En el interior del cuerpo humano habitan más de cien billones de otros seres vivos, pertenecientes a unas dos mil especies distintas. En ese sentido podemos decir que somos una especie de zoológico ambulante.
A tal conjunto de acompañantes se le da el nombre genérico de microbioma. Puede decirse que, mientras más sano es el microbioma de una persona, mayor es su salud. Así de importante es esa muchedumbre que habita en nosotros.
Todos portamos colosales multitudes de microorganismos. Incluso aquellas y aquellos que son aficionados o fanáticos o del aseo personal. También los individuos cuya fijación con la limpieza es enfermiza.
Cuando nacemos, solo contamos con una flora bacteriana prestada. La hemos obtenido de las múltiples especies que habitan en los conductos genitourinario y digestivo de nuestras madres.
Luego, la leche materna nos aporta conjuntos bacterianos benéficos cuya tarea es eliminar las bacterias patógenas que ingresan a nuestro organismo.
Posteriormente, al producirse el destete, nuestra flora bacteriana personal evoluciona hacia la que tendremos cuando adultos.
En el interior de cualquier cuerpo humano sano coexisten más de 2.000 especies distintas de microorganismos –gran parte de ellas, bacterias–, la mayoría de las cuales cumple funciones protectoras para quien las hospeda. Otras pueden dañarlo, pero se mantienen controladas por las anteriores.
Solo un pequeño grupo es capaz de desarrollar enfermedades y vive a la espera de que bajen las defensas del individuo –incluyendo su ejército de bacterias benéficas–, para atacar.
Cada individuo humano está constituido por unos diez billones de células. Pero, por cada célula, hospeda en su cuerpo diez microorganismos. Esto hace que el total que alojamos de tales microorganismos sea de cien billones, en promedio. La razón por la que no notamos su presencia es porque son mucho más pequeñas que las células humanas y ocupan, por lo tanto, menos volumen.
Si reuniéramos el conjunto de seres microscópicos que habitan dentro de nosotros, el mismo pesaría aproximadamente un kilo.
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La mayoría de estos acompañantes vive en la parte final de nuestro intestino, protegiéndonos de bacterias patógenas, ayudándonos a digerir diversas sustancias y sintetizando algunas vitaminas de los grupos B y K, indispensables para nuestra salud.
Por este motivo y aunque parezca exagerado, si una persona pierde gran parte de su flora bacteriana, puede morir en cuestión de horas, a menos que la renueve rápidamente.
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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
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