Mi Añorada Valencia: El Piano y la Pianola

Valencia de ayer ha sido, para quienes nacimos en el primer cuarto de siglo, una ciudad encantadora, llena de simplezas interesantes que contrastan con la agitaba vivencia de hoy, donde ni siquiera la pornografía de la televisión ha logrado matar el aburrimiento; es por ellos que lo del «stress» hace mella en lo mas interesante de nuestro hacer cotidiano.

Somos presa fácil del cansancio mental y físico, el insomnio nos resta entusiasmo y vitalidad y ni siquiera el alcohol, logra disipar la ansiedad. Finalmente, vamos perdiendo el interés, por muchísimas cosas importantes. Vivimos tan de prisa, que casi corremos detrás de nuestra destrucción.

 

Para la «gente de ayer» la cultura jugaba un papel importante…!

En los colegios privados, a cargo de religiosos de ambos sexos, se estudiaba música. Esa tradición se ha continuado en esa clase de Institutos, pero nunca se hizo norma en los de Educación Pública. Los años 20 y 30, carentes de recursos como los que hoy abundan, obligaban a las familias a crear conciertos que tenían un orden de importancia según el medio social correspondiente.

MININA , diminutivo de «tía madrina», que corresponde a la ilustre hija del General Carlos Ashdown Malpica, había sido educada en Colegios de Monjas y era una virtuosa del piano. Poseedora de una bellísima voz de soprano, se hacia escuchar con su propio  acompañamiento en las sentimentales canciones de Augusto Brandt o en el evocador Pedro Arcila Aponte..!

«Las bellas noches de Maiquetía…

En mis recuerdos se grabaran…

Será consuelo de mis tristezas…

Que allá en la playa, dejara el mar…

 

– Minina, cántanos aquella de «El romacero de La Ceiba»..!

– Cual mi niño.. ?

– Aquella que dice:… «Un cisne más blanco que un poco de…

– Un «poco» no!… un copo

de nieve…

– Y eso que es?

– Un copo es… ah no, mijo!

Mejor te canto esta otra…

«El día que me besaste, con tu promesa de amor… sentí la dicha que le ofrecías.. mi desolación.

– Esa si que es linda, Minina…!

Y como se llama?

Sin dejar de tocar, mientras deslizaba sus manos sobre blanco teclado del piano explicaba:

– Es de un amigo mío de Puerto Cabello… Augusto Brandt…!

– Y cómo se llama?

– No se llama..! se titula: «Besos en mis sueños»..!

 

Mi tía Carolina, frecuentaba los círculos sociales y por ello, trató con Doña Socorrito de Chávez y su hijo Luis Eduardo y conoció pintores y poetas, como Arturo Michelena, Virgilio D ‘Ers, Otto de Sola, Manuel Alcázar, quienes frecuentaban nuestra casa muy a menudo para compartir con ella y con su «Cuarteto de Las Cocuicitas», integrado por ella como arreglista y los músicos: Don Pancho Núñez, Dolorita Olivo, Rosalía Núñez y Rosa Páez.

La lectura de obras literarias, la declamación de poemas y los conciertos musicales, era la distracción de la gente bien.

 

En las casas de las gentes humildes, también tenían lugar estas «veladas» y a falta de piano, la guitarra, el cuatro… se encontraban interpretes que se reunían para tocar, cantar bailar y pasarla bien.

A veces, un personaje extranjero de extracción humilde también, intervenía en estas celebraciones con un acordeón, una armónica y su presencia era siempre bien recibida: Fely Curtiss!.

 

Una de las casas de mi predilección era la residencia de mi padrino, el doctor José Antonio Cordido Freytes y Doña Mercedes Savery de Cordido, su gentil esposa. Gente noble que a pesar de su buena posición económica, apreciaba a sus vecinos y ellos les devolvían cariño y amistad.

La casa estaba interiormente pintada de verde prado, amplio corredor con jardín central y al fondo la cocina y el traspatio… una acogedora mansión con un toque de modesto refinamiento.

Ocupando gran espacio del corredor se mostraba imponente una PIANOLA, que como gran novedad había traído de Caracas mi padrino para as noches de concierto.

Mí tía Carolina, acompañaba a las dos bellas hijas del jurista, Josefina y María Luisa, quienes lucían su conocimiento musical en canciones que interpretaban a dúo o en solos, especialmente en valses y «habaneras» que estaban muy de moda.

Otras amigas, como Matela de Bianchi, Carlotica Arcay y Ligia Martínez interpretaban couplets y coplas españolas de la época.

 

Pero la «pianola» era lo espectacular ya que contaba con varios dispositivos que hacían mover las teclas con manos fantasmales produciendo a la vez sonido de percusión, que correspondía a diferentes ritmos.

Con curiosidad infantil preguntábamos:

– Y esos rollos de papel para que son?

– Son los que usa la pianola!

– No entiendo..! Y los agujeritos para que sirven?

– Este, se monta aquí. Se enrollan en este rodillo, luego le das a estos pedales para que de vuelta y… magia!…!

 

Las teclas se movían sin tocarles y los sonidos se producían como si fuera una gran «Cajita de música». El rollo contenía tanto la melodía como el acompañamiento… Todo estaba «grabado» en el rollo, incluyendo la percusión.

En algunos bares o restaurantes, podíamos encontrar «pianolas» que funcionaban con una moneda, algunas muy completas y sofisticadas.

El Piano y La Pianola
Plaza Miguel Peña en la Parroquia Candelaria donde se aprecia las barandas de hierro que los patinadores saltaban

 

– Chico: esto no funcionará con una locha?

– Que va, mano, esas bichas conocen los bolívares, si les metes una locha se tranca y el musiú va a saber que fuimos nosotros que quisimos meterle «gato por liebre» como el dice!

– Es que un bolívar es un rialero… Son 20 chivas!.

– Y eso que importa? Te haces el cargo de que se perdió!

– No oh… a mi se me pierde un bolívar y la grizapa que formo es grande..! Tú sabes lo difícil que es reunir un bolívar?

– Bueno, está bien… vamos a pedir un par de «popsicles» y nos vamos..! …porque esa pianola es una verdadera tentación!

Menos mal, que donde mi padrino, Cordido Freytes, podía escuchar la pianola y lo que tenía que hacer, era ponerme de acuerdo con José Antonio y José Domingo.

La que no estaba de acuerdo con la pianola era mi tía Minina:

– No hay nada como un buen piano..! Estos inventos «modernos»… no terminan  de convencerme…!

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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