Mohamed Abí Hassan, autor de Memorias de la Insurgencia-Poesía en compañía-Literatura y literatos en el retrete-Los Beatles
Mohamed Abí Hassan, autor de la columna Poesía en Compañía
Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el
                                             aire de toda nuestra extensa latitud silenciosa,  todo
                                         lleva tu hombre, padre, en nuestra morada: tu  apellido
                                             la  caña levanta a la dulzura, el estaño bolívar tiene un
                                             un fulgor  bolívar, el pájaro bolívar  sobre el volcán
                                             bolívar, la patata, el salitre, las sombras especiales,
                                             las corrientes, las vetas de fosfórica piedra, todo lo
                                             nuestro viene de tu vida apagada, tu herencia fueron
                                             ríos, llanuras, campanarios, tu herencia es el
                                             pan nuestro de cada día, padre(…)
                                             Capitán, combatiente, donde una boca grita libertad,
                                             donde un oído escucha, donde un soldado rojo rompe
                                             una frente parda, donde un laurel de libres brota,
                                             donde una nueva bandera se adorna con la sangre
                                             de nuestra insigne aurora, Bolívar, capitán, se divisa
                                             tu rostro. Otra vez entre pólvora y humo tu espada
                                             está naciendo(…).
                                             Yo conocí a Bolívar, una mañana larga, en Madrid,
                                             en la boca del Quinto Regimiento, Padre, le dije,
                                            ¿eres o no eres o quién eres?
                                            Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
                                            “Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.

                                                                                        

Un canto para Bolívar
                                                                                      Pablo Neruda (1904-1973)

 

Abrimos esta disertación con este poema de largo aliento de Neruda cantándole a Bolívar, muy a  propósito de la reciente celebración el pasado 24 de junio de la Campaña o Batalla de Carabobo y de la fiesta de San Juan, en el marco del mes de la Afrovenezolanidad, haciendo la respectiva acotación que abordaremos dichos temas relacionándolos con nuestras lecturas y apuntes en la sala de baño o retrete, dándole de esta manera continuidad a la serie de artículos que recientemente iniciamos en este espacio.

 

La historia no contada de la Campaña de Carabobo: hacia una necesaria y desprejuiciada revisión de la historia oficial

Podríamos comenzar esta exposición diciendo que disfrutamos de nuestras diarias visitas al espacio antes nombrado, acompañándonos algunas veces con diferentes obras de la historiografía venezolana que abordan nuestra gesta libertaria, como el preciado libro Bolívar, Pensamiento Precursor del Antiimperialismo (1977), del historiador cubano Francisco Pividal, editado por Casa de las Américas; además del artículo sobre la celebración del 202 aniversario de la Batalla de Carabobo, publicado en este diario en fecha reciente por nuestro amigo, Ángel García, investigador con quien compartimos en 2022, en la Casa Páez, una breve disertación sobre La historia no contada de la Campaña de Carabobo, esto dejando por sentado que la historiografía no es mi especialidad sino una de mis pasiones.

Igualmente, nos deleitamos con la obra en pequeño formato, PARTE DE CARABOBO, SIMÓN BOLÍVAR (2021), edición a cargo del Centro Nacional de Historia, de distribución masiva y gratuita, con comentarios de Pedro Calzadilla, Alexander Torres Iriarte, Jorge Berrueta, William García; y sumado a lo anterior, la revista MEMORIAS DE VENEZUELA del MPPPC y el CNH, en sus números 3, 4, 14, 20 y 76, esta última monográfica, dedicada al Bicentenario de la Batalla de Carabobo; además nos acompañamos de otros textos imprescindibles como los de Indalecio Liévano Aguirre y Augusto Mijares, investigadores con una dilatada obra.

 

Batalla_de_Carabobo-Tovar y Tovar-Poesía en compañía-Mohamed Abí Hassan

 

No obstante, por cuestiones de espacio, abordaremos primeramente todo lo concerniente a esta heroica epopeya, limitándonos solo a algunos puntos tratados en nuestra exposición en la Casa Páez. En tal sentido, nos planteamos ante la concurrencia que se dio cita en esa oportunidad, la posibilidad de una revisión de los textos y autores que usualmente se consultan en las universidades y diferentes centros  educativos.

Para ello partimos del supuesto de que existe una historia no contada, no divulgada masivamente, pero a la que es importante considerar debido a que sostiene una visión renovada, diferente, al margen de las diferentes corrientes historicistas que han predominado, muy especialmente la corriente romántica, representada por Venezuela heroica de Eduardo Blanco, y por las Leyendas históricas de Venezuela de Arístides Rojas, las cuales han  influido sobremanera durante los dos veces, salvo contadas excepciones, vierten en sus obras el producto de sus últimos siglos sobre muchos de nuestros reconocidos historiadores, quienes a priori, la mayoría de investigaciones académicas sin someterlas al necesario espíritu crítico.

Al respecto, podríamos citar diferentes pasajes de la lucha independista para ilustrar lo que planteamos, como el ya emblemático episodio de Pedro Camejo, mejor conocido por el mote de Negro Primero, quien en estado agónico, en medio del fragor de la batalla, se dirigió de manera sumisa, casi a rastras, al Catire Páez, su general, el cual montado en su corcel blanco, imponente, escucha con suspicacia, las postreras palabras que viene a decirle casi en las últimas, a modo de despedida, según la historia oficial: Mi general… vengo a decirle adiós… porque estoy muerto.

 

Batalla_de_Carabobo-Tovar y Tovar-Poesía en compañía-Mohamed Abí Hassan

 

Esta sesgada puesta en escena admite, desde nuestro punto de vista, varias lecturas, como pudiese ser la de estar en presencia de un discurso eurocéntrico o hispanocéntrico, marcadamente supremacista, es decir, que prioriza la superioridad del hombre blanco, catire, ojos azules, atractivo, representado por Páez; frente al pobre Negro Primero, a quien nos lo presentan derrotado, desgraciado, fiel a su amo hasta la muerte y capaz de llegar al colmo de pedirle permiso para morir, rendido a sus pies; esto sin descartar la intención de los historiadores de mantener en alto la moral y el amor patrio hacia nuestros héroes.

También, otra cuestión que nos genera muchas dudas es la vestimenta que luce nuestro admirado Pedro Camejo, al aparecer retratado en las pinturas historicistas del período republicano con traje de campaña de estilo europeo, cuando en realidad él y sus lanceros solían andar semidesnudos y descalzos, mascando chimó y tabaco, montados a lomo sobre las ancas de sus potros, tan indomables y ariscos como sus jinetes lanceros.

En este orden de ideas, otro pasaje que cabe señalar en nuestras diferentes especulaciones, expuestas, tal vez,  a la desaprobación de los entendidos por lo temerarias, pero no en balde dignas de ser discutidas por el colectivo, lo constituye el parte de guerra o informe presentado por Bolívar, luego de finalizada la sangrienta refriega en el campo de Carabobo, donde se afirma que la decisiva batalla, que comenzó a las 11 de la mañana, apenas duró tan solo media hora, quedando regados en la explanada más de cinco mil realistas, entre muertos y heridos, logrando escapar a duras penas cuatrocientos realistas del feroz combate, siendo las bajas en el ejército libertador de solo cuatrocientos aguerridos patriotas, balance que nos pone a dudar por su corto tiempo de duración y por el exagerado número de víctimas de la parte realista y el ínfimo número de bajas de la parte libertadora, y todo esto, nos atrevemos a decir, en un “abrir y cerrar de ojos”, al mejor estilo de los enlatados de los laboratorios de cine de Hollywood.

 

Batalla_de_Carabobo-Tovar y Tovar-Poesía en compañía-Mohamed Abí Hassan

 

No obstante, como contraparte se podría afirmar que el Libertador se limitó a presentar en el informe el balance recogido en el campo de batalla que algunos de sus compañeros de armas, de confianza, le habrían presentado. Hasta aquí dejamos abierta estas consideraciones para el debate, junto a otras que expondremos ampliamente en una próxima oportunidad, como la referida a los nombres de parroquias, avenidas y municipios que contradictoriamente aún hoy día, en pleno proceso revolucionario, rinden honor a personajes de la historia patria que terminaron claudicando y renegando de su glorioso pasado, manchando así su abnegada y valiente participación en las páginas del libro de la historia.

Igualmente, cabe destacar dos hechos trascendentes, pero incomprensiblemente dejados a un lado, como los ocurridos durante la noche del 23 al 24 de junio, y la participación indígena, femenina y afro descendiente en nuestra historia insurgente, por solo nombrar algunos de los hechos acontecidos.

 

El San Juan de Bruna

Con cantos de sirena, sangueos y repique de tambor, el San Juan de Bruna de Moreno mantiene viva la tradición

Seguidamente, hacemos alusión a la experiencia con el San Juan de Bruna, una de las cultoras fundadoras de esta tradición en el municipio Diego Ibarra, con quien compartimos hace varios años, conjuntamente con sus hijas, Violeta y Davilia, todos sus vastos conocimientos sobre esta rica tradición popular.

“Yo nací y me crié en el campo La Fortuna de Ocumare de La Costa, pero fue aquí en Mariara donde me hice parrandera de San Juan”, nos dice Bruna de Moreno, quien duró más de cuarenta años manteniendo viva esta tradición del santo mayor de los descendientes de negros esclavizados asentados mayoritariamente en la región costera del país. Esta fiesta nos remonta hasta la época colonial cuando el 24 de junio, fecha correspondiente al solsticio de verano, era una de las pocas, para no decir la única, en la que dichos esclavizados podían expresar sus ansias de libertad a través del canto y el baile al son del repique de los tambores, en conjunción con sus rituales, magia y religión provenientes de nuestra madre África.

 

tambores de san juan

 

El canto de la huerfanita

El san Juan sale de mi casa con el canto de La Huerfanita, que dice: La huerfanita anda por la calle / pidiéndole a Dios que nadie la halle… Se parece más a un aguinaldo que a un canto. Cuando yo era niña mi papá acostumbraba a llamarme bien temprano y me decía: ‘Mira muchachita levántate para que veas al sol  bailando’. Es que cuando amanece despejado, el día de San Juan, uno puede ver el sol bailando, si nos ponemos unos lentes oscuros. Los instrumentos que utilizamos en el baile son un tambor y un cumaco, porque el que llaman ‘Burro Negro’ pesa mucho. Ese se queda en casa todo el tiempo, porque los demás grupos de San Juan no duran toda la noche tocando como el mío. Yo antes  de comenzar riego de azúcar todo el camino por donde va a pasar el  santo para que la gente no pelee, después viene Fernando (el rezandero del pueblo) y le reza un rosario, como todos los años, porque él me dijo que estaba pagando una promesa. Luego, llega la gente amanecida con las velas y los velones que tenían prometido y se echa el agua bendita en el altar. Este es el único velorio de San Juan que amanece después que termina el velorio, los demás sanjuaneros se vienen pa’ ca”.

Al fondo del patio escuchamos los repiques de tambores de los amigos y familiares de Bruna que están afinando los cueros para la celebración. San Joaquín también celebra esta tradición, la dirige un tal “Coquito”. «También en Guacara, Los Guayos y Valencia la celebran”, remata Bruna.

Seguidamente toma la palabra Davilia, hija de Bruna, quien prosigue la amena conversación: “Aquí en Mariara hay once sanjuaneros. Está el san Juan de Galita en el barrio La Toma, pero como ella murió, la tradición la sigue Francisco Bogado, mejor conocido como ‘Pichón’, ese es el más antiguo, cuenta con  más de medio siglo, después le sigue el de Bruna, del cual formo parte junto con mi hermana, Violeta Moreno, presidenta de la cofradía de San Juan; después viene el de Celestina y María Navas en Guamacho, ellos murieron, pero quedaron sus hijos. También está el San Juan de Monteverde en Vista Alegre, quien falleció, pero le sucedieron sus hijos; seguidamente encontramos el de Domingo Meza, en el barrio Libertador y el de Dionisio Ortega en el 1º de Diciembre; finalmente, están el de Nelly Bello y Ronny, aquí en La Cocuiza, y el del Papa en Aguas Calientes; y por último el de los Vitriago. Bueno, el primer sangueo del día 24 es La Huerfanita, como te dijo mi mamá. Después del bautizo en el río hacemos los Cantos de Sirena, y de regreso cantamos el Ave María u otro sangueo que a uno le guste. Ahora en el velorio de San Juan siempre comenzamos con el más popular, porque hay poca gente y el velorio no se ha “trancao”, así cantamos el golpe más sabroso: Ay lo lo e / ay lo lo e / aquí estoy como el hacha…  Ese se lo saben hasta los niños (risas).  Ay lo lo e / ay lo lo e  /por ser la primera vez / que en esta noche yo canto / gloria al Padre gloria al Hijo gloria al Espíritu Santo… Así como se va componiendo el coro, así mismo uno va improvisando. Todo está en la inspiración del solista que está cantando. Hay otros golpes como el de Matamoros que es uno de mis predilectos, y dice: Lo lo je / lo lo jé / Matamoros es el más malo / Matamoros es el mejor / lo lo je y a mí no me la ha hecho nadie / a mí no me la ha hecho nadie / que no me la haya pagado… Entonces repite el coro: Matamoros es el más malo / Matamoros es el mejor… Ese verso yo lo repito mucho porque la gente me dice: ‘A Davilia no la para nadie’, y es verdá, ni siquiera mi papá, porque cuando él me decía que no fuera a bailá San Juan, yo le respondía: ¿Cómo que no voy? ¡Cuando yo estaba pequeña me escapaba hasta por el techo de la casa para ir pa’ la fiesta de San Juan!  (risas)”. Continuará.

 

Mohamed Abí Hassan (Poesía en compañía) / Ciudad Valencia