“La obra de Alexis Mujica mirada desde el 2022” por Laura Antillano

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Laura Antillano-La Palmera Luminosa-registro de cultores-Naguanagua-creadores culturales

La Negra Hipólita, amado personaje de la historia de Venezuela, por su vínculo con nuestro querido Simón Bolívar, convertida o reproducida por una escultura, obra del artista Alexis Mujica, está  ubicada junto al parque Fernando Peñalver, en las cercanías del río Cabriales de la ciudad.

Probablemente es la obra de Alexis Mujica que ha alcanzado mayor popularidad a través del tiempo, por aquella a quien representa y por el artista que la llevó a cabo.

Nos es dado suponer que el escultor, en el proceso mismo de elaborar esta escultura, esfinge del personaje histórico, puso mucho de sí mismo en lo relativo al hecho de dotar a ese rostro y el carácter general del personaje, de un calor humano, de una mirada y acto gestual permanente, que le otorga aquello característico que suponemos del ser humano que fue, o a quien representa, y quien, se nos ha enseñado, tuvo a su cargo al Simón Bolívar niño que la Historia de Venezuela refiere.

Si la contemplamos en su lugar en el Parque, me darán la razón. Porque hay una cierta ternura en su mirada y otros detalles, de  su circunstancia física, emulada en las descripciones de los escribientes de nuestra Historia Patria.

Cuando la vemos, algo nos llama como a conversar con ella, a aceptarla casi como si estuviera viva, algo cálido que emana de su sola presencia. Y es el artista, Alexis Mujica, el verdadero responsable de tal cercanía.

 

Alexis Mujica-Negra Hipólita

La obra general del escultor pasó por varias etapas, y me atrevo a considerar que es posible que haya sido él el  artista más joven del Grupo del que formó parte, me refiero a “Nueva visión”, en donde le acompañaban un buen grupo  de creadores de la región.

Esta gente, considerada como grupo artístico en Valencia, progresivamente vivió una cierta dispersión y se disolvió esa instancia de colectivo, mientras  podemos decir que Alexis Mujica mantuvo como espacio de su vida a Valencia, Carabobo, en la relación consecuente de su trabajo como artista y en su vínculo con este territorio como lugar de permanencia.

 

Había nacido en Tucacas, una población a la orilla del mar, y puede que ese movimiento sonoro de las olas y el continuo contacto con la respiración del aire marino en sus primeros momentos de vida, haya tenido que ver con su noción de libertad y la amable esencia de observador sentimental que le caracterizaba.

Aquí vivía su familia, sus amigos, sus compañeros de grupo y fue esta Valencia el contexto urbano donde se desarrolló como artista y como ser humano.

El Museo de Arte Valencia (Muva) ha colocado recientemente, en lugar visible, privilegiado, como celebración aniversario, esa obra de Mujica, que forma parte de la colección de la institución, obra premiada por el Salón Arturo Michelena de 1981, a la cual tituló “Montacadáveres”.

Como habrán observado se trata de una figura humana, un hombre sentado, en actitud arrogante, que señala fuerza y vigilancia. Tiene en su mano una especie de lanza, o más bien un  torniquete de pinza, como un alicate gigantesco, el hombre esta  semidesnudo, dividido a la mitad en lo que a cubrimiento del cuerpo se refiere. Y hay algo que nos produce rechazo y miedo en su imagen. Sus facciones intimidan a quien lo mira, y uno de sus brazos sostiene con propiedad la gigantesca pinza. ¿Se trata de un torturador? ¿Acaso un ordenador de cadáveres de torturados? Todo en él es intimidante.

 

Montacadáveres-Alexis Mujica-MUVA

 

Las incógnitas pueden ser varias, contestadas diversamente por espectadores de la misma obra. Pero se trata de una presencia que impacta y crea una sensación de tortura a cualquier espectador.

Damian Bayon, en su estudio relativo a la escultura como arte, en contraste con la pintura y otros lenguajes, nos recuerda que la obra escultórica: “es un volumen solo”, ”Para conservar toda su potencia la escultura debe limitarse al tema único: objeto en sí aislado. Sólo de esa manera se verán bien sus perfiles, sólo así lo que tiene de afirmativo y absoluto se impondrá al que mira o toca”. (Bayon,p.149).

Y tenemos dos particulares ejemplos, al citar  tanto la escultura de La Negra Hipólita, como al referirnos al “Montacadáveres”, dos referencias de lo humano con características radicalmente opuestas.

El escultor que fue Alexis Mujica tenía un conocimiento magistral de su oficio, y estas muestras lo dejan establecido.

El elegir la escultura, cuando los de su entorno se sentían cómodos en la pintura, el grabado y otros contextos y herramientas, señala una actitud de natural riesgo, que lo define con rasgos de consistencia personal y carácter de determinación.

La escultura, señala Damian Bayon, es un arte más difícil que la pintura: “Es un arte más concreto , y cuenta con menos recursos”. E insiste al decirnos: “Es quizás más difícil ser un gran escultor que un gran pintor, en razón misma de que la escultura cuenta con menos recursos que la pintura”. (Bayon,  Construcción de lo visual, p.144).

Indudablemente hay tensión en las dos esculturas a las que aludimos de Alexis Mujica, y de muy diferente manera.

En el caso del Montacadáveres, que es un personaje cercano al torturador, lo coloca sentado y con una herramienta feroz a mano. La noción de tensión está supeditada a  su oficio, a su rol  en  el lugar del mal, al hecho de ser parte de la ejecución de la tortura, de la afrenta a los otros.

En cambio, al contemplar la imagen de la Nodriza, la Negra Hipólita, su circunstancia corporal semeja un ritmo, una fuerza vital, un rasgo, generador de ternura y serenidad. Y es como si llamara al espectador a acercarse a ella.

Montacadáveres es un personaje que evoca al torturador, sin lugar a dudas, y esa escultura, esa figura humana sentada, con una gigantesca pinza afilada entre manos, produce repulsión y miedo al espectador, alude, desde nuestra óptica, al torturador como personaje arquetípico. Obtuvo el Premio más importante del Salón Michelena en 1981.

Este contraste de las dos obras sugiere la escala de valores afectivos y la mirada sobre el mundo social del artista, plasmada indudablemente en la caracterización de personajes de su obra.

El amor, la solidaridad, el encuentro de coincidencia sentimental, en la imagen de esa mujer de rostro diáfano, de calidez amorosa en cada detalle, que nos resulta la Negra Hipolita, cuyo sello sustancial es el afecto, la ternura sencilla, se enfrenta dimensionalmente al personaje del Montacadáveres en el otro extremo de carácter significativo, el torturador.

 

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La ausencia temprana de Alexis Mujica nos conmueve, porque pensamos que su madurez en el plano intelectual relativo a la obra creativa, hubiera tenido continuidad, por su esencial sensibilidad, su inteligencia creativa y la destreza en el dominio de materiales de alto y difícil calibre, como el hierro sustancial en su obra escultórica.

Obtuvo varios reconocimientos por su obra, entre ellos: Fondo de aportes mixtos a las artes (Fundación Polar y Fundayacucho) 1994, Tercer Premio Bienal Francisco Narváez 1988, Segundo Premio Salón de Escultura de Barquisimeto 1982, Premio Andrés Pérez Mujica, XXXVIII Salón Michelena 1981, Premio Vicson para Escultura, XXXIV Salón Michelena 1976.

Su nombre está en la cúspide de esa área de las Artes plásticas en el país y la América Latina, y queremos recordarlo desde ese pedestal bien merecido, como una de las figuras fundamentales de la historia de las artes visuales en el país y nuestra América Latina, tanto como el ser amoroso, con disposición a la comunicación que conocimos.

 

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Laura Mercedes Antillano Armas (Caracas, Venezuela, 8 de agosto de 1950) es una escritora venezolana, que ha incursionado en los géneros de ensayo, poesía, cuento, novela y crítica literaria. También ha trabajado como titiritera, guionista de radio y televisión y promotora cultural.

Es licenciada en Letras Hispanoamericanas y Magister en Literatura Venezolana por la Universidad del Zulia (LUZ). Durante 25 años ejerció como profesora de Literatura en el pre-grado de la Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo (UC). También coordinó el Postgrado en Literatura Venezolana de la UC (1995-1998), además de ejercer también como Directora de Cultura de la misma universidad (1999).

Es ganadora del Premio Nacional Cultura, mención Literatura, 2012-2014,​ Premio Bienal José Rafael Pocaterra mención Poesía con la obra “Migajas” (2004), Ascesis al Premio Miguel Otero Silva de la editorial Planeta de Venezuela con su novela “Solitaria solidaria” (1990), Premio de Cuento del diario El Nacional con su cuento “La luna no es de pan de horno” (1977), Premio Julio Garmendia de la Universidad Central de Venezuela (UCV) con el cuento “Caballero de Bizancio” (1975).

Entre su vasta obra publicada se incluyen, entre otros: La bella época (cuentos, 1969), La muerte del Monstruo Come Piedra (novela, 1971 y 1997), Un carro largo se llama tren (cuentos, 1975), Haticos Casa Nº 20 (cuentos, 1975), Los niños y la literatura (estudio, 1978), Maracaibo: Las paredes del sueño (textos, con fotografías de Julio Vengoechea, 1981), Perfume de gardenia (novela, 1982, 1984 y 1996), Dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir (cuentos, 1983 y 1992), Cuentos de película (cuentos, 1985 y 1997), Literatura infantil e ideología (estudio, 1987), La luna no es pan de horno (cuentos, 1988), Solitaria Solidaria (novela, 1990 y 2001), ¿Cenan los tigres la noche de Navidad? (cuento infantil, 1990 y 2005), ¡Ay! Que aburrido es leer: El hábito lector y el cuento de la infancia (estudio, 1991), Jacobo ahora no se aburre (cuento infantil, ilustrado por Tony Boza, 1991), Tuna de mar (cuentos, 1991), Diana en la tierra wayúu (novela infantil, 1992), Una vaca querida (literatura infantil, 1996), Apuntes sobre literatura para niños y jóvenes (estudio, 1997), Las aguas tenían reflejos de plata (novela, 2002), Elogio a la comunidad (texto divulgativo, 2004), Poesía completa 1968-2005 (poesía, 2005), Emilio en busca del enmascarado de plata (novela para niños, 2005), La luna no es pan de horno y otros cuentos (antología de cuentos, 2005), La aventura de leer (estrategias de lectura, 2005), Libro de amigo (poesía, 2007), Crónicas de una mirada conmovida (crónicas periodísticas, 2011), Ellas (Semblanzas, artículos, entrevistas, 2013), Las alas de la lectura (estrategias de lectura, 2019), Me haré de aire (cuentos, 2021).

 

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