historia de un desembarco

Hay un claro elemento de semejanza con los hechos fallidos del 30 de abril de 2019 y los ocurridos el pasado 3 de mayo en las costas del estado La Guaira.

En ambas situaciones pareciera haber un matiz de “realismo mágico”, y no porque Riohacha esté presente en ambas historias, ni porque sus personajes pareciesen sacados de una historia creada por Gabriel García Márquez. Veamos.

Sostiene un caricaturista sobre estos hechos, que si la oposición venezolana llegara a adquirir un circo sería altamente probable que “los enanitos le crezcan” y que “la mujer barbuda quede lampiña”.

En abril de 2019, llamar a un alzamiento militar y civil, a través de las redes sociales, desde una céntrica autopista, pudo haber obtenido “éxito” si hubiese contado con un trabajo político, planificado y coordinado. 

El “éxito” tal vez era el desencadenamiento de eventos violentos, con muchos muertos, heridos y considerada destrucción, incluidos.

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Contrariedad del fracaso

Pero, con el amanecer del 1° de mayo los alzados descubren en sus rostros la contrariedad del fracaso, y se retiran, dejando abandonado algunos pertrechos militares y un llamativo “guacal” de cambures.

Un años después, justo el 3 de mayo de 2020, un desembarco fallido en Macuto, en el estado La Guaira, por parte de un pequeño contingente de militares y policías desertores, no habría tenido mayor atención si no se hubiese desatado el intercambio de disparos entre navegantes y fuerzas policiales, que dejó un saldo de ocho personas fallecidas, entre los incursores.

No hay duda que el llamado del 30 de abril de 2019 pretendía darle fuego a un polvorín, a las puertas de una base militar y que esto tuviera violentas réplicas en todo el país.

La meta era marchar luego al Palacio de Miraflores para el asalto al poder político. Pero no hubo polvorín, ni mucho menos réplicas, es decir, ausencia de poder de convocatoria. Ni militares ni civiles dieron apoyo al alzamiento.

Por su parte, el desembarco guaireño, al igual que la muy seria “comiquita” de las adyacencias de la base militar La Carlota, se ha prestado para chistes, memes y otros comentarios.

No hay ninguna duda que Macuto está a años luz de alguna semejanza con Playa Girón, sin embargo, el objetivo es por demás serio: sigue presente la intención de doblegar los planes de un pueblo e imponerle la voluntad imperial.

En Macuto, particularmente su capítulo II, Chuao, se asume el protagonismo miliciano, el protagonismo popular.

 

Desde territorio colombiano se impulsa la agresión

Atrás quedan todas las evidencias. En territorio colombiano se planificó, se coordinó y se ejercitaron las acciones para incursionar por el Caribe, al igual que con los drones del 4 de agosto de 2018.

Luego de estos hechos las denuncias por parte del Gobierno venezolano fueron precisas.

El vecino país recibió los nombres de sus funcionarios involucrados. Hasta se le entregó las coordenadas donde entrenaban los grupos terroristas participantes del atentado con drones explosivos. El objeto era asesinar al Presidente Nicolás Maduro.

Ninguna instancia del Estado Colombiano se activó ni siquiera para simular una investigación.

Es que al Estado neogranadino no le urge guardar apariencias. Recordemos los eventos del 22 y 23 de febrero de 2019, estos dejaron en claro que las autoridades colombianas expresaban abierta hostilidad contra Venezuela y sus autoridades.

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El Gobierno de Iván Duque, con el respaldó orquestado del poder mediático entró en sintonía con la vocería de Washington para darle apoyo a la matriz de que Venezuela es terreno del ELN, de la disidencia de la Farc y de grupos narcoterroristas.

Iván Duque, en su oportunidad dijo que los nexos de Juan Guaidó con la banda narco paramilitar Los Rastrojos no tenía importancia “ante los nobles sentimientos del político venezolano”.

 

La comiquita con las armas que iban para El Pantera

En la última semana de marzo ocurre, cerca de Barranquilla, algo inesperado: la policía de tránsito detecta un vehículo que transportaba un cargamento de armas, municiones y pertrechos militares.

El conductor, en conocimiento de que el Estado Colombiano es parte del objetivo final de ese cargamento, quiso hacer ver al funcionario que no debería poner trabas a ese transporte. La insistencia policial hizo que el hecho se hiciese público.

El armamento estaba destinado a los grupos paramilitares, terroristas que entrenan en el norte colombiano.

De inmediato se activaron las denuncias en Caracas no sólo señalando a los militares desertores radicados en Colombia sino también hacia los políticos venezolanos de extrema derecha residenciados en este país.

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La detección de esas armas destapó un avispero. Venezuela avivaba sus denuncias contra la administración de Iván Duque como protector de los grupos terroristas y mercenarios, integrados por algunos desertores venezolanos y algunos extranjeros dispuestos a hacer armas contra la Revolución Bolivariana.

La denuncia de las armas “incautadas por el propio Gobierno colombiano” parecía un contrasentido para los sectores opositores venezolanos.

Contrasentido que provocaba la distorsión de fechas y planes preparados contra la revolución chavista.

Es por ello que la acusación de narcotráfico, hecha por la Fiscalía de los Estados Unidos contra el Presidente Maduro y de otros integrantes del Estado Venezolano, se percibe como un movimiento de ajedrez de Washington ante los avances de Caracas no sólo ante el Covid-19 sino con sus denuncias contra Iván Duque.

A Clíver Alcalá lo sacan de la jugada

El ofrecimiento de recompensa criminaliza al Presidente Venezolano. Inesperadamente promete también una millonada por la captura de Clíver Alcalá Cordones, quien hasta entonces era el jefe coordinador de los tres grupos de terroristas-mercenarios que se entrenaban en la colombiana población de Riohacha.

Clíver sabía que lo estaban sacando de la jugada. Podía presumir que era una decisión de Juan Guaidó y no de Donald Trump.

Fue entonces cuando asumió, para su defensa, que las armas incautadas eran para la “liberación de Venezuela”, y que él era el responsable que ese cargamento bélico llegara a manos de El Pantera en Riohacha.

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Dijo que le había informado al gobierno de Duque de todos los requerimientos con relación a lo que ocurría con las armas que estaban amparadas por un contrato.

Sostuvo que tal contrato fue firmado entre Juan Guaidó y “asesores norteamericanos” y que en este documento se apreciaba la compra de unas armas, en el contexto “de la liberación de mi país”.

En esa ocasión Clíver Alcalá agregó que el contrato, del que ahora se sabe que es por un monto de 212 millones de dólares, era con la contratista de “seguridad” Silvercorp USA, cuyo jefe es el ex militar estadounidense Jordan Goudreau, y quien trabaja para el Presidente Donald Trump.

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Guaidó debería  demandar a Jordan Goudreau

Ninguno de los firmantes del documento niegan que esa sea su firma: además de Goudreu están el comisionado del interino Sergio Vergara, J.J Rendón y un abogado de apellido Retureta.

El único que dice que su firma fue forjada es Juan Guaidó. Entonces tendrá que proceder a demandar ante tribunales de EE.UU a la empresa Silvercorp y a su dueño Goudreau.

 

Macuto mágico o el lenguaje cantinflérico de la oposición

Las primeras horas del domingo 3 de mayo convirtieron a la muy poblada comunidad de Macuto en un escenario “mágico”.

Para una inmensa porción opositora en ese sector del litoral no ocurría, ni había ocurrido nada. Que todo se trataba de una maniobra del régimen de Maduro para ocultar otros eventos que sucedían en el país.

El anuncio de los nombres personas fallecidas, de mercenarios caídos, de quienes se sabía estaban residenciados en Colombia, tendría poca vigencia ante un desmentido.

Los minutos y de las horas le siguieron al silencio de quienes sostenían que lo de Macuto era, lo que en términos periodístico se llama una “olla” una especie de “verdad” manipulada.

Mientras que el mercenario Jordan Goudreau, dueño de la empresa Silvercorp, reivindicaba para su equipo la acción armada, perpetrada en Venezuela, Juan Guaidó sostenía las dudas que tales hechos fuesen ciertos.

“Mientras ignoran la masacre de Guanare y el enfrentamiento en Petare, pasa lo de Macuto. Buscan confundir y sembrar evidencias”, sostuvo temprano en un tuit. Pero la avalancha de hechos le obligó a cambiar el discurso, con un dejo cantinflérico: “Nicolás Maduro, tú eres el responsable, sabían de esta operación y los esperaron para masacrarlos”.

El objetivo real del desembarco

La incursión mercenaria en Venezuela proveniente de Colombia es sin ninguna duda la crónica de un ataque mil veces anunciado.

En evidencias claras y confesas estos mercenarios venían a desarrollar actos violentos que apuntaran a desarrollar otros eventos que dieran con el derrocamiento de la Revolución Bolivariana.

Dicho así parece algo fácil y sencillo como si no se tomara en cuenta el alto respaldo popular y militar que es parte de la Revolución venezolana.

Cabe preguntarse si el desembarco era parte de un evento general que tendría como objetivo respaldar otras acciones de mayor envergadura a realizarse ese día.

También cabe la pregunta si el envío de 56 hombres en dos pequeñas embarcaciones con la intención de provocar muchos muertos, incluyendo dos marines, se hizo para destapar, de una vez por todas, la ira de Donald Trump.

 

LEE MÁS:  ¿POR QUÉ NO AGARRAN PRESO A GUAIDÓ?

 

Ciudad VLC/William Hernández López

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