Mohamed Abí Hassan- aniversario del cine venezolano

De este lado del valle, al pie de verde-azuladas montañas, aún resuenan los versos de sempiternos pastores celebrando el nacimiento de un Niño Dios, según la antigua tradición:

 

Cuando el niño nace/ los campos florecen/ las nubes se apartan/ y el sol resplandece.

 

En lo más ignoto de una pequeña y remota aldea, alguien evoca a sus antepasados haciéndolos danzar al compás de sonoros cantos que se prolongan en el tiempo y nos remontan a una época propicia para la celebración de una fiesta muy especial.

Sí, el tiempo, ese que pasa y nos deja su impronta en la memoria, colmada de papeles amarillentos y gastados, que el viejo Pastorcillo rescata y transforma en bailes y cantos para que la tradición no perezca ante la nada y el olvido.

Esta popular tradición religiosa se celebra cada año en varios estados del centro del país,  para rendir honor al Niño Jesús a través de un velorio, danza o romería, de símbolos religiosos, representaciones de personajes bíblicos y otros símbolos  salidos de la imaginación popular, entretenidos y burlescos, como el Buey o Cachero, el Titirijí, los Pastores y Pastorcillas, además de los Viejos y Viejas.

Dicha celebración usualmente se realiza entre el primer domingo de diciembre y el propio día 24, al tiempo que se pagan promesas en agradecimiento a favores concedidos.

Los orígenes de esta manifestación religiosa algunos los ubican a mediados del siglo XVIII; otros a finales del siglo XIX o comienzos del pasado siglo. No obstante, a pesar de las imprecisas fechas, esta tradición se mantiene viva gracias a la devoción de la gente del pueblo que la transmite a sus descendientes, de generación en generación.

La festividad comienza cuando el Cachero se dirige a la iglesia en compañía de los Pastores y Pastorcillas, y el Viejo y la Vieja que lo siguen, danzando, alineados en filas, dirigiéndose todos al altar y saludando al Niño Jesús. Seguidamente comienza el baile ceremonial dirigido por el Cachero. Primero se interpreta la canción del “Villano”, mientras se pasea la imagen del Niño Jesús; luego se entona el villancico el “Entregue”, para entregar las ofrendas frente al altar, y finalmente, se lleva a cabo el “Levante”, que consiste en un canto sencillo…

Ahora, la tarde se está desvaneciendo lentamente al paso de las horas, mientras, extasiado, Gil Herrera  vuelve la mirada hacia el adentro, ese recóndito lugar donde el ayer y el ahora se confunden y se sientan a conversar:

 

Pastores-Gil Herrera-Aguas Calientes

 

“Yo nací en 1931, y comencé a bailar con los Pastores de Aguas Calientes, en 1938. Tengo 63 años bailando casi sin parar. Yo le cumplí una promesa al Niño (Jesús), y después otra que le hice por mi hijo, ahí fue cuando me quise retirar pero él no me lo permitió.

Si uno tiene un hijo enfermo y le hace la promesa de ofrendarle un Niño de Plata, uno dice en el momento de la entrega:

 

Yo soy un pastor divino/ que viene de Borburata/ a pagarle esta promesa/ le traigo un niño de plata.

 

 Ahora, como mi promesa es de por vida, mis versos dicen así:

 

 Yo soy una pastorcilla/ que viene de Santa Isabel/ a pagar esta promesa/ vengo vestido de mujer.

 

Pastores-Gil Herrera-Aguas Calientes

 

Luego, le doy la limosna al Niño, pero los demás tienen que llevarle lo que le ofrecen. Si usted le ofreció una vela, entonces ¡llévesela! Si le ofreció una maraquita, ¡llévesela! Por ponerte un ejemplo, el  que lleva los cuernos (El Cachero) también hace una entrega, y dice:

 

Aquí te traigo estos cuernos/ dulcísima María/ en contemplación del buey/  que estuvo en su compañía.

 

Todos los pastores y pastorcillas hacen su ofrenda particular y en la ceremonia realizan varias figuras danzantes las cuales reciben diferentes nombres: La Cruz, El Remolino, El Entremetido, El Arco, La Ese, El Entregue, La Escuadra, La Venia del Niño, El Dos y Dos, El Círculo Interior y Exterior…”

 

La voz apacible de Gil Herrera va tejiendo pacientemente cada palabra con la que nombra a los seres y las cosas que conforman la historia de un pueblo, logrando que la frágil memoria se imponga ante el implacable olvido:

 

En el año 1745, Aguas Calientes era  una zona agrícola, una aldea habitada por 10 o 12 familias, aproximadamente. Fueron ellas las que asentaron las bases para que las posteriores generaciones disfrutaran de esta manifestación cultural. En ese año los agricultores de Aguas Calientes vivían de la siembra y la cría. Entonces se presentó un verano muy fuerte y la siembra se les estaba secando, aparte de eso, les cayó una plaga que les estaba comiendo los sembrados, entonces ellos muy preocupados porque no tenían otro medio de vida sino su tierra, se reunieron y le hicieron una exclamación al Niño Jesús, y le ofrecieron hacerle un velorio todos los primero de diciembre, si les lograba el milagro de salvarles su cosecha, entonces se reunían para hacer su exclamación con mucha fe.

Después, pasaron unos días y empezó a llover, las tierras reverdecieron con el agua y las plagas se caían y rodaban con la corriente. Ese año tuvieron una cosecha muy buena. El primero de diciembre de 1745 le hicieron el primer velorio al Niño, y como Aguas Calientes no tenía iglesia se lo hicieron en casa de uno de los vecinos. Dicho velorio consistía en hacer un nacimiento, colocar el Niño  en el pesebre y pasar la noche componiéndole versos”.

 

 

“En 1752 fue cuando nacieron Los Pastores*, y ocurre porque la población ya había crecido, y las mujeres le hacían promesas al Niño, viendo el milagro que les había concedido a los agricultores.

*Esta controvertida fecha (1752), dada como cierta por algunos estudiosos de nuestras tradiciones, no ha sido del todo aceptada debido a que adolece de fuentes históricas confiables que la sustenten; basándose solo en la tradición oral o la opinión dispar dada por los lugareños, quienes tampoco tienen unanimidad de criterio, pues se refieren, además, a otras posibles épocas y años.

Entonces, ellos sacaron Los Pastores con una columna de mujeres y una columna de hombres, eso fue así hasta el año 1760, cuando llega a nuestro pueblo un sacerdote a ofrecer la misa, enviado de Valencia por un obispo de apellido Viana.

 

 

Este sacerdote ve que las damas están bailando Pastores con los hombres, y les dice que es un ritual religioso, prohibiéndoles su participación, pero ellas alegan que es una promesa al Niño y tenían que pagarla, entonces en consulta con el obispo de Valencia, este les ordena que paguen la promesa caminando de rodillas,  lo que llamamos “Romería”, es decir, caminan de rodillas frente al altar con una vela y la ofrenda al Niño.

 Eso causó un gran descontento en el caserío porque había transcurrido diez años de haberse iniciado Los Pastores, y no permitirían que desapareciese la tradición. Como estos bailaban una vez al año (el primero de diciembre), tuvieron el tiempo suficiente para llegar a un acuerdo, fue cuando decidieron que los hombres se vistieran con los atuendos de las damas y se maquillaran, para que la tradición no terminara. Es cuando se incorporan El Viejo y La Vieja. Al comienzo solo estaban El Cachero y El Titirijí.

 Quiero aclarar que cuando las damas comenzaron a bailar se les daba el nombre de Mariquillas por llevar unas maracas en las manos, pero cuando fueron sustituidas por los hombres se les llamó Pastorcillas.

 

 

Ahora, déjame decirte lo siguiente: Los Pastores no eran conocidos en otro lugar sino en Aguas Calientes, y fue en 1771, cuando llega el obispo Mariano Martí, quien estaba recorriendo varios pueblos de Venezuela para conocer sus costumbres y tradiciones, y se queda cuatro días en la parroquia para ver personalmente el espectáculo, quedando gratamente sorprendido al ver hombres vestidos con prendas de mujer y sombreros adornados con flores de papel de seda, y un grupo de personas caminando de rodillas hacia el altar donde se encontraba el Niño.

 Después de Los Pastores de Aguas Calientes se fundaron Los Pastores de El Limón, en el año 1914, por el señor Manuel Martínez. Él venía a pagar una promesa con tres o cuatro pastorcillas, atravesando a pie el parque Henry Pittier. Lo mismo ocurrió en 1918 con Los Pastores de San Joaquín, fundados por Asunción Beltrán, modesto agricultor procedente de Aguas Calientes, quien para la época era un mozo de veinte años, cuando su familia se mudó al municipio vecino.

 A diferencia de los de Aguas Calientes donde la tradición se mantiene tal cual, en los de San Joaquín participan mujeres y le agregaron el ángel prescrito por san Lucas Evangelista en las Sagradas Escrituras, que dieron origen a esta tradición que  consta de un antes y un después.

 

 

Anteriormente nos reuníamos en una casa aledaña a la plaza de Aguas Calientes. Primero salíamos de la casa del maestro Pedro León Herrera, quien fue el pionero, pues gracias a él se retomó la tradición a comienzos del siglo pasado”.

 

Al escuchar las palabras de Gil Herrera, personaje poseedor de una memoria “borgeana”, súbitamente me traslado al pasado reciente para escuchar al aún joven Pastor, Marcos Mena, discípulo predilecto del maestro Pedro León:

 

Él siempre me decía que cuando dejara de existir, yo iba a ser el encargado de continuar la tradición a pesar de mi edad. ‘En usted confío y le dejo la rienda de Los Pastores’, me dijo, cuando fui a visitarlo en su lecho de enfermo. Recuerdo que también afirmó: ‘Mire mijo, yo estoy que me muero, pero no se lo diga a nadie, para que no me adelante la muerte.

 Cuando yo tenía 14 años e iba a visitar a mi mamá, primero pasaba por la casa de Pedro León y lo veía sentado frente a su vieja máquina de escribir, pero cuando notaba mi presencia, la cerraba. Entonces, yo le decía: ‘Maestro, yo también quiero saber un poco de la historia de Los Pastores’. A lo que él me respondía: ‘¡Aguántese, que pa’eso hay tiempo!’, pero la inquietud me iba acechando por saber lo que estaba escribiendo en aquella vieja máquina de escribir.

 

Pastores Don Pedro León

 

Antes de él morir, yo ya me había enterado que guardaba hasta cartas del general Gómez y de Pérez Jiménez, entonces fue cuando su señora me dijo que estaba escribiendo un libro sobre el baile de Los Pastores. Luego, le dije a su hijo que abriera el baúl para saber qué contenía, a lo cual me respondió que lo abriría después que construyeran la casa de Los Pastores, según la última voluntad de su padre.

Ese baúl es así de grande, nos dice, (extendiendo ambas manos), nunca lo han abierto. Tal vez allí esté la verdadera historia de Los Pastores”, remata Marcos Mena, poniendo un tono grave a su voz, como si de develar un misterio oculto se tratase.

 

reunión de pastores

 

Y uno evoca otro baúl de iguales dimensiones y poético contenido. Sí, aquel misterioso baúl que dejó como legado a la literatura universal Fernando Pessoa, el autor de “los mil y uno heterónimos”, quien al igual que Pedro León, solía guardar celosamente sus pensamientos más velados, bajo siete llaves…

De nuevo vuelvo al eterno presente y veo a Gil Herrera sentado frente a mí, cual claro y llano caballero de la tarde, continuando su interminable diálogo con lo invisible:

 

Ahora te voy a contar por qué se conoce a nuestro patrón con el nombre de Niño Jesús de Praga. Resulta que cuando yo estaba en la escuela, la directora Socorro Machado de Durán, quien también era la encargada de arreglar los niños para la primera comunión, entonces un sacerdote español le prometió que iba traer un Niño Jesús cuando volviera a Venezuela, cuestión que hizo al regresar de su viaje a Praga. Por esta razón se le conoce desde 1943, aproximadamente, como el Niño Jesús de Praga”.

 

Pastores-Niño Jesús

 

“Aguas Calientes es una parroquia muy singular, porque si tú ves un señor de setenta años, sentado en la plaza, seguro que fue Pastor o Pastorcilla en su juventud. Es que todos los que nacimos aquí hemos participado de alguna manera en esta tradición. Mi papá fue Pastor, mis tíos fueron Pastores, yo he sido Pastorcilla durante 63 años, cuatro de mis hijos han sido Pastorcillas, y ahora tengo cuatro nietos que están bailando Pastorcillas”.

 

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Finalmente, la voz de Gil Herrera se confunde con los últimos destellos de la tarde, y poco a poco se va transmutando, por efecto de la alquimia del verbo, en una ilimitada  y encantadora conversa que se extiende a lo largo del tiempo, más allá de las palabras y las cosas…

(Continuará). ¡Salud, Poetas!

 

***

 

Mohamed Abí Hassan (El Tigre, 1956). Poeta, artista visual y editor independiente. Licenciado en Educación, Mención Artes Plásticas (cum laude), por la Universidad de Carabobo (UC). Ha ejercido la docencia en la UC y en la Universidad Arturo Michelena. Ha sido colaborador en las revistas Poesía y La Tuna de Oro (UC). Primer Premio II Bienal de Literatura Gustavo Pereira, Mención Poesía 2013; Primer Premio IV Bienal de Literatura José Vicente Abreu, Mención Poesía 2016; Primer Premio Concurso Nacional del II Festival 3.0 de Historias Comunales Ramón Tovar (2022).

Formó parte de la Comisión Rectoral del Encuentro Internacional de Poesía de la UC. Coordinó el Taller de Formación de Cronistas Comunales en Mariara, estado Carabobo, auspiciado por el Minci, la Revista Nacional de Cultura y el Centro Nacional de Historia. Actualmente se desempeña como facilitador de talleres de iniciación en la creación literaria, así como talleres sobre patrimonio histórico.

 

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