Vuelo a lo invisible-Montejo-Mohamed
Yo  pertenecía a un pueblo de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes,  silenciosos  y aptos para enloquecer de amor.
   Pero mi raza era de distinto linaje. Escrito está y lo saben -o lo suponen- quienes se ocupan en leer signos no expresamente manifestados que su austeridad tenía carácter proverbial.  Era dable advertirla, hurgando un poco la historia de derrumbes humanos, en los portones de sus casas, en sus trajes, en sus vocablos. De ella me viene el gusto por las alcobas sombrías, las puertas a medio cerrar, los muebles primorosamente labrados, los sótanos guarnecidos, las cuevas fatigantes, los naipes donde el rostro de un rey como en exilio se fastidia…
                               Rafael Cadenas / Los cuadernos del destierro/ 1960

 

Continuamos nuestro trajinar por la obra de Rafael Cadenas a través del Vuelo a lo Invisible, realizado en los espacios del antiguo Ateneo Municipal del municipio Diego Ibarra hace casi tres décadas.

No obstante, a pesar del tiempo transcurrido, dicho encuentro aún mantiene su vigencia y nos permite tener una visión panorámica del escritor, pues al ser abordado desde diferentes perspectivas y puntos de vista por los participantes, entonces bisoños aprendices de poetas, se crea una atmósfera juvenil, fresca, con capacidad de riesgo, despojada de ataduras académicas que impidan el vuelo.

Rafael Cadenas

En el fragmento de Los cuadernos del destierro con el que abrimos esta cuarta entrega podemos notar la notable influencia de Rimbaud en nuestro poeta, quien de esta manera da un giro violento en su escritura respecto a la que encontramos en Una isla, libro comentado ampliamente al inicio de nuestra publicación.

Aquí nos resulta oportuno destacar el escrito aparecido en la Separata de la revista Poesía, Reynaldo Pérez Só, Seis Décadas de Poesía Venezolana (Un Bosquejo), 2019, donde su autor afirma, refiriéndose al poeta:

“Rafael Cadenas, otro poeta de la periferia como Ramón Palomares, escribió un pequeño libro de adolescencia en 1945, luego hace mutis hasta finales de los cincuenta con Cuadernos del destierro, lejano de sus poemas iniciales, literario, apegado a la tradición de Ramos Sucre, pero que viene a servir de padre, quizá como huida, a Falsas maniobras donde el gran poeta se apropia de las palabras despojándolas de los vicios verbales que la tradición nuestra acostumbró, adjetivos altisonantes, descripciones míticas exóticas”.

“Mientras Falsas Maniobras está en la otra banda de lo representado por Juan Sánchez Peláez, aunque no pocos los asociasen, pero en él se vierte un mundo fantasmagórico, en que la imaginación y las palabras se casan para dar cabida o paso al lenguaje poético de lo más cercano al hombre de carne y hueso, vital, en busca de una gravedad distinta. El poeta deberá de hacerse, hacerse con el poema, existir y entregarse al texto y no esté obnubilado por las palabras o “deliciosamente confundido en ellas”.

 

Rafael Cadenas 3

 

Habla Rafael Cadenas

 Miller: ¿Su escritura es inspirada o creada?

R.C.: ¿Qué diferencia hay? (Risas).

 

Miller: Que una se piensa y se escribe y la otra se trabaja.

R.C.: Bueno, ambas se trabajan, yo relaciono la inspiración con fluidez, con el texto que sale con gran facilidad, y el texto creado es el que uno escribe con mucho sudor, como pariendo, con mucho trabajo.

 

Harry Almela: ¿Te sucede una cosa con más frecuencia que la otra, te resulta más difícil inspirarte?

R.C.: …Sí, sí…

 

Nayla Abí Hassan: Entre todos los poemas que usted ha escrito, en su larga trayectoria poética, ¿cuál ha sido el que más le ha estigmatizado o el que más le ha marcado?

R.C.: En este momento me resulta difícil dar una respuesta…

 

H.A.: ¿“Derrota” no es, ni “Fracaso” tampoco?

R.C.: En Derrota hay como demasiada lamentación.

 

H.A.: ¿Te resulta más fácil responder si te preguntan por un libro en especial?

R.C.: Quizá Memorial, lo siento más cercano. Pero también Falsas Maniobras, esos dos serían…

 

 Alexis: ¿Usted considera que ya es lo que debe ser?

R.C.: No te entiendo bien. ¿Es algo así como si yo me considerara ya realizado…?

 

Alexis: No sé… no sé… algo como si Cadenas se siente un gran poeta, algo así como la “Pepsi Cola”…

R.C.: Ah, no, no, pero tienes razón con lo que acabas de decir. Porque hay una tendencia aquí a elogiar mucho no solamente a poetas, sino también a pintores, a músicos, a científicos, y yo creo que hay que tener cuidado con eso, con el excesivo elogio porque eso infla a la persona y, cuando va a escribir, se cohíbe y pierde la espontaneidad. Porque si a uno lo anuncian como la octava maravilla del mundo y después lo hacen hablar o leer algo, hay una desproporción entre ese elogio y lo que uno puede hacer.

Por eso digo  que Derrota pertenece a un período, a un pasado porque muchas de las cosas que digo allí no tienen vigencia. Por ejemplo, yo digo que nunca usaré corbata, y a veces he tenido que usarla, que no he podido casarme y me casé, que no he ido a París y sí pude ir a París, entonces lo que yo he hecho después desmiente el poema. Claro, eso no tiene que ver con el poema como tal.

 

Jesús Machado: ¿y cuál es su oficio hoy en día?

R.C.: Mi oficio es dar clases. Si es que eso se considera un oficio.

 

Yusmila: ¿Para un escritor es más fácil escribir desde la tristeza? Me llamó mucho la atención su libro Memorial, en el que se refleja un momento de tristeza… Al Ateneo vino un escritor que dijo algo así como que para él era más importante ser escritor, que su profesión [periodista].

R.C.: ¿Quién?

 

Yusmila: Marta Sosa dijo algo muy importante cuando vino…

 

Gumersindo Reza: Él dijo que escribía para que la muerte no dijera la última palabra.

 

 Jesús Machado: Algo así: como para que la muerte solamente no tuviera la última palabra.

R.C.: Muy buena la frase. En los Apuntes sobre San Juan de la Cruz… yo digo que no soy  escritor, que soy y he sido más lector que escritor, porque el escritor no puede ser más lector que escritor y el muy lector no puede ser escritor. El escritor es el que aparta la lectura para después porque le atrae poderosamente la escritura y ese no es mi caso. Yo digo allí que a mí me consideran escritor algunos amigos distraídos, pues yo pienso que el escritor, si no escribe todos los días, al menos lo hace con una gran frecuencia, de otra manera no podría producir tanto.

 

Mohamed Abí: En el suplemento literario Bajo Palabra, que publicaba el Diario de Caracas, salió un trabajo sobre su estadía en una abadía de Francia para traducir algunos de sus poemas. Me gustaría que nos dijera algo al respecto.

 R.C.: Esa es una abadía muy antigua que ahora está dedicada a la actividad cultural. Es tan antigua que allí hay una habitación donde se retiraba el Rey Luis. Entre las actividades culturales que realiza se invita cada año a un poeta de Latinoamérica o de otro continente para ser traducido por un grupo de tres o cinco traductores durante varios días. La idea es excelente porque el autor está con ellos. Allí pasamos tres días; además nos reuníamos diariamente. Ellos escogían un texto, lo traducían y cuando tenían una duda sobre un significado me preguntaban, lo discutían, y en esa forma lograron traducir alrededor de 15 o 20 textos de Gestiones. Se iban a publicar en una revista, pero no he tenido noticias…

 

 

Finalizamos esta travesía poética citando un fragmento de Falsas Maniobras (1966), obra que incluye el poema Fracaso que, junto con Derrota, fue, según la crítica, una suerte de himno de la generación de los años sesenta y setenta.

 

 

FALSAS MANIOBRAS (1966)
Hace algún tiempo solía dividirme en innumerables personas.  Fui sucesivamente, y sin que una cosa estorbara a la otra, santo,  viajero, equilibrista.
Para complacer a los otros y a mí, he conservado una imagen doble. He estado aquí y en otros lugares.  He criado espectros enfermizos.
Cada vez que tenía un momento de reposo, me asaltaban las imágenes de mis transformaciones, llevándome al aislamiento. La multiplicidad se lanzaba contra mí. Yo la conjuraba.
Era el desfile de los habitantes desnudos, las sombras de ninguna región.
Ocurría al final que las cosas no eran lo que yo había creído.
Sobre todo, me ha faltado entre los fantasmas aquel que camina sin yo verlo.
Tal vez el secreto de lo apacible esté allí, entre líneas, como un resplandor innominado, y mi soberbia injustificada ceda el paso a una gran paz, una alegría sobria, una rectitud inmediata.
Hasta entonces.

 

(Continuará).  ¡Salud, Poetas!

 

***

 

Mohamed Abí Hassan (El Tigre, 1956). Poeta, artista visual y editor independiente. Licenciado en Educación, Mención Artes Plásticas (cum laude), por la Universidad de Carabobo (UC). Ha ejercido la docencia en la UC y en la Universidad Arturo Michelena. Ha sido colaborador en las revistas Poesía y La Tuna de Oro (UC). Primer Premio II Bienal de Literatura Gustavo Pereira, Mención Poesía 2013; Primer Premio IV Bienal de Literatura José Vicente Abreu, Mención Poesía 2016; Primer Premio Concurso Nacional del II Festival 3.0 de Historias Comunales Ramón Tovar (2022).

Formó parte de la Comisión Rectoral del Encuentro Internacional de Poesía de la UC. Coordinó el Taller de Formación de Cronistas Comunales en Mariara, estado Carabobo, auspiciado por el Minci, la Revista Nacional de Cultura y el Centro Nacional de Historia. Actualmente se desempeña como facilitador de talleres de iniciación en la creación literaria, así como talleres sobre patrimonio histórico.

 

Ciudad Valencia