“Violencia vicaria” por María Alejandra Rendón Infante

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María Alejandra Rendón, autora de la columna Nos (Otras)

Violencia vicaria… La violencia de género, de la cual hemos desarrollado contenido ampliamente en este espacio, es hoy, como lo ha sido por mucho tiempo, un flagelo social que está siendo combatido gracias a la movilización constante de las mujeres y activistas en procura de un modelo político más equitativo y que sea transversal a todos los espacios de la vida en sociedad.

Las violaciones de derechos que están siendo asumidas como violencia de género hoy van más allá de las formas visibles y extremas, asumiendo que el patriarcado es un sistema de dominio institucionalizado que mantiene la subordinación e invisibilización de las mujeres y todo aquello considerado como “femenino”.

En ese sentido, los feminismos se han encargado de revisar y cuestionar el orden simbólico que ha servido como cimiento a las formas de violencia visibles y de poner en el relieve  manifestaciones sutiles, casi ocultas,  que están relacionadas con esa subordinación que ha sido asimilada como correcta, valida o natural, y reproducida por la sociedad en su conjunto.

 

violencia vicaria-María Alejandra Rendón Infante-Nos(Otras)

 

Las múltiples violencias que se ejercen contra las mujeres son visibles en mayoría, pero la tolerancia social impide ponerles freno: prostitución, trata, acoso sexual y por razón de sexo, maternidad subrogada, brecha salarial, agresión sexual fuera y dentro de las relaciones de pareja, golpes, destrucción moral, humillaciones, torturas… todo en un marco de violencia simbólica que permite su legitimación.

La violencia vicaria es la más cruel y despiadada porque causa un daño irreparable y destruye a la mujer. Según algunos datos  rastreados en la WEB, la cifra de niñas y niños que han sido asesinadas/os  por sus padres biológicos, parejas o exparejas de la madre va en aumento desde que en 2013 se empezó a contabilizar este tipo de asesinatos, cuyo objetivo es destruir psicológicamente a la mujer para siempre.

La violencia vicaria es aquella que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos y especialmente de sus hijas e hijos. El padre o agresor ejerce una violencia extrema contra sus criaturas, llegando incluso a causarles la muerte y utilizando recursos de particular crueldad. Esta violencia también causa un daño irreparable en los niños y niñas, los cuales son instrumentalizados para perpetuar el daño y extender su alcance. Es ejecutada  con el objetivo de ejercer control o mostrar poder, a través del chantaje relacionado al daño psicológico, físico, económico, patrimonial, entre otros.

 

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Este tipo de abuso contra terceros empieza, como todos los casos de violencia de género, de manera gradual y se puede dar de diferentes formas: psicológica o verbal, por medio de insultos o amenazas, o física, cuyo máximo exponente es el asesinato de los menores. El único objetivo final es poder controlar y dominar a la mujer, creyendo que es de su posesión y negándole cualquier oportunidad de vivir libremente.

La violencia vicaria cuenta con la complicidad de una sociedad que cuestiona permanentemente a las mujeres, que las priva de autoridad y pone en duda su palabra. Las mujeres suelen intentar que su voz se oiga en el colegio de esas hijas o hijos, entre las amistades, en la propia familia, en los juzgados, pero los imaginarios del “buen padre” y la “mala madre” se imponen. Se prefiere escuchar al varón y apoyar al hombre que juega a ser víctima, que a esas mujeres que, desesperadas, intentan hacer oír su voz para evitar que el padre haga daño a sus hijas o hijos.

Ángela González Carreño, caso emblemático proveniente de España, es una mujer que presentó más de 30 denuncias porque temía por la vida de su hija en las visitas con el padre, finalmente éste la asesinó. Pero, como Ángela, son cientos de miles las mujeres que son víctimas de violencia de este tipo y viven un verdadero calvario, de hecho, la manutención condicionada,  el chantaje económico y la amenaza con despojarle de derechos sobre la descendencia es la más común de las formas en la que esta se expresa.

 

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¿Se engloba dentro de la violencia de género?

Sí. La violencia vicaria es violencia de género. Se sustituye a la persona en la acción directa física o psicológica de la violencia para causar un daño mayor y permanente a la mujer. El objetivo es la mujer. La ejercen siempre hombres contra mujeres.

¿Por qué se llama violencia vicaria?

Porque se sustituye a una persona por otra para ejercer la acción, en este caso a las hijas o los hijos a quienes se daña o asesina para destruir la vida de la madre. El término violencia vicaria se incluyó en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género en España. Realmente no existen motivos para actuar en contra de los hijos e hijas que no sea un daño directo a la madre, es una forma de perpetrar un daño permanente.

En la labor de atención de casos que he desarrollado por espacio de varios años, llama la atención la presencia profusa de la misma y el daño psicológico que genera en todos las personas involucradas, es decir, tanto madres como hijos e hijas.

Cuando un hombre amenaza a una mujer con quitarles a sus hijas o hijos está dando signos claros de violencia vicaria. Las amenazas a las mujeres con sus hijas o hijos deben hacer saltar todas las alarmas. La protección a las víctimas de violencia de género es esencial, reconociendo que un maltratador nunca puede ser un buen padre.

Nuestro ordenamiento legal vigente no da tratamiento a este tipo penal como violencia vicaria propiamente, como sucede con otras legislaciones, sino que la inscribe dentro de la “violencia Familiar”. Sigue siendo una forma de violencia en torno a la cual hay que seguir confeccionando parámetros legales para erradicarla.

 

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Tomando en cuenta que en el siglo pasado las mujeres no compartíamos la patria potestad de los hijos e hijas, es decir, no participábamos de las decisiones fundamentales en torno a su crianza, las mujeres, junto a la sociedad en general, hemos avanzado en materia de derechos y extendido los mismos hacia los niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, siguen siendo naturalizadas prácticas completamente condenables respecto  a las violencias extendidas y hoy sigue constituyendo una de las formas  más presentes, tanto como la física, la sexual y la psicológica.

 

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De hecho, ante el creciente repudio a las violencias basadas en género, sobre todo las más visibles, la violencia vicaria ha cobrado un lugar predominante en la mayoría de los casos, porque la misma cambia de lugar, de foco, y nos es fácil identificarla como una de las tantas formas de abuso hacia las mujeres.

La realidad es que a pesar de los avances, aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a violencia vicaria y protección integral de mujeres y de sus hijos e hijas, como víctimas directas o indirectas de esta violencia. Por ello, el Estado debe de proporcionar medidas más eficaces de protección y apoyo a las víctimas y posibles víctimas de violencia vicaria. Asimismo, es fundamental partir de una educación en la que se conozcan bien este tipo de violencias y su gravedad.

 

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María Alejandra Rendón Infante (Carabobo, 1986) es docente, poeta, ensayista, actriz y promotora cultural. Licenciada en Educación, mención lengua y literatura, egresada de la Universidad de Carabobo, y Magister en Literatura Venezolana egresada de la misma casa de estudios. Es fundadora del Colectivo Literario Letra Franca y de la Red Nacional de Escritores Socialistas de Venezuela.

PREMIOS

Bienal Nacional de Poesía Orlando Araujo en agosto de 2016 y el Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca 2019 en poesía.

PUBLICACIONES

Sótanos (2005), Otros altares (2007), Aunque no diga lo correcto (2017), Antología sin descanso (2018), Razón doméstica (2018) y En defensa propia (2020).

 

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