“Las mentiras verdaderas de un tal Cherry” por Mohamed Abí Hassan

Mohamed Abí Hassan-taller de cine-Edgar Narváez

Escribo estas majaderías sobre un amigo medio chiflado, un tal Cherry, cual Quijote, tal vez para celebrar de algún modo este 23 de abril el Día del Libro y del Idioma, y conmemorar la desaparición de Cervantes y Shakespeare, dos grandes de la literatura universal, cuestión que me lleva a sacar a colación una conversación que sostuvieran hace ya muchos atardeceres Borges y Sábato, ambos grandes amigos y grandes de nuestras letras:

 

…Sábato me dijo algo que me parece muy justo. Él dice: “siempre se dice que Cervantes escribía mal, como siempre se dice que Dostoievski escribía mal, pero si es escribir mal, les ha servido para dejarnos ‘El Quijote’ y ‘Crimen y Castigo’, digamos… entonces no escribían tan mal, escribieron lo necesario para sus fines. Desde luego, Quevedo hubiera podido corregir cualquier página de Cervantes, Don Diego de Saavedra Fajardo también, Lope de Vega también; pero no hubieran podido escribirla, porque corregir una página es fácil, pero escribirla es muy difícil…

 

Borges-Sábato

 

Esta crónica, corregida y ampliada, pertenece al libro de nuestra autoría: Imagen y Memoria de la Aldea (2016), publicado por la editorial El Perro y la Rana en la colección Cada día un libro.                            

Valgan esas palabras de Borges y Sábato para celebrar el Día del Libro y la Amistad cimentada en torno a  los libros. Es que a veces la vida consiste en tener algunos amigos. No importa lo que digan, hagan o piensen, si los consideramos merecedores de esa rara y cara distinción. Acaso todo comience con un pequeño gesto para que ese alguien, muy a pesar de sus contradicciones, comience a ocupar un lugar privilegiado, como amigo, en el territorio espiritual de nuestras “afinidades electivas”.

 

Don Quijote-Picasso-ía del libro

 

Es a partir de allí cuando comienzan a revelarse los defectos más ocultos o las virtudes más entrañables, por efecto del reflejo de los aciertos y errores que encontramos en nuestras buenas, o en el peor de los casos, malas compañías.

De esta casi extinguida especie que llamamos “AMIGOS”, los hay de todos los credos, colores y obsesiones: ufólogos, espeleólogos y alquimistas; onanistas, anarquistas y fetichistas; narcisistas, flatulentos y misóginos; misántropos, selenitas y mitómanos… Entre estos últimos podríamos ubicar a nuestro personaje, suerte de mezcla de trasnochadas lecturas del conde de Lautréamont y Julio Verne, con viejas series de TV, llámense Los Locos Adams o Perdidos en el Espacio.

Es por esto que cuando pasamos cerca de nuestro controvertido amigo alias “Cherry”, apuramos el caminar y lo miramos de reojo. No obstante, el muy listo tiene una manera muy particular de envolver a sus interlocutores para que lo escuchen y hacerles  cómplices de sus cuentos marcianos y poemas selenitas, que terminan siendo incomprensibles para sus invisibles lectores, y más aún para sus esquivos receptores.

Mientras hago estas cavilaciones, me pregunto si Alexander Tortolero (A.T.) inventó  a alias “Cherry”, y luego inventó a E.T. El Extraterrestre, o quien invento a estas tres personas, nada divinas, reunidas en una, como burda excusa para justificar una posible despersonalización al mejor estilo de Pessoa, multiplicado por sus heterónimos.

Lo cierto es que terminamos especulando que Alexander Tortolero inventó a un tal Cherry, es decir, se inventó a sí mismo para permitirse actuar a sus anchas cuando a alguno de sus amigos se le ocurriese escuchar alguno de sus interminables cuentos kafkianos, en tránsito por las calles del pueblo: “Por eso cuando me preguntan: ¿Quién eres tú?, yo les respondo: ‘léete el versículo 53, del libro del profeta Isaías. ¡Ese soy yo!’… es que uno tiene que crear su propio mundo”.

 

 Ahora, para que me entiendas mejor, te lo voy a explicar con el cuento de la lechuza:

“Alguien que disecaba animales vio una lechuza parada sobre una rama y le replicó a su interlocutor que podía hacer una réplica mejor del animal que la que tenía frente a sí, pues a ésta se le notaban mucho los defectos, por lo tanto había quedado muy mal disecada. Seguidamente, al terminar de decir estas palabras, la lechuza levantó vuelo ante la mirada atónita del frustrado taxidermista…”
Esta parábola nos enseña que son más los defectos que se le endilgan al poeta y al artista que los que realmente posee…

 

Remata nuestro interlocutor con voz sentenciosa, mientras nos muestra con evidente regocijo un halcón disecado por sus diestras manos, luego de su breve pasantía por la taxidermia, de la mano de un amigo especialista de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UCV, núcleo Maracay.

 

Su lacónica y sentenciosa respuesta queda dando vueltas como preámbulo de esta aventura por los laberintos de la mente del siempre fuera de serie y kafkiano personaje. Seguidamente, en cuestión de segundos, hago un repaso por sus rasgos que a simple vista arrojan la apariencia de un eterno adolescente, ataviado con una camisa de cuadros y lunares que hacen juego con las marcas dejadas por el acné en los años juveniles. Luego, me detengo en sus ojos que denotan una permanente melancolía, característica de las personas inclinadas a la creación. Finalmente, levanto mi escrutadora mirada y me paseo por la escasa cabellera que apenas logra cubrir la parte superior de su cabeza, de hecho, bastante generosa para engendrar sueños imposibles y viajes imaginarios en forma de cuentos, de donde emergen glifos, seres hermafroditas, científicos paranoicos, púberes castrados y mujeres con rostro de camello, cuerpo de lagarto, patas de avestruz y andar de tortuga…

 

“Ahora, escucha un fragmento de este cuento que escribí sentado en el retrete, lugar de recogimiento donde me refugio para trabajar con la imaginación:
“A bordo de la nave Magic 3x, más de 100 terrícolas cruzan el espacio e invaden el planeta Koc, la mañana del 17 de junio de 1953…

 

A.T. alias Cherry enciende otro cigarrillo “Kamel” con la colilla que mantiene aferrada a sus labios, hace un paneo con la mirada y después suelta una bocanada de humo que cubre su rostro, en el que exhibe una sonrisa de satisfacción en busca de mi aprobación. En seguida toma entre sus manos unos papeles ajados y amarillentos, que va pasando uno a uno hasta detener su mirada en el más borroneado, suelta una carcajada y con voz grave y mirada fija me dice, como confesándome un secreto grado 33: “Te voy a leer esta crónica ilurbinista* para que sepas cuál es el origen del nombre de este pueblo”:

 

María-Rha, nace en el año 763 a.C, es decir, en el siglo VIII. Aunque no se tiene la exactitud del día de su nacimiento, ni tampoco el de su muerte, pero al menos ya sabemos de su existencia y que además en el año 717 a.C., pisó por vez primera las costas suramericanas. Su nombre original era: MYRIAM-RHA, cuya etimología es la siguiente: MYR (hija preferida), esta partícula es semita; YAM (yavhé), término hebreo, y RHA (sol), vocablo usado por los antiguos egipcios para adorar al Sol como su Dios o como objeto de culto divino, es decir, llamaban a este AMÓN-RHA: DIOS-SOL. De modo que traducido completamente el nombre de Myriam-rha viene a ser: “HIJA PREFERIDA DEL DIOS SOL».

 

*Ilurbinismo: Corriente filosófica originada en Mariara, producto de la fantástica imaginación y mitomanía de su creador, Alexander René Tortolero, alias “Cherry”. Etimológicamente, según su autor, Ilurbinismo es una palabra compuesta por “Ilu”, de iluminación; “Urbi”, de universo; e “Ismo”, de corriente de pensamiento o modelo para las artes, que tiene por objetivo devolver al hombre a su puesto original en el universo.

 

Seguidamente, nuestro personaje súbitamente suelta una bocanada de humo, saluda a unos transeúntes, respira hondo y sigue la conversa:

 

“Myriam- Rha era hija secreta del primer faraón africano llamado ALARA o ALA-Rha, perteneciente a la dinastía XXV de los Napata que gobernó en Egipto desde el 780 a.C. hasta el 760 a.C… Ya para aquel entonces Myriam- Rha continuaba educándose en las cortes como toda aristócrata, y creando entre los suyos incertidumbre por su origen desconocido, siendo una experta en diplomacia… y una de las capitanas sobrevivientes de las embestidas del Océano Atlántico…
Es así que Myryam-Rha, la exprincesa afro-egipcia y mestiza ilustrada, se ve obligada a despojarse de su investidura para pasar a convertirse en una amazona aborigen más, esa a la que hoy llamamos MARÍA-RHA o MARIARA. Una vez en contacto con nuestros primogénitos aborígenes “bióticos”, esta al pasar el tiempo, por sus conocimientos y valentía se convertiría en una amazona combatiente más, asentada en este suelo… Así nació MARÍA-RHA o MARIARA”, según la leyenda.

 

LEE TAMBIÉN: “Algunas consideraciones sobre la tradición literaria (1)”

 

Luego de confrontar la narrativa mágico-religiosa del personaje que nos convoca, con la opinión científica de acuciosos investigadores del tema, podemos afirmar que el nombre de “Mariara” es de origen arawaco, etnia que se asentó en las riberas del Lago Tacarigua, llamado por los colonizadores españoles “Lago de Valencia”, quienes con el paso del tiempo fueron desplazándose hasta asentarse a la orilla del río que atraviesa la zona, constituyéndose así en los primeros pobladores y fundadores de Mariara.

 Cabe destacar que etimológicamente el vocablo “Mariara” significa LUGAR, COLONIA O SITIO CON GARZAS. La partícula final ARA-RE o RI es una suerte de clave para reconocer la ascendencia de la palabra y significa en lengua o dialecto arawaco: LUGAR; ARI o ARA, es de procedencia Quechua (Perú), que significa COLONIA DE O LUGAR DE; y MARI se refiere a AVES VOLADORAS de la laguna, específicamente de GARZAS. De modo que uniendo las partículas con sus fonéticas correctas obtenemos el nombre de MARIARA, TIERRA DE GARZAS.

Este mito de María-Rha nos plantea que podría ser una mentira creada por el singular personaje, posiblemente como producto de la necesidad compulsiva de inventar diferentes acontecimientos irreales, aunque con algún atisbo de verdad, pero fácilmente refutables.

No obstante, debido a la repercusión que tuvo su divulgación en la comunidad, se llegó al extremo de desplazar la verdad histórica en relación con el origen del nombre, sostenida por Miguel Acosta Saignes, Arístides Rojas, Enrique Bernardo Núñez, Hermes Bossa Müller, entre otros, hasta llevar a algunos docentes, cronistas e historiadores locales a designar con el polémico nombre algunas instituciones educativas, y hasta darle relevancia en la letra del himno del municipio; reforzando de esta manera la leyenda y falseando el origen o etimología del nombre atribuyéndoselo a la existencia, en 1738, de un cacique de nombre Eliseo Guaica y de su esposa María-Rha, aunque en el año 1549 existía el nombre de Mariara, y según algunos historiadores, en 1567 el conquistador Diego de Losada pernoctó en la vieja casona de la hacienda, conocida hoy día como la Casa Grande, en su paso hacia la fundación de Caracas.

Apuntamos que existen variados ejemplos de mentirosos famosos tanto en el cine con Las aventuras de Pinocho (1882), de Carlos Collodi (Florencia, 1826-1890), personaje mundialmente conocido al que le crece la nariz cuando miente; como en la literatura, tomando como ejemplo el caso de Rafael Bolívar Coronado (Villa de Cura, 1884-España, 1924), periodista y escritor, autor de la pieza musical conocida como  Alma Llanera, considerada como el segundo himno nacional no oficial de Venezuela; y plagiador de más de 600 autores como Rafael María Baralt, Agustín Codazzi, sor Juana Inés de la Cruz, Andrés Eloy Blanco, Andrés Bello, Juan Antonio Pérez Bonalde y Arturo Uslar Pietri, entre otros, incluyendo además, enciclopedias y antologías de poetas que nunca existieron.

También solemos encontrar en el territorio de las letras  a algunos embaucadores, encubiertos tras la fachada de tarifados recitales y talleres con aplausos incluidos,  presenciales u on line (entren que caben cien que los de la tercera pagan en dólares), sin la mínima calidad de la obra a publicar (el oficio de la palabra está ausente); dejando el ámbito literario inundado de libros vacíos de contenido, que no merecen ni soportan una segunda lectura…

Retomando el hilo narrativo, apuntamos que nuestro protagonista hace un paneo con la mirada, desde el banco de la plaza donde estamos sentados, como tratando de atrapar un pensamiento que pasa veloz por su mente, luego hurga en uno de los bolsillos de su surrealista camisa y extrae como por arte de magia un “Astor” azul, que enciende de nuevo con la colilla que mantiene aferrada a sus labios. Seguidamente, balbucea algunas frases incoherentes y se instala de nuevo en otra esquina de la realidad:

 

“Ahora te voy a leer esto que escribí hace cierto tiempo y que lo quiero compartir contigo y con los posibles lectores:
“Una vez un filósofo antiguo, no recuerdo si fue Demócrito, Anaxágoras o Pitágoras, quien dijo que pasó toda una tarde sentado sobre un banco repitiendo estas palabras: Entre la vida y la muerte no hay diferencia alguna. Por eso digo que cuando se muere un poeta todos celebran su obra, pero en vida le dejan morir de hambre, como sucedió en París con Vallejo”.
“Es que yo siempre ando por las calles recogiendo lo que otros desechan para transformarlo en literatura. Creo que todos los creadores tenemos influencia de alguien. Yo tomo de los grandes pensadores universales lo que me gusta y lo mezclo con lo que vivo cotidianamente. Tú dices que alucino mucho y que soy un insomne impenitente y es verdad”.
 “Ahora fíjate en los títulos de mis cuentos y poemas: La teoría del unicornio, Linternas de sombras, Ministerio de los arcanos, Confesiones para las sombras, La esfinge y yo, La fiebre azul… Yo nunca me propuse ser escritor, tal vez esta obsesión me viene de un familiar lejano llamado Teófilo Tortolero, pues en mi familia nadie escribe. Por eso siempre le digo a mis amigos que antes de escucharme primero deben ir al psicoanalista para que se den cuenta que están más locos que yo”. (Risas).

 

Definitivamente esta es una tarde surrealista, me digo, riendo. Seguro que  el Quijote y Sancho Panza desde algún lugar de La Mancha se estarán riendo también de todas estas mentiras verdaderas de mi quijotesco amigo…

(Continuará). ¡Salud, Poetas!

 

***

 

Mohamed Abí Hassan (El Tigre, 1956). Poeta, artista visual y editor independiente. Licenciado en Educación, Mención Artes Plásticas (cum laude), por la Universidad de Carabobo (UC). Ha ejercido la docencia en la UC y en la Universidad Arturo Michelena. Ha sido colaborador en las revistas Poesía y La Tuna de Oro (UC). Primer Premio II Bienal de Literatura Gustavo Pereira, Mención Poesía 2013; Primer Premio IV Bienal de Literatura José Vicente Abreu, Mención Poesía 2016; Primer Premio Concurso Nacional del II Festival 3.0 de Historias Comunales Ramón Tovar (2022).

Formó parte de la Comisión Rectoral del Encuentro Internacional de Poesía de la UC. Coordinó el Taller de Formación de Cronistas Comunales en Mariara, estado Carabobo, auspiciado por el Minci, la Revista Nacional de Cultura y el Centro Nacional de Historia. Actualmente se desempeña como facilitador de talleres de iniciación en la creación literaria, así como talleres sobre patrimonio histórico.

 

Ciudad Valencia