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Ángel Omar García González: autor de la columna de Ciudad Valencia "Historia y Memoria"

Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas: El pasado 1° de septiembre se conmemoró el Bicentenario de la llegada del Libertador Simón Bolívar a tierras peruanas. Ello fue el resultado, al menos, de dos factores fundamentales: la imposibilidad que tenían las fuerzas republicanas de alcanzar por sí solas la independencia de España, a pesar de apoyo militar del general José de San Martín, y la propia visión geopolítica de Bolívar, para quien la independencia y seguridad de Colombia no estarían garantizadas sin la derrota definitiva de los realistas en Suramérica.

La situación de Perú a la llegada de Bolívar era sumamente crítica, el Congreso Constituyente convocado por San Martín, luego de la entrevista con Bolívar, había devenido en un lento y progresivo repunte de las fuerzas realistas; el ejército se encontraba en situación muy precaria y el país estaba dividido: una parte controlada por los realistas y otra a duras penas por los patriotas.

Para enfrentar esta situación, el general Antonio José de Sucre fue encargado de mando del ejército hasta el arribo de Bolívar, y se solicitó un préstamo a Gran Bretaña que permitiera enfrentar las urgencias que la guerra demandaba. Los resultados en el corto tiempo fueron los triunfos en Junín el 6 de agosto y en Ayacucho el 9 de diciembre de 1824. Derrotas que marcaron el fin del dominio español en el sur del continente.

 

Asegurar la liberación alcanzada

La reacción anti-bolivariana no cesó en los tiempos de vida del Grande Héroe, ni en los actuales, de señalar a la llamada Campaña del Sur como resultado del delirio de grandeza y la desmedida ambición de poder que habría embargado al Libertador luego de los triunfos obtenidos en las batallas de Boyacá y Carabobo, victorias con los que se aseguró la liberación de Nueva Granada y Venezuela. Señalamientos carentes de veracidad histórica, como puede constatarlo la revisión de la correspondencia del Libertador con diversos interlocutores, en su país y el continente.

Desde una fecha tan temprana como 1815, Bolívar se planteaba abiertamente una dimensión geopolítica continental. En la llamada Carta de Jamaica de 1815, no solo hacía una radiografía de la historia y la situación de los pueblos de la América española, sino que vislumbraba un escenario de integración continental que tendría al istmo de Panamá como espacio de integración. Más tarde, durante el discurso de instalación del Congreso de Angostura en 1819, planteó la unión de Venezuela y Nueva Granada en una sola nación. Propuesta que tuvo un primer paso de concreción el 17 de diciembre de ese año con la aprobación de la Ley Fundamental de Colombia, base jurídica de la integración de ambas naciones.

También pueden hallarse nociones de la visión integracionista de Bolívar en procura de alcanzar la derrota española, en comunicaciones con líderes continentales como el argentino Juan de  Pueyrrendón, el Chileno Bernardo O`Higgins y el propio José de San Martín, entre otros. Los triunfos militares obtenidos en Bomboná, el 7 de abril, y Pichincha, el 24 de mayo de 1822, sólo allanaron el camino de una perspectiva política que encontraba espacios de concreción real en la medida en que se alcanzaban nuevos triunfos militares.

Es falso, entonces, que su llegada a Perú haya sido el último paso en un proceso de dominio continental que tendría como fin último la sustitución de una monarquía por otra: la coronación de un Rey americano, Bolívar. La Campaña del Perú fue el resultado, no sólo de estos triunfos, sino de la propia necesidad de asegurar la liberación de Nueva Granada, Venezuela y Quito. Sin la derrota definitiva del ejército español en Suramérica la seguridad de Colombia no estaría garantizada. Desde esta perspectiva, Bolívar miraba la integración como una posibilidad que atendía a sus propias contingencias, por eso su llegada a Perú sólo ocurrió después que las autoridades de esa nación lo solicitaran.

 

¡Triunfar!

El 1° de septiembre de 1823, Bolívar arribó a El Callao, importante puerto de la costa pacífica del territorio peruano. Fue recibido con los honores correspondientes y se dispensaron ceremonias de diverso orden en su honor, desde banquetes y recepciones protocolares hasta obras de teatro y corridas de toros. Pero su llegada se produjo en medio de una severa crisis política: de una parte el gobierno se hallaba dividido, la Junta de Gobierno conformada tras la renuncia de San Martín como Protector del Perú, en septiembre de 1822, se propuso dos incursiones militares (conocidas como Campañas de Intermedios) que terminaron en un rotundo fracaso y facilitaron la retoma de Lima por parte del ejército español.

De otra parte, existían varios factores de poder: uno estaba representado en el general José de la Riva Agüero, quien ejerció el cargo de presidente del Perú y llegó a conspirar contra la gestión del Libertador; del otro lado José Bernardo Torre Tagle, quien fue designado por el Congreso Constituyente para ejercer el Poder Ejecutivo tras la defenestración de Riva Agüero, en tanto Bolívar sería investido por el mismo Congreso con poderes militares especiales. A esta compleja situación, que obligó a Bolívar a ubicarse al norte del Perú, se sumó, por este tiempo, el deterioro en la salud del Libertador. Fue en este contexto que uno de sus colaboradores le habría preguntado qué hacer, a lo que éste respondió: ¡triunfar!

Entre las medidas más importantes que se planteó Bolívar en esta etapa estuvo la renovación del ejército y su entrenamiento en medio de condiciones geográficas no habituales para sus integrantes. Durante varios meses fueron entrenados en la zona norte del Perú, una preparación que a la postre resultaría decisiva para los futuros combares, aspectos que incluyeron herradura de los caballos y la aclimatación de las tropas.

El 6 de agosto de 1824 se produjo el triunfo republicano en la Batalla de Junín. Bolívar aprovechó la diferencia de criterios entre el virrey José de la Serna y el general José de Canterac, que condujo a la división del ejército español. Unos 8.900 soldados integraban el bando republicano, en tanto que aproximadamente 8.300 hacían parte del bando realista. La derrota ocasionó graves consecuencias al ejército español, produciendo la desaparición casi total del llamado Ejército del Norte a causa de las deserciones y la pérdida de material de guerra. Este triunfo crearía las condiciones para la victoria definitiva en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, y la posterior firma de una capitulación que condujo a la salida del contingente español del territorio peruano.

 

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Tras estos triunfos, Bolívar fue nombrado Presidente vitalicio del Perú, el 26 de diciembre de 1824. Era la consagración de sus esfuerzos por ver libre a Suramérica del dominio español. Y aunque una pequeña presencia militar española continuó atrincherada en el puerto de El Callao hasta 1826, ésta no llegó a poner en peligro la estabilidad de Perú ni de Colombia. Más bien fueron situaciones internas derivadas, fundamentalmente, de los privilegios que para sí defendieron las castas criollas peruanas, las que a la postre conducirían a la división de esa nación y al rechazo de las ideas de justicia y libertad que Bolívar quería implementar.

Además Bolívar continuaba insistiendo en la creación de una confederación de naciones, tal cual lo había planteado en Jamaica, para ello había realizado dos días antes de la Batalla de Ayacucho, el 7 de diciembre de 1824, la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, el cual se reuniría, aunque sin los resultados esperados, en 1826. Visto así, la Campaña del Sur y la Campaña del Perú no respondieron a supuestas pretensiones conquistadoras de Bolívar, sino a la consolidación de la liberación total de Suramérica y a su integración como naciones libres y soberanas.

 

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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

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