Hola, cinéfilos, espero se encuentren muy bien. Como ayer fue un día muy lluvioso y con full frío, me dieron ganas de verme una peliculita y entre buscar y buscar, encontré ésta. Ya la había visto una vez en la tele, pero ya estaba empezada, así que aproveché las bondades del internet y la volví a ver. Se trata de Dallas Buyers Club (o por su traducción al castellano: El Club de los Desahuciados), del director canadiense Jean-Marc Vallée (ha hecho un montón de películas con buenas críticas, pero no las he visto), y Matthew McConaughey como nuestro protagonista.

Más o menos parecida a mi reseña anterior (actores saliéndose un poco de su rol), en esta ocasión no vemos a un guapo y romántico Mattie, sino a uno muy destruido (tanto en salud como en su físico), muy déspota y arrogante. También nos encontramos con la participación de un Jared Leto muy… transformado y entregado a su papel, lo cual me encantó (al final les comento por qué).

 

 

La Historia

Nos situamos en Texas, en los años ‘80, donde abunda el sexo desenfrenado, drogas en cada esquina, muchos toros de rodeo y el SIDA abundaba, así como la ignorancia. Ron (Matthew) es un mujeriego empedernido que estafa en apuestas de rodeo para poderse costear sus drogas y alcohol. Un día, por accidente, descubre que tiene VIH. Hasta ahí, se puede decir que es un argumento fuerte, pero sin mucha tela, pero recordemos que estamos en un sitio y en una época en donde el sistema de salud era escaso, y las empresas farmacéuticas hacían de las suyas para poder vender sus productos. Aquí es donde comienza todo.

 

 

¡No hay nada que pueda matar a este maldito!

Al ser diagnosticado con el virus, le dan como mucho 30 días de vida y Ron entra en negación profunda, se supone que a los que les daba eso eran “haditas” y él era un “adicto a las mujeres” (a eso me refería a que abundaba la ignorancia). Al ver que los síntomas iban agravándose, empieza a investigar al respecto y se da cuenta de que sí era cierto, estaba muriendo y tenía que hacer algo al respecto. Pide entrar al programa de pruebas de un nuevo medicamento, pero no lo admiten por no cumplir con el perfil (cualquiera pensaría que con tener VIH podría entrar a un programa de medicación para el virus, pero no), por lo que se las arregla para conseguir la medicación ilegalmente.

 

 

Obviamente, al no estar controlado y seguir llevando su “vida normal”, le trajo mayores problemas y es nuevamente internado en el hospital donde ni le dan esperanzas y le vuelven a negar la admisión al programa. Ahí conoce a Rayon (Jared), un adicto transexual que también tiene el virus. Harto de que no le dieran una solución, Ron elige irse a México a buscar un médico “especialista”; allá descubre que la medicación que estaba tomando (más las drogas), le desarrollaron el SIDA y lo tenían a un paso de la muerte. Junto al médico, hizo investigaciones sobre un tratamiento que le ayudara y poder regresar a casa, no sin antes armarse de un cargamento del tratamiento para poderlo vender (porque siempre sidoso, pero nunca dejar de ser un sinvergüenza).

 

Ratas de Laboratorio

Ya de regreso a su casa, forma alianza con Rayon para poder vender los medicamentos, pero luego Ron se da cuenta de que es mejor “regalarlos” siempre y cuando las personas paguen una membresía mensual. A todas estas, Ron ha investigado sobre todos los tratamientos, los pros y contras, y se percata de que el programa de medicación al que quería entrar, ciertamente lo que está logrando es enfermar más a los infectados (en realidad era un veneno en altas dosis como lo estaban colocando) y siguen haciendo “análisis” hasta lograr la dosis correcta; pero esto no es dicho ni al paciente ni a los familiares, para ellos todo está funcionando de maravilla. Por ser un estado tan segregado y con altos índices de contagios, resultó ser el espacio idóneo para montar sus experimentos a costa de la vida de personas. Esto ocasionó una guerra interminable entre Ron y la FDA, aun cuando él les mostraba sus investigaciones y siendo prueba viviente de que el tratamiento que él estaba ofreciendo sí funcionaba.

 

 

De la ignorancia a la lealtad

Al todos enterarse que Ron tenía SIDA, fue segregado de su grupo, hasta lo pusieron como homosexual. Él, todo macho vernáculo, siempre odió y se mofaba de los gays; incluso al principio de ser diagnosticado, seguía repudiándolos, solo Rayon logró abrirle los ojos porque obviamente necesitaban de ellos para poder levantar el negocio. Rayon se volvió un apoyo para Ron y viceversa, aunque Ron nunca lo aceptara y se lo dijera. Aunque él sabía que Rayon no tenía remedio, seguía drogándose y quizás no sobreviviría, lo trató mejor que cualquier otro hombre homofóbico; eran como hermanos, se metían uno con el otro pero siempre se apoyaban. Y eso era lo que buscaba Rayon, un poco de aceptación y aprecio en su mundo hecho trisas aunque él luchara por decorarlo y hacerlo brillar.

 

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Mucho cambió la personalidad de Ron mientras estaba ayudando a los demás, ya no buscaba vivir solo por él, sino por luchar por las vidas que ahora dependían de él. No murió a los 30 días que le habían dicho, sino a los 7 años. No lo digo como spoiler (como si ya no he tirado suficientes), es la realidad, esta historia pasó realmente. La preparación de Matthew y de Jared para lograr una actuación tan impecable fue ardua. Por ahí leí que Matthew rebajó más de 20 kilos en unos pocos meses; Jared perdió cerca de 20 o 15 kilos, además de que se tomó tan en serio el papel que duró meses actuando como mujer para que el papel saliera de lo más natural y lo logró.

Matthew encargó al propio texano mejor que muchos que he visto, el sufrimiento y desespero se transmitía fácilmente haciendo creer que estaba pasando por eso de verdad (muerto de hambre, como que se le hizo fácil). La dulzura que mostró Jared, me resultó tan tierna, queriendo vivir pero sin poder dejar de ser un adicto, sabiendo las consecuencias y aun buscando ser lo más hermoso, era desgarrador.

 

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Isabel Londoño-El Rincón Cinéfilo

Isabel Londoño, egresó de la Universidad de Carabobo (UC) en el área psicosocial, tiene también estudios universitarios en turismo y sistemas.

Es una apasionada de la música y del Séptimo Arte desde que tiene memoria, siendo el cine y sus distintos géneros la pasión a la que ha dedicado más horas y análisis. Sus reseñas sobre clásicos o estrenos del cine aparecen ahora, cada viernes, en Ciudad Valencia desde “El Rincón Cinéfilo”.

 

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