAS y anular las elecciones. El pasado viernes el Gobierno de Áñez hizo resistencia a una delegación de Argentina invitada como observadora para los comicios de este domingo 18. El régimen está dispuesto a trancar los pasos a ciertas misiones de observación. Tal vez se espera que la delegación de Luis Almagro tenga la última palabra.

La derecha boliviana se la juega a ir a una segunda vuelta. Se le juega con los porcentajes, los chantajes, las extorsiones y las montañas de dólares. Todo le dejaría un escenario a su favor. En cambio, un triunfo temprano, en el conteo rápido, de Luis Arce desataría todos los demonios y el zarpazo imperial seguiría vigente.

 

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Ciudad VLC / William Herández