Hace unos días fuimos testigos del pronosticado triunfo de Venezuela en la Serie de Caribe; un galardón más que merecido y que suma un lauro significativo en la historia de un equipo que albergó —durante varias décadas— la esperanza de coronarse campeón de la liga nacional; y también de hacerlo, por vez primera, en la contienda caribeña.
Era de esperarse que la línea ofensiva hiciera tal hazaña, puesto que el seleccionado criollo contó con un potencial enorme, así como un prometedor average en el picheo. A propósito de esto último, Venezuela, en las manos de Ángel Padrón, logró el segundo no hit no run en la historia de dicho torneo frente a los Gigantes de Rivas, de Nicaragua.
El guardián del montículo venezolano lanzó a lo largo de las nueve entradas un total de 88 picheos para ser el protagonista de una proeza deportiva que cuenta con pocos precedentes en la cita del Caribe.
Cabe decir, entonces, que el talento deportivo venezolano pasa por una racha positiva y sin precedentes. No sólo en el béisbol —deporte con más aficionados en el país y una larga tradición—, sino en otras disciplinas deportivas.
El caso de Los Tiburones de La Guaira es emblemático, en tanto es el único equipo que tardó casi cuatro décadas (primera vez que muchos ojos presencian eso, lo cual me incluye) en dar una copa a su fanaticada. ¡Y de qué manera!
Su actuación durante la temporada local fue merecedora de tal desenlace; eso es indiscutible y es motivo de alegría. De manera que la barra más esperanzada, optimista y alegre de nuestro béisbol por fin logró decir: “Pa’encima”, segura de su inequiparable y prometedor trabuco.
Venezuela, como ya es costumbre, se unió a la efusiva tribuna de los escualos para dar apoyo al seleccionado tricolor capitaneado por el estratega Oswaldo Guillen y el resto del destacado equipo técnico. Estos armadores supieron hacer uso de sus fichas y adueñarse de la pizarra a lo largo de la contienda. El resultado fue un doblete de alegría para toda la fanaticada del beisbol nacional luego de 15 años sin celebrar fuera de casa.
Por otro lado, hemos sido testigos de una generación emergente en el balompié. Desde aquella selección comandada por Arango, pasando por las heroínas de la selección juvenil femenina —de la cual destaca la aguerrida Deyna Castellanos—, hasta el actual panorama futbolístico, que ya cuenta con estrellas de alta talla, Venezuela ha dado demostraciones de crecimiento, razón por la que hoy nos hemos sumado a la consigna: Mano, tengo fe. Más que una expresión de deseo, que ya lo es, es la afirmación de que estamos ante un nuevo clima para el fútbol nacional.
En un continente, cuya tradición en esta disciplina es indiscutible, es un hecho que Venezuela ya no sale al campo de juego con una muerte anunciada, por el contrario, se ha venido abriendo paso entre los equipos que tienen una huella mundialista consolidada. Y es que Venezuela está sirviendo de cantera para el fútbol global, y de esa misma manera se ha desmarcado de la fama de Cenicienta que en otrora había venido ocupando en la opinión general.
Así lo demostró nuestra selección juvenil masculina sub-23 en la pasada jornada para lograr ser parte del par con sello olímpico que representa a nuestro continente en el año próximo. Esos muchachos, a pesar de no lograr el objetivo de asistir a Francia representando al tricolor nacional, han hecho una demostración de que el futuro del fútbol está en buenas manos ¿O en buenos pies?
La antesala a las Olimpiadas es una muestra irrefutable de que Venezuela está dispuesta, más que nunca, a disputar los espacios que antes parecían imposibles. Aunque todavía falta por desarrollar parte del cronograma conducente al más importante evento deportivo (El Mundial); nuestra selección nos ha hecho vibrar nuevamente y se ha venido asegurando de que las esperanzas continúen intactas.
El proverbio popular dice: La fe no se discute…, pero yo deseo reafirmar que esas esperanzas forman parte del pacto concreto entre la capacidad y el sentido de la oportunidad. También forman parte de un paisaje donde prevalecen: la disciplina, la motivación y las herramientas técnicas; así como la sostenida preparación. Es una fe racional de quienes estamos siendo testigos de un indiscutible y vertiginoso crecimiento de nuestro gran conglomerado deportivo.
De igual manera, Venezuela cuenta con sofisticados y efectivos programas de preparación para atletas de alto rendimiento, que han venido dejando un saldo positivo en las competencias internacionales en disciplinas como: atletismo, boxeo, halterofilia, baloncesto, ciclismo, esgrima, judo, futbol, voleibol, etc. Importante resaltar la amplia participación de mujeres en el deporte, sus crecientes números que auguran muchas medallas, reconocimientos y distinciones.
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Yulimar, atleta femenina del año 2023, entre muchísimas otras, en una muestra de ello. Ella es el orgullo y su camino a la meta es un claro ejemplo de lo que la mujer venezolana representa en todo sentido: fe-dignidad-compromiso-capacidad.
La aspiración última es que toda esa fe nos permita crecer en el deporte, en todas sus disciplinas, que sea motor para inspirar e inspirarnos, para reconocer el esfuerzo de cada atleta que nos representa, y más aún en aquellos y aquellas en proceso de formación. Tenemos infinita fe en una nueva generación acrisolada y con sobrado talento: La generación de oro.
Hago esta nota, no como experta en materia deportiva, sino como venezolana orgullosa de su gente, de su potencial, de sus capacidades en cualquier área; el deporte una de tantas.
Yo nací en el país de la fe y celebrando a una constelación virtuosa de estrellas deportivas.
¡Viva Venezuela!
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María Alejandra Rendón Infante (Carabobo, 1986) es docente, poeta, ensayista, actriz y promotora cultural. Licenciada en Educación, mención lengua y literatura, egresada de la Universidad de Carabobo, y Magister en Literatura Venezolana egresada de la misma casa de estudios. Es fundadora del Colectivo Literario Letra Franca y de la Red Nacional de Escritores Socialistas de Venezuela.
PREMIOS
Bienal Nacional de Poesía Orlando Araujo en agosto de 2016 y el Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca 2019 en poesía.
PUBLICACIONES
Sótanos (2005), Otros altares (2007), Aunque no diga lo correcto (2017), Antología sin descanso (2018), Razón doméstica (2018) y En defensa propia (2020).
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