José Ramón Rodríguez-23 de Enero

¿Cómo respondemos y actuamos los seres humanos en épocas de crisis?, es todavía una respuesta no acabada de completar, en especial cuando la temporalidad está signada entre la salud y enfermedad.

El imaginario de la Filosofía Escolástica Medieval contextualizaba una visión de la peste negra, donde el pecado, la herejía, la falta de un “adecuado” canon moral, ocasionaba todos los males del purgatorio en la vida terrenal. Antes del surgimiento de la peste en 1347, las circunstancias de la muerte estaban configuradas en hechos predecibles, tales como guerras, parto, accidentes de trabajo, enfermedades, hambre debido a las malas cosechas entre otras causas.

Es importante apuntar que el siglo XIV se caracteriza entre otros elementos, por ser una centuria llenas de guerras, por ejemplo la guerra de los cien años entre Francia e Inglaterra (1347-1453) Rebeliones campesinas en Alemania, conflictos de unificación política en Italia, constante enfrentamiento entre señores feudales y siervos, una gran tensión en el pórtico de un cambio de época, donde el capitalismo empieza a ser embrión de las nuevas relaciones sociales de producción.

El crecimiento exponencial de la peste en el medioevo, es por el desarrollo de las vías o rutas comerciales de oriente hacia Europa, el intercambio de mercaderías y materias primas en estas regiones geográficas, hace posible que la zoonosis, enfermedad trasmitida por las pulgas de las ratas, penetre en todos los extractos de la sociedad europea. La muerte no tiene imparcialidad o es neutral con los hombres y mujeres, niños y ancianos, sacerdotes, artistas, comerciantes, y señores feudales, las intermitencias de las muertes se convierten en rutina sistemática, en su punto de arranque que va desde 1347 a 1353 en adelante.

La precariedad de la medicina medieval, tanto en el estado de la salud física, como psíquica, es deficiente, el modelo medicinal de Aristóteles, no es suficiente, para una interpretación de la medicina donde la ciencia pueda dar respuesta creíbles sobre las causas y las alternativa de soluciones sobre las enfermedades, el concepto y practica de ciencia se enfrentaba a toda una cosmovisión, la ciencia todavía tiene camino que recorrer para convertirse en un nuevo factor de la existencia humana, mientras tanto el arte de curar lleva su iconografía en la figura del curandero, rodeado del estigma de poderes mágicos.

La medicina al igual que una filosofía de la misma todavía estaba en los ocultaba en los monasterios. El reporte de víctimas en forma directa o indirecta por contagios, falta de recursos, abandono tiene una data de más de 48 millones en la “vieja Europa” nada más, cerca del 30% de la población total. La vida que acabo la peste en siete años, tardaría dos siglos en volver estabilizar el número de habitantes. Las epidemias y enfermedades del siglo XIV, como la peste negra, y otros males como la malaria, el cólera y el tifus, van a influir en el construcción de un modelo de prevención sanitaria, que solo la ciencia y la técnica podían alcanzar con el surgimiento del renacimiento edad moderna, capitalismo modelo medico occidental.

     “Con tanto espanto habría entrado esta tribulación en el pecho de los hombres y mujeres, que un hermano abandonada al otro y el tío al sobrino, y la hermana al hermano y muchas veces la mujer a su marido y lo que es mayor cosa es y casi increíble, los padres y madres evitaban visitar a atender a los hijos como si no fuesen suyos” Boccacio. El Decamerón.

Cambios de la manera de vivir y morir en la peste negra.

Los partes diarios de muertos en Europa eran entre la franja de los 300 a 600, la muerte no tenía tiempo para “declararse en huelga” y esto proporcionalmente ubica a la vida como una brevedad, como finitud inmediata. El cuidado del si ya no era suficiente, se empieza a tener asco ante la fealdad de la muerte y el cuerpo putrefacto. El vocabulario de la edad media era de peste o plaga para referirse a cualquier calamidad de la salud. Entonces las explicaciones y respuestas eran:

  • Atribuir la peste orígenes sobrenaturales y metafísicos.
  • Conducta de penitencias, oraciones, peregrinaciones, culto de reliquias, uso de talismanes y formulas cabalísticas.
  • Perdida de la fe, asumiendo conductas supersticiosas que rayaban en el satanismo.
  • Histeria individual y colectiva impregnada del imaginario de magia y brujería.
  • Ante la falta de cura surge una conducta del disfrute de la vida, se borra lo sagrado y obsceno, escenas de crímenes, sacrilegios, promiscuidad y derroche.
  • Se vive con intensidad, ante el miedo, incertidumbre, desesperación, es el propio purgatorio terrenal.
  • Lo humano y la naturaleza es obrar de la creación divina por lo tanto el hombre está subordinado a los designios de Dios, la este es el castigo ante los pecados del hombre y su falta de fe consagrada.

En consecuencia, el impacto que deja la peste negra en el hombre individual  del siglo XIV es una dimensión individual a través de la muerte, empieza con esta reflexión un amor por la vida al tomar conciencia que es breve, nostalgia de los bienes terrenales, la humanidad empieza un vitalismo, propia del pórtico del renacimiento.

 “El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere-sobre todo muere-el que come y bebe, y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero humano” Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida.tiempos de pandemia/CiudadVLC

Una de las consecuencias de la complejidad en el pensamiento humano y de manera absoluta cuanto se trata de grandes catástrofes o enfermedades, y nos es entendible el discurso y la explicación del por qué, cómo, dónde y cuándo de los eventos, es el surgimiento de la inestabilidad y el caos en la vida cotidiana, hoy en el mundo circulan más libros de “autoayuda” más psicoterapeutas, mas coaching en acción y medicamentos para no soñar, otros dicen para ser felices.

Los hombres en lo actual tienen mejor calidad de vida que cualquier monarca de hace dos siglos, a pesar de las enormes brechas de desigualdad social y económica. Con todo eso, de nuevo la serpiente se muerde la cola, y en el 2020, época de la patología virtual y su supuesta virtud tecnológica, nos enfrentamos a la homóloga de la peste del siglo XIV, de nuevo los ciclos biológicos y la naturaleza parecen cobrar venganza, el corona virus, un invitado no bienvenido, se apodera de la fiesta que es la vida humana, a pesar de todas las tribulaciones, muchos intelectuales, dirigentes sociales y gremiales opinan que debemos tener una nueva percepción  del acto de vivir, como espacio no negociable  en dignidad, confort y lleno de derechos, cobra vigencia la propuesta de la autoayuda colectiva, convirtiendo la desesperanza y el cansancio de las cuarentena en energía de vida, en vitalismo de un año que está pasando sin nosotros estar en ninguna parte de ese tiempo.

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José Ramón Rodríguez / Ciudad VLC /Luces y Sombras

 

 

 

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