A mediados de la segunda quincena del mes de enero de 1769 una mujer y un hombre procrean un varón. En el límite entre el día de San Simón, 28 de octubre y el de San Narciso, el 29, aquel niño es abandonado en una casa ubicada en la esquina de Luneta en Caracas.

Era la morada del presbítero Alejandro Carreño, hombre muy culto en cuya casa poseía una biblioteca muy nutrida y actualizada. En el hogar vivía la señora Rosalía Rodríguez. A ese niño expósito le pusieron por nombre Simón Narciso Jesús Carreño Rodríguez. En esta casa la navidad de 1769 es honrada con un nacimiento.

 

La tradición de hacer pesebres, que en Venezuela se les llama nacimientos, fue iniciada por San Francisco de Asís quien, en la Navidad del año 1223 con el permiso del Papa, puso en una cueva en Greccio, al norte de Italia, un pesebre con paja y organizó con algunos campesinos del lugar un nacimiento viviente para recrear la escena descrita en los Evangelios, y en ese escenario, celebrar la misa de Nochebuena.

Este fue el primer pesebre de la historia. Desde entonces, este evento se transformó en una costumbre dentro de la Orden Franciscana y la de Santa Clara; sin embargo poco a poco se fueron sustituyendo las personas por figuras elaboradas con variados materiales como madera, cerámica o piedra.

Posteriormente, esta costumbre se extendió a todo el mundo cristiano y quedó arraigada en el catolicismo llegando así a difundirse por toda América Latina durante la conquista a través de las misiones que veían en los pesebres un efectivo medio de evangelización de los indígenas.

 

El 25 de julio de 1783 nace Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco en una casa colonial ubicada en Caracas. Hijo de Juan Vicente Bolívar y María Concepción Palacios.

Su madre, por tener problemas de salud, mandó a traer para que lo amamantara «a una joven esclava que en esos días también había sido madre». «Se trata de Hipólita, joven de unos veinte años rebosante de buena salud, de agraciada estampa, alta, bien formada y ágil, con opulentos senos que desde entonces y hasta bien crecido alimentarán al niño Simón». «Hipólita fue uno de los pilares principales que sostiene el escenario de los primeros años de Bolívar» (Carmelo Paiva Palacios, La Negra Hipólita, la nodriza del Libertador, Caracas: Boletín de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, 1994).

 

Simón Rodríguez pasa la navidad de 1797 en Jamaica, en algún cumbe de esos que liberó la heroína jamaiquina Nanny Queen conocida también como Nanny of the maroons. Maroon es cimarrón.

Las navidades de 1798 y 1799 las pasa en Filadelfia, ciudad norteamericana donde aprende el arte de la imprenta, conocimientos que utilizará para componer personalmente los moldes de imprenta de sus obras y dar así claridad pedagógica y exactitud crítica al contenido de los textos con los que combatirá el modelo esclavista eurocéntrico.

La navidad de 1800, Rodríguez la pasa en la ciudad francesa de Bayona. Rodríguez llega a París este año y se registra como ciudadano de Filadelfia bajo el nombre de Samuel Róbinson.

 

En esta ciudad Samuel es un nombre común. Su apellido fue tomado del personaje Robinson Crusoe, el náufrago aventurero de la novela de Daniel Defoe, que pasó 28 años en una isla desierta en la desembocadura del río Orinoco, cerca de las costas de Trinidad y Venezuela.

Este pseudónimo lo adoptará durante casi toda su estancia en Europa. O’Leary en sus memorias explica que «Tomó el nombre de Samuel Robinson, para no tener constantemente en la memoria el recuerdo de la servidumbre». Trabaja algunos días en casa de un impresor, y luego ayuda en sus ocupaciones a un maestro de escuela llamado Destandau, en cuya casa perfecciona sus conocimientos de francés. Al poco tiempo, imparte clases de español e inglés.

Llegará a tener un número de alumnos considerable, que quedarán muy satisfechos de sus lecciones.

Rodríguez recibe la navidad de 1801, en su residencia de París, en la calle de St. Honoré, cerca de la de Poulies, número 165. La navidad de 1802, Rodríguez está en Lyon. La navidad de 1803 acoge a Rodríguez en su residencia de París en la calle de la Harpe, número 148.

 

Simón Bolívar nace en Caracas el 24 de julio de 1783. Al igual que Rodríguez, es un recién nacido cuando ve la primera navidad.

La Navidad de 1806 Bolívar está solo en algún lugar del Atlántico en un barco que lo lleva hacia Estados Unidos por la vía de Hamburgo.

Rodríguez por su parte pasa la navidad de 1806 en París a donde llega proveniente de Milán, y se aloja en el número 14 de la calle Thevenot. La policía prosigue una investigación que había iniciado en abril de 1805, destinada a averiguar cuáles son los motivos de sus frecuentes viajes y el tipo de sus ocupaciones. Uno de los informes señala que en el vecindario se le tiene por «un hombre muy honesto y muy formal». El expediente de la policía correspondiente a Rodríguez se cierra en diciembre de este año.

En la Navidad de 1810 Bolívar y Miranda organizan la Sociedad Patriótica. Rodríguez está en Europa. Luego vendría la cruenta guerra. Hacer de toda la América hispana la Colombia que trazó Miranda era el objetivo supremo: “La América toda existe en nación”.

La navidad de 1811 será sumida en el dolor por la muerte el 5 de diciembre de su hermano mayor Vicente en un naufragio cuando regresaba de comisión de los Estados Unidos para comprar armas para la revolución, objetivo que no fue logrado ya que la nación angloamericana se negó a cooperar.

La navidad de 1812, Bolívar se encuentra en la población de Tenerife, realizando operaciones militares en su victoriosa campaña del Magdalena, prólogo de la Campaña Admirable.

En la navidad de 1813 Bolívar se encuentra en la población de La Victoria en los valles aragüeños, cuando avanza hacia Caracas luego de su triunfo en Araure el 5 de diciembre.

Durante la navidad de 1814, Bolívar está en Bogotá luego de haber derrotado al dictador Mariano Álvarez. En la Navidad de 1815 Bolívar navega de Jamaica hacia Haití para solicitar apoyo al presidente Alexandre Pétion.

Para la navidad de 1816 Bolívar sigue navegando el Caribe, esta vez entre Jacmel y Margarita a bordo de la goleta Diana, gracias al apoyo de Pétion.

En 1817, la navidad encuentra a Bolívar ejecutando operaciones en Maturín, próximo a dirigirse a Angostura. El 10 de octubre había decretado la Ley de Repartición de Bienes Nacionales entre los militares del Ejército republicano, es decir, entre el pueblo en armas.

Este es uno de los documentos pioneros en materia comunal. Bolívar dice: “El Gobierno cuidará de que las particiones se hagan del modo más conforme a los intereses de todos, para lo cual podrán acomunarse o acompañarse muchos”.

El 11 de diciembre de ese año Bolívar decreta la ley marcial en la que anuncia: “El pueblo libre de Venezuela se levantará en masa a tomar las armas para destruir a sus enemigos”.

El 30 de diciembre Bolívar proclama: “¡Venezolanos! ¿Qué pueden oponer los tiranos? Reliquias, cuerpos desmoralizados, mal conducidos, débiles: he aquí los que pretenden manteneros encadenados como a viles esclavos. . . Pero no, vosotros seréis libres, yo os lo puedo decir confiado en diez mil intrépidos soldados que tengo la gloria de guiar al campo del honor”.

Mientras la noche del 24 de diciembre de 1818, Simón Rodríguez se encuentra en algún lugar de Europa, posiblemente en Francia, Suiza, Austria, Polonia, Rusia, Italia, Prusia o Inglaterra, en la Nikolauskirche (iglesia de San Nicolás) de Oberndorf, Austria, el sacerdote austriaco Joseph Mohr y el coro cantan Stille Nacht, heilige Nacht (Noche de paz, noche de amor), un poema que escribió en la navidad de 1816 en la Mariapfarr (parroquia de Santa María), acompañado, no con el órgano puesto que estaba dañado, sino por guitarra tocada por el autor de la música: el maestro de escuela y organista austriaco Franz Xaver Gruber.

La Navidad de 1819 es una de las más importantes porque el 17 de diciembre de ese año crea en Angostura la República de Colombia.

El 24 de diciembre de ese año, Bolívar sale de Angostura a través del Orinoco hacia la Nueva Granada. Luego de firmar los Tratados del Armisticio y Regularización de la Guerra con Morillo, el 27 de noviembre de 1820 en Santa Ana de Trujillo, redactados por Antonio José de Sucre, Bolívar disfruta en Cúcuta la navidad de 1820.

En la población de La Plata, cerca de Cali, Bolívar pasa la navidad de 1821, durante el avance de su gloriosa Campaña del Sur del continente.

En diciembre de 1822, luego de la liberación de Quito con la magistral batalla de Pichincha “cima de la libertad” realizada por Sucre el 24 de mayo, Bolívar se encuentra en la población ecuatoriana de Ibarra. Sucre derrota a la gente de Pasto, bastión virreinal comandando por el general pastuso Agustín Agualongo, capítulo que los antibolivarianos llaman “navidad negra”.

La navidad de 1823, Bolívar la pasa en la población de Trujillo al norte de Lima, ya que el 17 de diciembre de ese año, Bolívar realiza su juramento en el cerro de Santa Apolonia en Cajamarca, Perú, el mismo lugar donde fue ajusticiado con la pena del garrote, Atahualpa, el 26 de julio de 1533.

Bolívar pasa la navidad de 1824 en Lima preñado de felicidad ya que su prosélito Antonio José de Sucre triunfa el 9 de diciembre de 1824 en Ayacucho, “Cumbre de la gloria americana”.

Simón Bolívar y Simón Rodríguez están en Chuquisaca en la Navidad de 1825. Hacen un balance del año que está por concluir sin ocultar la melancolía que significa para ellos ser huérfano y expósito: Bolívar pierde a su papá cuando tiene dos años y a su mamá cuando tiene ocho. Rodríguez, a cuyos padres biológicos no conoció, pierde a Alejandro Carreño y a Rosalía Rodríguez, quienes lo acogieron, a los 22 y a los 30 años.

Bolívar recuerda la carta que escribió en Lima en la Navidad de 1824 “a los soldados del ejército vencedor en Ayacucho” por haberle “dado la libertad” a “una cuarta parte del mundo”. Allí Bolívar habla de la importancia que para Nuestramérica tiene haber derrotado al último virreinato español: “Soldados: Colombia os debe la gloria que nuevamente le dais; el Perú, vida, libertad y paz. La Plata y Chile también os son deudores de inmensas ventajas. La buena causa ha ganado con vuestras armas su terrible contienda contra los opresores”.

Rodríguez le dice a Bolívar que es tal la “sed insaciable de riqueza” de Estados Unidos que harán lo imposible para que no se consolide la unión. Monroe en Norteamérica extermina indios y los sustituye por blancos. Bolívar libera América para los indios, negros y zambos. Colombia es una amenaza para el destino manifiesto.

Ambos recuerdan la carta que Bolívar le escribió a Santander el 6 de enero de 1825, en la que resalta la importancia de que Colombia logre consolidarse: “Pues tengo la idea de que nosotros podemos vivir siglos siempre que podamos llegar a la primera docena de años de nuestra niñez” porque “las primeras impresiones duran siempre”.

Rodríguez le advirtió aquel Día de Reyes que los angloamericanos intentarán sobornar a Páez y a Santander porque saben que Venezuela es epicentro geopolítico. Bolívar sabe que “el primer desorden que en Venezuela nazca destruye para siempre hasta la esperanza, porque allí el mal será radical y penetra luego a la sangre”.

Bolívar presintió “la guerra civil y los desórdenes volar por todas partes, de un país a otro y mis dioses patrios devorados por el incendio doméstico”.

Ambos recuerdan las Navidades en Europa en 1804 y 1805, años en los que Rodríguez hizo de Bolívar un cuadro político.

 

En 1825 Bolívar y Rodríguez riegan nuestra América de aguinaldos: devolución de tierras para los originarios, educación popular, la salvación del planeta y los medios de producción en manos del pueblo.

El 28 de junio escribe a Santander desde Cuzco: “Los pobres indígenas se hallan en un estado de abatimiento verdaderamente lamentable. Yo pienso hacerles todo el bien posible: primero, por el bien de la humanidad, y segundo, porque tienen derecho a ello, y últimamente, porque hacer bien no cuesta nada y vale mucho”.

El 4 de julio dicta dos decretos, en el primero se proclaman los derechos del indio como ciudadano y se prohíben las prácticas de explotación a que se le tenía sometido. En el segundo se dispone la distribución de tierras a los indígenas.

El 22 de julio, Bolívar clama por la reorganización de las rentas del Estado y porque se persiga y se erradique el peculado.

El 11 de diciembre en Chuquisaca los Simones esbozan dos decretos. En el primero, organizan el sistema educativo de Bolivia: “El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”. En el segundo, mandan recoger y dar educación a los niños huérfanos y expósitos.

El 14 de diciembre decretan que “las tierras pertenecientes al Estado se repartirán entre los naturales del país bajo de mensura y amojonamiento adjudicándoseles en propiedad”; “serán preferidos en este repartimiento los indígenas y los que hayan acreditado mayor decisión por la causa de la independencia”; “la propiedad declarada se entenderá con la restricción de no poderse enajenar las tierras adjudicadas hasta el año 50 y jamás a favor de manos muertas so pena de nulidad”.

El 17 de diciembre de 1825, ordenan realizar un censo agrícola de Bolivia. El 19 de diciembre decretan la preservación y uso racional de las aguas, la conservación y reforestación de los bosques.

 

En 1826, Bolívar va de Lima a departamento de Venezuela y en su recorrido pasó la navidad en Coro en su ruta a Puerto Cabello para encontrarse con José Antonio Páez en Naguanagua, continuando ambos hacia Caracas. En 1827, Bolívar se encuentra en Caracas.

El 24 de junio de 1827 dicta los Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela, dirigidos a reformar la vieja universidad colonial, elitista y eclesiástica, y crear una nueva institución abierta, tolerante y científica. En julio parte a Bogotá, la capital de nuestro país, donde pasa la navidad de 1827.

El 25 de diciembre de 1827 el Batallón Voltígeros de la Guardia se sublevó en la ciudad boliviana de La Paz, tomando en seguida el camino a la frontera peruana con la intención de desertar; pero el presidente de Bolivia, Antonio José de Sucre, envió a otras tropas colombianas leales y a tropas del Ejército de Bolivia a perseguir al batallón rebelde y desertor, y al ser alcanzados por sus perseguidores los miembros del Batallón Voltígeros de la Guardia tuvieron que combatir, pero resultaron derrotados.

El 25 de diciembre de 1828, Bolívar sale de Bogotá y pasa la navidad en Boyacá. Después del intento de magnicidio del 25 de septiembre extrema las medidas de seguridad. Inmediatamente parte hacia Cali.

El 24 de diciembre de 1829 redacta dos comunicados: una carta al señor J. Rafael Arboleda, donde le manifiesta donde manifietesta su pesar por que el señor Arboleda no haya podido ir a Cali donde Bolívar fue recibido con honores, al igualmente en Palmira. Además agradece su fineza y coloca a los pies de la señora de Arboleda y desea a ambos buena salud. En la otra carta es un decreto en el que ordena la apertura del camino de Cali a Buenaventura.

El 27 de diciembre se encuentra en Buga, en la parte plana del Valle del Cauca, ciudad famosa por la Basílica del Señor de los Milagros, a la que acuden peregrinos de todo el mundo.

Le escribe a Páez, jefe civil y militar, de los Departamentos del Norte manifestándole la irritabilidad que le causan y torpezas que se publicaron en Caracas en contra de su reputación. Le habla sobre las ganas que tiene de dejar la presidencia que aborrece, porque sus enemigos creen que es la escala del trono.

Le escribe además a Páez, sobre la marcha que emprende con buena salud y la satisfacción que le generan las demostraciones de júbilo y cariño de los pueblos del sur. También manifiesta que se ha detenido mucho a causa del invierno, que marcha con rapidez a hacia la capital, donde piensa estar dentro de 15 días y pasará a Venezuela a reunirse con él y revisara la situación de sus minas de Aroa, las cuales no quiere perder, pues quedaría en la calle como un indigente y tramposo después de haber tenido en su vida con que comer.

El mismo día Bolívar le escribe a su amigo, el General Rafael Urdaneta sobre su decisión de ir a Bogotá, sobre esto le dice que envia a su edecán Iturbe, le manifiesta que renunciará al cargo de presidente pero pero lleva ideas conciliatorias con el fin de mantener la unión de Colombia. También manifiesta Bolívar que tres cuerpos habrán pasado la montaña del Quindío y marcharán hacia Bogotá. Además desea que el batallón de Tiradores de Occidente conserve y marche hacia Bogotá.

 

El 2 de enero de 1830 Bolívar se encuentra en Cartágo, desde esta ciudad, al lado del rio La Vieja, le escribe nuevamente a Urdaneta «La Nueva Granada no nos quiere y Venezuela no quiere obedecer a Bogotá, hemos luchado 20 años haciéndonos cada día mas desgraciados y si no nos retiramos pronto seremos las criaturas más viles, pues todo conspira contra nosotros».

Bolívar le manifiesta que se irá del país sin un peso del que vivir, pero le escribe «prefiero pedir limosnas en un país extraño a ser espectador de tantos horrores como nos esperan. Yo sigo pasado mañana por Quindío mi marcha y llegaré a Bogotá el 12 en adelante».

El 4 de enero Bolívar le escribe al señor José María del Castillo Rada preocupado y dolido porque Venezuela no quiere nada con la Nueva Granada. Si esta no se une entre sí y con el Sur, Colombia se arruinará.

Bolívar no alcanza la Navidad de 1830. Rodríguez pasará las navidades de 1826 a 1830 lejos del Libertador y las de 1831 a 1853 llorando su partida.

 

El 22 de diciembre de 1853 a Simón Rodríguez le nace una sobrina en Caracas, hija de Manuel Antonio Carreño, autor del celebre Manual de urbanidad y buenas costumbres, e hijo de Cayetano Carreño. La niña es bautizada con el nombre de María Teresa Gertrudis de Jesús Carreño y se convertirá en una pianista de fama mundial.

Rodríguez no llegó a ver la navidad de 1854

Bolívar reclutó hombres y mujeres esclavo descendientes y los transformó en libertadores. Por eso su nombre pertenece a la Historia y es ella la que le hace justicia porque nadie le podrá “quitar la honra de haber humillado al León de Castilla desde el Orinoco hasta el Potosí!”.

El resto de la historia la conocemos: Herodes, Poncio Pilato, Judas Iscariote, Caifás, Barrabás, el Sanedrín,…, pero también la resurrección.

Navidades

 

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Ciudad Valencia/Alí Ramón Rojas Olaya