Del Medanal venimos-José David Capielo- Freddy Gil González
José David Capielo autor de la columna Del Medanal Venimos

En oportunidad de cumplir hoy 75 años de edad, insistiré en la narración de aspectos sobre “historia de vida” (a riesgo de ser repetitivo en algún relato). Al tema he estado dedicado en parte del trabajo cumplido, dentro de estos espacios y más allá. El año pasado había escrito algo dedicado a la fecha (03/11/2023).

Considero que más que “festejar” la vida por sí sola, hay que reivindicar principalmente la perseverancia intelectual, que deberíamos todos mantener. Recuerdo siempre a mi madre, Paz Agustina y su preocupación permanente por “no perder la cabeza”, decía ella. Esto afortunadamente no pasó, en los más de 90 años que vivió y compartió con nosotros.

Referiré, esta vez, las luchas sociales, políticas y personales, como algo sustancial para mí. Junto a ello, el tema “estudios” formales e informales y, por último y más relevante, los afectos, que incluye además de lo familiar, la amistad y la socialización en general.

Es significativo en lo vivencial evaluar metas, logros e incluso descalabros, en determinadas etapas. El individuo en sociedad intenta y, en algunos casos, logra resolver momentos cruciales en su vida. En mi caso, creo especialmente clave haber avanzado ante las dificultades, en la etapa posterior a la mayoría de edad, en la llamada primera juventud.

Hubo certeza en iniciar y continuar unos estudios universitarios en la UCV Maracay, con altibajos, retrasos institucionales y conflictos estudiantiles y personales hasta mediados de los años 70. Fui fiel a la consigna de “estudiar y luchar” y pude alcanzar una aprobación cercana al 80% de la carga académica exigida. Esto representó un “piso” útil para culminar la carrera de ingeniería agronómica años más tarde. En 1975 asumí el activismo político, igual como experiencia y aprendizaje innegable.

Valoro como etapa crucial, la vivida junto a la “compañera de siempre”, Miriam, a inicios de 1985, cuando nace nuestra hija (Paz). Ya éramos pareja desde 1976, pero con la “nueva compañerita” a bordo se impusieron atenciones y requerimientos especiales. Sin desatender las tareas políticas que se cumplían (de apoyo, denuncias públicas, agitación, propagandísticas u otras), debimos reorganizarnos para ajustarnos a la nueva situación. Hubo mucho apoyo, incluido el de la familia cercana.

Decisivos fueron  los años 1987-1988, ya habitando en Valencia, cuando logramos instalarnos como “ocupantes de buena fe”, en un apartamento de los bloques del “BTV”, en la Urbanización Parque Valencia. Allí no solo convivimos, sino que contribuimos, como representantes vecinales, en la adquisición de esas viviendas a un precio justo, antes que Rafael Caldera decretara la “Agenda Venezuela” neoliberal en 1996. Fue un triunfo popular. Unas 600 familias, que íbamos a ser desalojados, logramos el fin social de esos inmuebles abandonados.

Para el nacimiento de nuestro segundo hijo en 1990 (David), hubo mejores condiciones materiales. Al inicio de 1991, luego de obtener una especie de “permiso”, que implicó reducir las tareas políticas, me reincorporé a la Facultad de Agronomía UCV Maracay para culminar mis estudios académicos. Tuve gran apoyo de amigos y camaradas en la universidad, pero debí aprobar el doble de materias pendientes y una tesis de grado, que antes no se hacía.

Egresé como ingeniero agrónomo a mediados de 1995. Ese mismo año, en desacuerdo con la imposición de otro destino organizativo y tras 20 años militando, renuncié a una organización (BR) que involucionaba hacia la derecha y luego, a su “extinción”, por vía práctica. “Milito y militaré” por siempre, en mi conciencia, por un mundo mejor y una Venezuela libre y soberana.

Lo vivido desde 1995 en lo político, además del ejercicio profesional comprometido con las causas justas, fue una labor de activismo universitario, como medio natural. Realicé trabajo político en esos espacios, siempre en apoyo a la Revolución Bolivariana. En lo laboral, en la  UCV trabajé y “me certificaron”, 4,5 años como personal técnico, más allá de las precarias condiciones laborales.

En octubre del año 2000, fui incorporado como docente investigador de la Universidad Simón Rodríguez (UNESR), donde laboré por más de 16 años, 11 de los cuales en Canoabo/UNESR. En dicho núcleo rural finalmente me jubilé (2016), ya con 67 años de edad.

Además en estudios académicos, al egresar de Agronomía UCV, inicié el Postgrado en Desarrollo Rural (1997), donde logré culminar la maestría en 2002. En mi estadía en Canoabo/UNESR entre 2006-2009, ejercí como subdirector de extensión universitaria, la cual fue una extraordinaria enseñanza.

En 2010 me incorporé al doctorado en ciencias de la educación, en Barquisimeto/UNESR, donde aprobé 3 materias iniciales acreditables. Luego por “reorganización”, este postgrado fue cerrado por el CNU. Finalmente aprobé en 2012 un trabajo de ascenso a docente agregado. Estuve un tiempo en labores de apoyo en capacitación desde el Consejo Legislativo Regional Bolivariano de Carabobo, donde cumplí con algunos talleres (2014-2015). Incluyo también mi labor en la radio y como articulista en “Ciudad Valencia” desde 2014.

Abordaré finalmente en estos “75 almanacazos” o “75 medanales”, el tema de los afectos, la amistad y las relaciones familiares. Más allá de haber sido un individuo que desde mi salida de Coro, en 1968, hacen 56 años, no viví más nunca allá, siempre mantuve una comunicación importante tanto con mis padres, como con familiares y amistades, residentes allá. En especial con mi madre, hubo una relación especial y gran cercanía.

La comunicación se mantiene con algunos de los hermanos y coterráneos, sujeto a las limitaciones de cada quien. Con respecto a la compañera de vida y los hijos, se ha mantenido una relación estable como núcleo familiar. Pese a haber trabajado por años, fuera del lugar de residencia, se logró satisfactoriamente la atención necesaria a la familia. Mis hijos, como adultos y profesionales de la comunicación social, desarrollan en el país sus propios proyectos de trabajo y vida personal y familiar.

 

LEE TAMBIÉN: «Los 81 años del Principito»

 

Rescato una frase atribuida a Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura: “El secreto de una buena vejez, no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”. El tema de la soledad, en especial en adultos mayores es algo presente. No es solo de quienes tienen sus hijos y otros familiares en tierras lejanas. Hay una dinámica cotidiana, donde nuestros familiares jóvenes-adultos, viven en permanente ocupación para resolver sus propios problemas.

Esto puede afectar la atención a los consanguíneos cercanos. No está referido a la ayuda económica que se requiera, ya que existe la solidaridad y  lo afectivo está por encima de lo material. Con la edad avanzada hay más afectaciones y una tendencia a ser más desvalidos. Muchos viejos nos asumimos intolerantes y ello dificulta las relaciones. Todos los individuos, más aún los de mayor edad, debemos hacer mayores esfuerzos en las relaciones intrafamiliares y en el compartir. ¡Por lo pronto, mucha salud y larga vida para todos ustedes, lectores, familiares, amigos  y allegados!

 

***

 

José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.

La Universidad Politécnica Territorial de Falcón “Alonso Gamero” (UPTAG) publicó digitalmente, en noviembre de 2023, su libro “Del Medanal Venimos. Un ensayo autobiográfico reflexivo”.

 

Ciudad Valencia