“La falsa ‘valencianidad’” por Vicente Gramcko (Padre Samán)

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Resulta que la sociedad valenciana se ha dado a conocer como “exclusiva”. Esto forma parte de un “sentimiento” que algunos ciudadanos llaman “valencianidad” y al cual atribuyen algunas “maluquezas” de quienes viven en la capital carabobeña.

Se suele decir que el valenciano no es cortés, que no es servicial, que no es atento, como lo son los larenses o andinos, por ejemplo.

El tema “valencianidad” ha sido objeto incluso de estudios sociológicos por profesores de la Universidad de Carabobo. Para muestra, citamos el libro que los doctores Armando Martínez y Orlando González escribieron en los años ’80 del siglo XX y en el cual descifraban los términos de tal acepción. Y ante tal legado, hay que quitarse el sombrero.

Pero creo que no hay necesidad de ahondar tanto en la ciencia de Augusto Comte para saber cuál es la razón por la que se dice tal cosa de los valencianos. Solamente hay que manejar algunos datos del imaginario valenciano reciente para entender por dónde vienen los tiros.

Uno de estos antecedentes está dado en la historia de nuestra conquista. Para la época de los españoles, la ciudad fue saqueada varias veces por filibusteros que entraban por Puerto Cabello y llegaban hasta Valencia haciendo desastres. Por eso, el nombre de “Las Trincheras” a la salida de Naguanagua, porque ese era el sitio en el cual los valencianos se “atrincheraban” para defenderse de los piratas saqueadores.

El otro factor es más reciente está dado por la costumbre de muchos ciudadanos de “nuclearse” en selectos clubes a los cuales sólo pocos tienen acceso. Uno de ellos, llamado “Amigos de Valencia”, que quedaba en pleno centro de la ciudad, era muy famoso por rechazar a futuros miembros. Incluso hasta se convirtió en refrán la manera en la cual no aceptaban a los postulantes.

 

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Según lo explican algunos testimonios, había un comité de recepción que estudiaba las solicitudes. Cada uno de los integrantes tenía en sus manos dos pelotas: una negra y otra blanca. Si el aspirante reunía los requisitos, se ponía la bola blanca en la mesa y se contaban para ver cuántas eran; si no era bienvenido, se colocaba la pelota negra. De allí, aquel refrán que decía: “Me tiraste bola negra”, para señalar que a alguien lo había despreciado en alguna ocasión.

Ambas actitudes, hicieron que el valenciano se diera fama de petulante. La primera, porque era receloso por el miedo a los constantes saqueos; la segunda, porque se decía que era muy selectivo.

Pero, en realidad, hoy en día ninguna de estas dos prácticas tiene que ver con la conducta del valenciano, que cada día es más dócil y mejor ciudadano, por lo que ese concepto de “valencianidad” ya está caduco o es falso…

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Vicente Gramcko / Ciudad VLC