Arnaldo-Jimenez- deformaciones - la escuela anhelada

El sistema educativo en Venezuela está ordenado en torno al orden de los conocimientos, el cual está dividido por grados, es sistemático y, por tanto, se pueden establecer metas de gran alcance. La facultad psíquica que más se usa es la memorización, porque se supone que los conocimientos que la ciencia va acumulando también deben archivarse en los individuos para que puedan conocer la realidad que les rodea. El llamado programa se ha visto flexibilizado para dejar entrar en él porciones de la realidad inmediata, local, en la que los educandos se desenvuelven. Sin embargo, el sistema educativo, específicamente en la escuela básica, sigue arrojando a la etapa inmediata superior un perfil de graduandos que poco conocen el medio donde viven ni mucho menos han almacenado, aunque sea, el cincuenta por ciento de los conocimientos que sus maestros les impartieron. Alumnos que no dominan ninguna de las expresiones de la escritura, con una redacción enrevesada, sin un nivel de comprensión lectora óptimo para sus edades, y sin expresiones artísticas de alta calidad. ¿En dónde estará la falla?

Antes de la crisis económica, que se ha traducido en un abandono notable por parte de los docentes (y de estudiantes) en relación con sus puestos de trabajo, las condiciones laborables eran casi ideales: los planes de evaluación estaban bien trazados. Las planificaciones de aula cumplían con todos los requerimientos formales para ser ejecutados con prontitud. Los docentes se reunían y conversaban sobre casos graves de atraso pedagógico o cultural. El Estado dotaba a los planteles de aula con Internet y computadoras; sé que muchas de estas características se siguen cumpliendo, aunque no con la misma eficacia, pues el éxodo de docentes ha reducido mucho la calidad educativa. Sin embargo, aunque todos esos elementos estuvieran presentes en el sistema educativo de la escuela básica, para mí el problema fundamental reside en otros aspectos que no se han visto afectados por la crisis económica ni por la ausencia de docentes en las aulas; lo contrario, se han visto repotenciados y contribuyen a la creación de educandos con muy baja capacidad reflexiva y creativa.  Podríamos decirlo de otra manera: aunque se den las condiciones ideales para el funcionamiento de la escuela, el problema permanece porque está relacionado con el modelo, con la estructuración de las clases. Y es bueno no confundir modelo con la ideología que le sirve de apoyo o fundamento. ¿Qué ocurre entonces, dónde estará la falla? ¿Qué podemos hacer para reducir los impactos de estos problemas que son, al mismo tiempo, políticos y culturales?

Al describir someramente el modo de cómo funciona la pedagogía del sistema educativo, he descrito también los problemas de fondo que debemos modificar, complementar o eliminar. Empecemos diciendo que los preceptos constitucionales que pretenden la formación de un hombre crítico, participativo, protagónico, integral, cooperativo, no pueden ser alcanzados a través del ordenamiento de los conocimientos, ni usando como principio activo de la didáctica la memorización; es necesario partir desde este punto y clarificarlo lo más que podamos. Quizás lo evidente, lo que todos damos por necesario, no lo sea tanto. Nos hemos preguntado alguna vez ¿por qué y para qué tantos datos científicos en la escuela básica? ¿Nos hemos preguntado o acaso puesto en duda la necesidad de alcanzar tantos objetivos específicos, tantos conceptos, tantas informaciones en la escuela básica? ¿No será que lo básico hay que fundamentarlo y delimitarlo? Las condiciones socioeconómicas en las que funcionan las escuelas a nivel primario, son muy complejas, los docentes deberían intentar facilitar una forma de aprendizaje que no se traduzca en educandos con pésimas formaciones.

Sigamos desmadejando el ovillo de la pedagogía de la memoria o de la repetición. El programa está basado en especializaciones científicas, y por más que estas especializaciones se vean envueltas en terminologías vinculantes, como ejes transversales, globalización, etc., siguen siendo compartimientos del conocimiento, ellas reclaman sus límites. Ya lo ha dicho Celso Medina (2013), la ciencia no educa, solo ofrece instrucciones. Por otra parte, hay que dedicarle unas palabras al divorcio entre las pretensiones del programa, la Constitución Nacional y la práctica pedagógica realmente existente. Si vamos a vincular diferentes tipos de conocimientos, el docente debe tener un pensamiento preparado para ello, debe ser un maestro acostumbrado a pensar de manera multiléctica y dialógica; es decir, a establecer creativamente diversos y diferentes diálogos entre diversas y diferentes disciplinas; esto no ocurre sino en contadas excepciones, por ello, las vinculaciones entre lo que Morín llama las partes y el todo, el ordenamiento del saber para transformarlo en praxis enriquecedora de la personalidad, está muy lejos de ocurrir, en su lugar se aloja el remedo, la mascarada, la deformación de lo propuesto.

Por otra parte, el pensamiento occidental incubado y esparcido desde los griegos, monopolizado y transformado en poder por los alemanes, franceses y norteamericanos principalmente, pretende dominarnos a partir de la asimilación de su modo de pensar; como dice Briceño Guerrero, la reproducción de este discurso nos hace ser más europeos que americanos, más otros que propios. Sería un aspecto a discutir en otra ocasión. Solo quiero resaltar que la mascarada, la burla, el remedo, tienen una vertiente positiva que es el rechazo a la colonización gnoseológica, lo cual tiene mucha tela para cortar. Por ahora retomemos el tema que nos ocupa, más adelante podríamos volver a encontrarnos con la expropiación del somos a partir del alojamiento de un esquema de pensamiento no producido en sus orientaciones sociales y culturales por nosotros mismos.

 

LEE TAMBIÉN: “Carta a la nostalgia”

sistema educativo

Decíamos que los docentes no están educados en la forja de un pensamiento que se averigua a sí mismo y que tiende a desentrañar los meandros de la profesión de educar. Los docentes convierten la posibilidad del diálogo entre diferentes disciplinas en una mueca, un intento fallido. No es cuestión de creer que señalando culpas se alivia ese malestar que aqueja a la escuela básica. No son culpables los docentes de tal situación, son múltiples las causas que confluyen para que eso ocurra. Pero podríamos sintetizarlas con una sola frase: la alienación de la pedagogía. Es decir, el escape de la práctica pedagógica, la autonomía que ha cobrado la escuela en relación con sus actores, incluyendo en estos al Estado.

sistema educativo

***

 

Arnaldo Jiménez nació en La Guaira en 1963 y reside en Puerto Cabello desde 1973. Poeta, narrador y ensayista. Es Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo (UC). Maestro de aula desde el 1991. Actualmente, es miembro del equipo de redacción de la Revista Internacional de Poesía y Teoría Poética: “Poesía” del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la UC, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida de la UC.

Entre otros reconocimientos ha recibido el Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuentos Fantasmas y Aparecidos Clásicos de la Llanura (2002), Premio Nacional de las Artes Mayores (2005), Premio Nacional de Poesía Rafael María Baralt (2012), Premio Nacional de Poesía Stefania Mosca (2013), Premio Nacional de Poesía Bienal Vicente Gerbasi, (2014), Premio Nacional de Poesía Rafael Zárraga (2015).

Ha publicado:

En poesía: Zumos (2002). Tramos de lluvia (2007). Caballo de escoba (2011). Salitre (2013). Álbum de mar (2014). Resurrecciones (2015). Truenan alcanfores (2016). Ráfagas de espejos (2016). El color del sol dentro del agua (2021). El gato y la madeja (2021). Álbum de mar (2da edición, 2021. Ensayo y aforismo: La raíz en las ramas (2007). La honda superficie de los espejos (2007). Breve tratado sobre las linternas (2016). Cáliz de intemperie (2009) Trazos y Borrones (2012).

En narrativa: Chismarangá (2005) El nombre del frío, ilustrado por Coralia López Gómez (Editorial Vilatana CB, Cataluña, España, 2007). Orejada (2012). El silencio del mar (2012). El viento y los vasos (2012). La roza de los tiempos (2012). El muñequito aislado y otros cuentos, con ilustraciones de Deisa Tremarias (2015). Clavos y duendes (2016). Maletín de pequeños objetos (Colombia, 2019). La rana y el espejo (Perú. 2020). El Ruido y otros cuentos de misterio (2021). El libro de los volcanes (2021). 20 Juguetes para Emma (2021). Un circo para Sarah (2021). El viento y los vasos (2da edición, 2021). Vuelta en Retorno (Novela, 2021).

(Tomado de eldienteroto.org)

 

Ciudad Valencia