“Los Bolívar de Angostura” por Ángel Omar García González

0
92
El Congreso de Angostura-Simón Bolívar

Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas: La frase del filósofo español José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”, sirve como anillo al dedo para analizar el discurso leído por el Libertador Simón Bolívar durante la instalación del Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819.

Y es que, pese a ser uno de sus documentos mejor fundamentados, es posible advertir diversos personajes en su argumentación, los cuales serían el resultado de las diversas circunstancias que le había tocado vivir.

 

El político

Es importante recordar que la convocatoria e instalación del Congreso reunido en la ciudad de Angostura tenía como finalidad última restablecer la institucionalidad republicana, liquidada tras el colapso de la Primera República en 1812. No hubo, a partir de entonces, instancias legítimas que pudieran representar al Estado y actuar en su nombre, o del gobierno, para defender los intereses acordados, pactados y plasmados en la Declaración de Independencia.

Los esfuerzos por restablecer el gobierno después de la llamada Campaña Admirable de 1813 tenían como limitante obedecer más a la voluntad, tenacidad y empeño del entonces brigadier Simón Bolívar, que a una común visión de hacia dónde debía avanzar y qué debía hacer un gobierno republicano. Y, a grandes rasgos, así se mantuvo la situación hasta la convocatoria e instalación del Congreso en Angostura en 1819. Todas estas circunstancias permiten comprender que son varios los personajes que se expresan en la autoría del memorable discurso leído el 15 de febrero de ese año.

El primer Bolívar que se expresa en el discurso es el político, lo que también quiere decir el militar. La instalación del Poder Legislativo era una necesidad para legitimar su autoridad y brindar fundamento legal a las decisiones que venía tomando, así como para fortalecer el reconocimiento como Jefe Supremo, que le había sido otorgado en Margarita en 1816. Era necesario restituir una institucionalidad desaparecida, y el Congreso era la instancia para lograrlo.

También era una forma de contener las críticas y cuestionamientos de quienes lo acusaban de ejercer un mando personalista, discrecional y no apegado a ningún orden institucional. Quizás por eso el discurso comienza con una declaración emblemática: “¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la Soberanía Nacional para que ejerza su voluntad absoluta!… El Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y como tal quiere quedar hasta su muerte”.

¿Puede ser entendido esto como la respuesta política al fracasado Congreso reunido en Cariaco, en 1817, que intentó desconocer la autoridad política y militar del Libertador?

Un hecho que se vio agravado, meses después, con la deserción y fusilamiento del general Manuel Piar. Algunos de los promotores del Congreso de Cariaco estaban presentes en Angostura, investidos de la condición de diputados, con pleno uso de sus derechos políticos y facultades legislativas: Santiago Mariño, Diego Bautista Urbaneja, Francisco Antonio Zea.

También puede hallarse en el Discurso ante el Congreso un mensaje para militares como Juan Bautista Arismendi, José Francisco Bermúdez y José Antonio Páez, instándolos a respetar al gobierno e instituciones de la República, mensaje importante porque sobre estos jefes militares Bolívar ejercía, hasta ese momento, una precaria autoridad.

El hombre que así se expresaba era el político en plena acción. Sabía que en el Congreso tenía críticos a su actuación y adversarios de su liderazgo, pero también aliados. El propósito fundamental era fortalecer la unidad de los mandos civiles y militares de cara a la próxima tarea: la Campaña de Nueva Granada.

 

El mantuano

Al analizar el proceso político del continente, Bolívar realiza una analogía con el proceso de disolución del Imperio Romano cuyas consecuencias habrían conducido al surgimiento de comunidades con rasgos de identidad nacional. Contrariamente de aquella realidad, afirmaba: “Nosotros ni aun conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles… Nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la libertad, cuanto que estamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había robado la libertad, sino también la tiranía activa y doméstica”.

El Bolívar que así se expresaba aparece como el vocero de su clase social: el mantuanaje. No puede dejar de observarse en estas palabras la exaltación de una vieja aspiración de ese grupo social, para el cual el poder político siempre estuvo negado durante la Colonia, pues las funciones de gobierno solo estaban destinadas a los nacidos en España. Ya antes, en la llamada Carta de Jamaica, en 1815, había escrito:

“Estábamos… abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones”.

Estas palabras indicarían que la idea de libertad señalada por Bolívar era la de su clase social, era la libertad para ejercer la “tiranía activa y doméstica”. En otras palabras, Bolívar parecía reconocer como legítimo el viejo orden colonial y el “derecho” de los criollos a someter al resto de los grupos sociales.

 

El Estadista

Pero es precisamente, con base en todo lo señalado, donde radica la grandeza del personaje. El Libertador comprende que el interés superior era el renacer de la República, para lo cual era necesario independizarse de España; una meta que sería imposible de alcanzar sin el concurso de todos los sectores: pardos, negros e indígenas.

También advierte que la nueva República no debía ser la expresión de inequidades y desigualdades incompatibles con los valores de justicia y libertad, por eso, al final del discurso solicitaba a los diputados: “Yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la revocación de todos mis Estatutos y Decretos; pero yo imploro la confirmación de la Libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República”.

 

LEE TAMBIÉN: “José Félix Ribas”

 

El aprendizaje político alcanzado por Bolívar le hizo comprender la existencia de una complejidad de intereses y visiones contrapuestas entre sí, que hacían difícil la existencia de la República: los mantuanos aspiraban mantener sus derechos y privilegios en la República, los pardos aspiraban la igualdad con los blancos, que los despreciaban por su condición económica y su origen racial.

Los esclavizados aspiraban la libertad, más que de España, de los blancos, y los indígenas el goce de sus tierras ancestrales y el respeto a su cultura y tradiciones. Tratar de armonizar todos estos intereses de la forma menos traumática y autoritaria posible fue el gran esfuerzo de su última década de su vida. Visto así, el Discurso ante el Congreso de Angostura debe ser leído y analizado como un enfoque dialéctico sobre el proceso histórico venezolano.

 

***

 

"La Campaña de Oriente de 1813", por Ángel Omar García

Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

Ciudad Valencia