Del Medanal venimos-José David Capielo-EL 19 DE ABRIL-Simón Girán
José David Capielo autor de la columna Del Medanal Venimos

Culminamos el largo conflicto universitario ya cercanos a las vacaciones navideñas de 1974. Mi expulsión era por un año cronológico e implicaba perder tres semestres. Nuestro reintegro sería en 1976, ya iniciado el semestre 10, que igualmente se perdería. La beca de OBE/UCV quedaba anulada y esto comprometía mi sobrevivencia en Maracay.

Al ir a Coro esa navidad, la primera confrontación fue con mi padre. Sumamente molesto, dijo en forma tajante que lo que le provocaba era golpearme. Le respondí: “No quiero golpes, ni soy capaz de pelear contigo”. Le plantee que regresaría a Maracay en enero, que no le estaba pidiendo ayuda. Que seguiría mi vida, ya con 25 años cumplidos.

Luego, más calmado preguntó si las autoridades no habían planteado alguna salida. Le dije que los decanos afirmaron que si firmábamos una retractación, podrían discutir la posibilidad de disminuir la sanción. “¿Y qué vaina es esa?”, preguntó. “Pedir perdón, papá”, le respondí. Y contundente expresó: “¡Ah no, eso no, si fuiste hombrecito para meterte en ese p.., ten el valor para asumir las consecuencias. Hay que tener dignidad!”.

Con mi madre la discusión fue más difícil. Ella simplemente arrancó a llorar desconsoladamente. Sabía que anhelaba, más que yo, poder acompañarme en una graduación a corto plazo, en los espacios de la UCV. Le señalé: “No te preocupes, mamá, sí me voy a graduar, solo que en otra fecha”. Quedé así comprometido con mi progenitora a culminar mis estudios universitarios.

Mi madre, Paz Agustina, nacida un 24 de enero, día de Nuestra Señora de la Paz, fue una mujer ejemplar, dedicada en absoluto a su extensa familia (9 hijos) y altamente solidaria. Me acompañó varios días en Maracay, en plena huelga de hambre, representando un afectuoso acompañamiento para todos en ese duro conflicto.

En lo político, el grupo COPELBO inició un proceso de discusión interna, donde por mayoría decidimos incorporarnos al recién creado Comité de Luchas Populares (CLP), con su periódico nacional “¿Qué Hacer?”. Se había dado una “captación política”, por diferentes vías, y en mi caso accedí a incorporarme como activista político comprometido, después de haber estado sin militancia desde el Liceo. Los estudios académicos no serían desde ahora la prioridad.

Hubo pocos compañeros en desacuerdo. Otros redefinieron su participación a lo estrictamente estudiantil. Cada quien se ubicó de acuerdo a su disposición personal. Yo había recibido una comunicación de mi amigo del Liceo, “El Negro”, ya para la fecha un cuadro político-militar de BR, donde me proponía acompañar la propuesta del CLP, como organización legal, en la línea de combinar las formas de luchas, la cual sabía que yo compartía desde épocas anteriores.

Por supuesto que debí resolver lo referente a la sobrevivencia económica. Ya había realizado trabajos a destajo en la parte comercial. Me dediqué principalmente a la venta ambulante de libros con la anuencia de un amigo proveedor, que otorgaba créditos pagaderos a plazos. Todo esto me resolvió económicamente  por un buen tiempo.

Mientras seguimos usando los espacios universitarios y, sobre todo, el comedor para la subsistencia. Los sancionados contamos con gran solidaridad por parte de estudiantes de ambas facultades. Las luchas estudiantiles se mantuvieron con nuevos actores, algunos bajo nuestra orientación política. Poco tiempo después se abrirían la participación en elecciones estudiantiles y se haría presencia en los gremios.

 

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Quise también lograr una relación estable con alguna compañera, pero sin ningún éxito. Era hora de enseriarse e ir más allá de amoríos circunstanciales. Fueron al menos dos intentos fallidos. Uno con una camarada muy participativa, que resultó que ya tenía compañero en otra zona. Tampoco fue posible con una compañera de estudios, gran colaboradora, quien con franqueza me señaló que podía ser mi amiga siempre, pero que estaba temerosa de establecer una relación formal conmigo.

El activismo político en ese año 1975 fue intenso. Me dediqué junto a con un equipo al trabajo obrero, básicamente en las textileras de Maracay. Por lo menos en tres de las grandes: Telares de Maracay, Sudamtex y Flexilón. Por otra parte, se hacían “batidas” con el periódico cada semana, tratando de contactar a obreros amigos e involucrándonos en la problemática existente en cada factoría. También comenzamos a vincularnos al Sindicato Textil y a toda la dinámica de ese gremio.

Hubo cambio de decano en Fagro UCV, estimo que en septiembre 1975. Quien asumía el cargo también era de AD, como su antecesor, pero decidió permitir la inscripción de los expulsados en el semestre que se iniciaba. Así perderíamos dos y no tres semestres. Fue una medida obviamente conciliatoria de este último decano adeco antes de los triunfos, en las elecciones decanales a partir de 1978, de la izquierda consecuente que nos había apoyado en el reciente conflicto.

 

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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.

 

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