El Anillo de Brillantes por Carlos Delgado Niño…

La conmovedora anécdota que ahora cuento a mis amigos de la muy hermosa barriada me crié, transcurre poco después de la muerte de Juan Vicente Gómez, en pleno gobierno del general López Contreras, cuando todavía quedaban vestigios de aquella férrea dictadura en plena gestación de la democracia, que se logró a partir de 1941, cuando el Soberano Congreso Nacional designó al general Isaías Medina Angarita el VERDADERO DEMÓCRATA que ha gobernado nuestro país como presidente de los «Estados Unidos de Venezuela», habiendo desempeñado el cargo de Ministro de Guerra y Marina, tal y como estaba pautado en la Constitución nacional.

Tenia apenas cuatro años, cuando el coronel Eliodoro Contreras me llevó a la Pila Bautismal de la Catedral, «para que el padre Arocha me sacara el diablito», porque ya estaba creciendo..! Y debe ser verdad, porque recuerdo muy bien la gran «calentera» que agarré cuando me pusieron aquella «braga de rayitas» con una cruzada con «botones de nácar»…

Qué arrechera!.

En vez de esos botoncitos de «mariconcito» he debido usar los de hombres!
– Pero si te quedan de lo más bonitos…!
– O me le ponen botones de hombre, o no hay bautizo!

Gracias a la intervención de Josefina Soto, una «casi tía» de quien recuerdo haber estado «enamoradito» fui bautizado con pantaloncito corto, camisita azul y corbata de lazito…

– No ve..? Ahora sí, que parezco un hombre no jile .. !
– Con tal de que tu padrino le guste…
– Si no le gusta, me buscan otro padrino!

A mi sí que me gustaba ese padrino!.. Un militar de recia estirpe tachirense, afable en su trato, gran amigo de mi familia…

Completaban su familia, el teniente coronel Apolinar Contreras y lindísima Eloína, a quien mi tío José Olinto «le pasaba el rabo», como se decía en aquellos tiempos y aún cuando ella lo disimulaba muy bien no podía ocultar su excitación cada vez que el «pájaro bravo».

Se le acercaba y le pasaba el brazo en señal de amistad, cosa que aprovechaba el muy ladino para pellizcarle la orejita.

– Deje la cosa, José Olinto, que lo pueden verse…!

– Ahh… es que no le gusta…? mi amorcito lindo ?

– Válgame Dios…! Dígame- si lo oye Polonio…! Enseguida va con el chisme a Eliodoro y si supiera la «trifulca» que se puede armarse…!

«Polonio» era en realidad Apolonio, pero el Teniente Apolinar le ordenó borrar la primera letra de su nombre para evitar «posibles confusiones»…

 

– Apolinar y Apolonio… no puede ser…! Alas…!
Apolonio, había sido soldado y «ordenanza» de mi padrino el coronel y desde muy muchacho, estaba «a la orden» de la familia Contreras como leal servidor, gozando de confianza y aprecio que él correspondía Apolonio o «polonito» sabía leer «de corrido»..
– La «niña Eloína» me va a enseñar a escribir… y también voy a aprender con ella «las cuatro reglas»…!
Era éste un personaje agradable, sencillo como todos los de su clase y muy servicial:

– Cuidado catire, que el níspero es muy quebradizo!… Alas!…

La hermosa quinta de los Contreras, comenzaba justo en el cruce de la Calle. 5 de Julio con al Rondón, donde hoy se levantan las frescas instalaciones del «Club Rondón», realizadas por el Señor Luis López Reyes, a quien apodan cariñosamente «El Conejo».

La dedicación de aquel indiscutible Apolonio, por la familia Contreras era, el total! prácticamente era uno más entre ellos…!

Muy tempranito ordeñaba las Vacas, colaba leche, rompía las cuajadas, las colocaba: en los «cinchos» y por las tardes empacaba el queso y ponía el cuajo en la leche del día, después de apartar la más apetitosa para el consumo familiar….

– Esta es la que le gusta a la niña Eloína…! Pura eremita! Cada mañana, aseaba el establo, cortaba el pasto para los comederos colocaba la sal y llenaba los estanques. Bañaba los cochinos, regaba los jardines y cortaba las flores para su adoración:

«La niña Eloína», a quien vio nacer!

– Era rosadita como una guayaba por dentro!

Los domingos, se ponía un liquiliqui de kaki color gris y sus alpargatas nuevas para ir a misa y escuchar la retreta en la Plaza Bolívar pero eso sí: después de concluir la diaria faena! Más de una vez, se aparecía con nísperos, mangos, cambures, de todo lo que había en aquella vega de frutales. Todos los mediodías antes del almuerzo, podíamos verlo bañándose en el río que corría al fondo; después se dedicaba a las faenas menores y pocas horas más tarde se encontraba enfrascado en estudiar las «lecciones» que su maestra, la niña Eloína, le había dictado.
Una mañana decembrina del año 1938, si la memoria no me es infiel pude contemplar, estupefacto, como era conducido con las manos y codos fuertemente amarrados por los policías…!

– Apolonio que está pasando?

– Yo niño…

– Chito..! Camina paTante…! y busté, quítese..! Alas!

Los policías mal encarados, se llevaron al pobre hombre a «plan de machete» por el medio de la calle 5 de Julio rumbo «alastrillo», sin que me fuera posible conocer la causa. Corrí a mi casa, le conté a mi abuelita el asunto y de inmediato la tía Minina salió a comunicárselo al Doctor Cordido Freites, quien vivía en la esquina del «cañón raya’o» cruce de Rondón con Farriar. Esta tarde se tenía noticia: Apolonio estaba preso por haberse robado un «anillo de brillantes» de la niña Eloína…!

– Yo lo puse en el joyerito, encima del «tocador»… allí ha estado siempre… de eso estoy más que segura, mire..!

– No seria Encarnación..?

– De esa negra respondo yo… !

Libre de sospecha Encarnación, sólo quedaba Apolonio, el veguero a quien infirieron las más infames torturas, sin logra la más mínima confesión. .. ! Solamente hablaría con la niña Eloína!

– Parece mentira! Tantos años disimulando y mire! Resultó un ladrón! Usted tiene la culpa por haberle dado tanta confianza!

Con un brazo roto y cruelmente azotado, fue trasladado un mes después a la Penitenciaría General de Venezuela, en San Juan de los Morros, allí murió de hambre y quizá de tristeza…! En la navidad del año siguiente, Eloína quiso remplazar el papel de las paredes de su habitación, por «pintura al óleo» y fue removido el pesado tocador… Por primera vez en muchos años.. !

Allí destellando fulgores, recostado del rodapié de papel estaba el famoso ANILLO DE BRILLANTES de la «niña Eloína»…!

Terminal de tranvía de la Plaza La Candelaria – Valencia (Tranvías de caballitos)

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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