«Las carreteras y la Identidad Nacional» por Ángel Omar García

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Amigas y amigos constructores de sueños, forjadores de esperanzas: Una de las características que distinguió, desde los tiempos prehispánicos el territorio de lo que hoy es Venezuela, fue la inexistencia de grupos hegemónicos que impusieran una unidad étnica, política o territorial. A diferencia de lo ocurrido en los imperios azteca e incaico, donde la conquista de sus centros de poder político (capitales) determinó la derrota militar de esos pueblos, en nuestro caso, la ausencia de aquella condición hizo mucho más difícil el proceso de conquista y colonización, dificultando el control y la integración geográfica, más allá de la que podía alcanzarse a través de la navegación de los ríos. Por esto, entre otros aspectos, resulta difícil hablar de la existencia de Venezuela como unidad político territorial antes del 8 de septiembre de 1777, cuando el Rey Carlos III ordena la creación de la Capitanía General de Venezuela.

 

Y sin embargo:

Lo que hoy conocemos como Venezuela estuvo circunscrita durante mucho tiempo al predominio político que adquirió primero la Provincia de Venezuela y luego la de Caracas, una condición alcanzada en la medida en que se fueron estableciendo instituciones que contribuyeron a consolidar la preponderancia de esta última: la Real Audiencia, en 1786; el Real Consulado, en 1793 y el Arzobispado, en 1804. Estas instituciones contribuían a una cierta unidad político institucional; sin embargo, la integración territorial resultaba sumamente difícil producto de la inexistencia de redes de caminos.

Para tener una idea de lo accidentado que resultaba el tránsito por el territorio de la antigua provincia de Caracas puede invocarse el testimonio expresado por Humboldt hacia 1808, según el cual, para ir de Antímano a las Adjuntas, una distancia no muy extensa dentro del territorio de la actual capital de la República, tuvo que cruzar diecisiete veces el río Guaire.

Hay que suponer, entonces, las dificultades que encerraba el tránsito por el resto de la Capitanía General de Venezuela, donde las características del relieve convierten a los llanos en verdaderos océanos durante las temporadas de lluvias y los derrumbes, producto del desbordamiento de los ríos y la saturación de los suelos, que se tornan frecuentes en la región andina, con frecuencia dejan aislados pueblos y caseríos.

Valencia se distinguió durante mucho tiempo por la obra de ingeniería que, sobre el río Cabriales, ordenó construir el general realista Pablo Morillo (el famoso puente Morillo) para facilitar la comunicación entre el centro y el Este de la ciudad. En estas condiciones no resulta extraño que los habitantes del territorio no se identificaran con una entidad político territorial llamada Venezuela sino con los espacios geográficos donde habitaban; así, eran caraqueños, valencianos, cumaneses, tachirenses, marabinos, corianos, merideños, dependiendo del lugar donde vivían, pero no venezolanos.

 

Las carreteras tenían un propósito militar:

Fue durante los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco que se darían los primeros pasos en la construcción de una red de carreteras que permitirían comunicar importantes regiones del país, al punto que, el Ilustre Americano, llegó a celebrar como una proeza nacional, en 1883, la posibilidad de viajar en coche desde Caracas hasta Nirgua. Y debe tenerse en cuenta que el término carretera aquí es literal, pues se trataba de caminos por donde circulan las carretas; por lo que podría repetirse, lo que en alguna oportunidad señaló el historiador Manuel Caballero: que durante los mandatos de Guzmán Blanco Venezuela entró en la era de la rueda.

Todo esto sin descartar el empeño que puso para facilitar el ingreso de los primeros ferrocarriles y promover el culto a los héroes de la Independencia, así como la promoción de expresiones artísticas; aspectos con los cuales comenzó a cohesionarse una idea cultural, política, histórica y territorial de Venezuela.

Fue durante la dictadura de Juan Vicente Gómez cuando se alcanzó una verdadera integración del territorio, un hecho posibilitado por la construcción de una amplia red de carreteras cuya función primordial no era comercial ni cultural, aunque no las descartaba, sino que tenían un propósito militar: facilitar el desplazamiento rápido, masivo y eficiente del ejército a cualquier lugar del territorio para garantizar la paz.

 

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Fueron las carreteras junto a la construcción del Estado gomecista representado en el Ejército, la Hacienda Pública Nacional, la exterminación de los regionalismos y la imposición de una autoridad nacional facilitada por la derrota del caudillismo; lo que posibilitó fijar en el imaginario colectivo la idea de un territorio y un Estado como el que conocemos.

La progresiva expansión de la red de carreteras fue permitiendo una lenta y continua movilidad de personas que fueron conformándose una imagen del territorio, su gente, sus costumbres y tradiciones, que junto al pausado crecimiento del aparato educativo, contribuirían a forjar una imagen de la nacionalidad y del territorio venezolano en el siglo XX.

 

Una sencilla pregunta:

Hoy la Identidad Nacional se ha visto fortalecida por el proceso de integración regional que ha experimentado la población y que ha sido impulsado por la gran interconexión vial del país; un hecho que puede ser constatado a través de una sencilla pregunta a las personas que habitan las principales ciudades: ¿Dónde naciste? Se podrá verificar que una parte importante de los habitantes de las principales ciudades del país provienen del interior; pero todos, a diferencia de lo que ocurría en el siglo XIX, afirmarán, indudablemente, ser venezolanos.

 

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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

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