Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas: Entre los días 18 y 20 de noviembre de 2025 se desarrollaron, en la sede del Centro de Estudios Simón Bolívar, las 3eras Jornadas de Historia Insurgente, evento promovido por la Red de Historia, Memoria y Patrimonio, cuyo lema fue: “Liberar la Historia Para Liberar el Futuro”.
Las Jornadas hacen parte de la batalla de las ideas que viene librándose desde hace años en diversas instancias con el propósito de avanzar en un proceso de reescritura y resignificación de la historia de Venezuela para visibilizar procesos, sectores y personajes preterizados por la historiografía tradicional.
DEL MISMO AUTOR: ARÍSTIDES ROJAS, EL GRAN DESCONOCIDO
El hecho es resultado de la perspectiva
En el fondo de este debate subyace un elemento medular para la construcción del discurso historiográfico: la pretendida neutralidad axiológica y objetividad con la que pueden estudiarse los hechos del pasado.
Desde la acera de enfrente se insiste en que la “verdad” sobre el pasado es la que reflejan las fuentes históricas, que el historiador debe consultar e interpretar con rigurosidad metodológica a los fines de alcanzar una reconstrucción histórica que dé cuenta sobre hechos y procesos verdaderos.
La premisa supone la existencia de enfoques objetivos en el estudio de la historia orientados por el ethos profesional del historiador que evitarían las interpretaciones erróneas del pasado.
Pero es precisamente ese el aspecto medular del debate, porque no existe tal objetividad en el estudio de los procesos y fenómenos sociales, mucho menos en el conocimiento del pasado. El pasado cobra intereses a partir de las motivaciones e inquietudes del presente, que para poder ser comprendido debe hurgar en el pasado para conseguir la génesis de lo que acontece en la actualidad. Ese pasado adquiere forma determinada dependiendo de las interrogantes que se formule el historiador y de la forma cómo se seleccione e interrogue las fuentes históricas.
El Maestro Federico Brito Figueroa lo expresó con claridad meridiana: ¿Neutralidad en la historia? No, no la hay ni siquiera en la selección del tema a investigar, mucho menos en la reconstrucción del pasado o interpretación del presente.
Ya en el siglo XIX el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, refutando la pretensión de objetividad esgrimida por el positivismo, afirmaba que: no existen hechos, solo interpretaciones, enfatizando que la apreciación de la realidad cambia según la forma en que se le observe. Así, negaba la existencia de una verdad única e inmutable, un «hecho en sí» que pueda ser capturado y expresado de forma neutral. Lo que llamamos «hechos» es siempre el resultado de una perspectiva.
Entonces debemos preguntarnos: ¿Bajo qué perspectiva ha sido escrita la historia de Venezuela? ¿Están todos los sectores sociales representados en nuestra historiografía? ¿Lo que se dice de esos sectores y personajes refleja fiel y objetivamente lo que esos sectores y personajes representaron e hicieron? Una revisión historiográfica, no demasiado profunda, daría cuenta de los vacíos existentes.
Advertía el filósofo Enrique Dussel que lo que hoy conocemos como América Latina es una invención de los invasores europeos, quienes la definieron a partir de lo que no podían entender, por eso catalogaron a los pueblos originarios como salvajes, herejes, flojos, brutos; imagen propagada y convertida en “verdad” inmutable a partir del relato de los cronistas de indias. Visto en esta dimensión, por ejemplo, la categoría proyecto nacional, ¿refleja la visión y aspiración de todos los sectores de la sociedad venezolana?
¿Cambiar o reescribir la historia?
Uno de los señalamientos más enfáticos que se hace a quienes militamos en el Movimiento de la Historia Insurgente, en la Red de Historia, Memoria y Patrimonio y asumimos la defensa del legado del Libertador Simón Bolívar y de la Revolución Bolivariana, es ser apologista de un discurso ideologizado que pretende cambiar la “verdadera historia”. Repetimos, no existen verdades absolutas en el terreno de los fenómenos y hechos sociales. Entonces, ¿por qué se insiste en esa falacia?
Para las personas ajenas a este debate teórico epistemológico, consumidores de contenidos basura que abundan en las redes sociales, la clave podría estar en la confusión que suele presentarse cuando quieren hablar u opinar sobre historia. La generalidad de las personas no advierte que esta palabra polisémica alude al menos a tres acepciones:
1) La historia como acontecimiento, como hecho del pasado: el 19 de abril de 1810, el fusilamiento de Manuel Piar, la disolución de Colombia (la grande).
2) La historia como disciplina científica, regida por métodos, técnicas y formas de estudiar el pasado.
3) y el resultado de lo anterior, la historia escrita por los historiadores (la historiografía), disciplina centrada en el estudio y análisis de la historia escrita, los hechos históricos, sus causas y consecuencias, con base en enfoques teóricos, conceptuales, metodológicos y corrientes de pensamiento, que dan como resultado una forma de comprender el pasado.
Ese público, cuando alude a hechos históricos, con frecuencia y sin saberlo, alude a matrices de opinión y visiones historiográficas que han tenido éxito y se han posicionado como “verdades” en la opinión pública, y creen que esa es la verdad única y absoluta sobre el pasado. Cualquier opinión disidente es tildada de falsificación.
Sin embargo, el hecho histórico no cambia, es inmutable. Ni siquiera Dios puede cambiar el pasado, salvo la falsificación hollywoodense que sí modifica los hechos. La guerra que Estados Unidos perdió en Vietnam, la gana un guerrero valiente y heroico, Rambo, en las salas de cine.
Las visiones historiográficas siempre estarán sujetas a debate e interpretación a la luz de nuevas fuentes, enfoques, concepciones teorías y metodológicas. El hecho histórico no cambia, en sí mismo es inmodificable: los españoles fueron derrotados en el campo de Carabobo en 1821, Ezequiel Zamora fue asesinado en 1860; eso son los hechos. Lo que cambia es la forma de entenderlos, la interpretación de sus causas, consecuencias, trascendencia histórica, y la relevancia que le asignamos en nuestro presente. Eso es lo que está sometido a constante debate y revisión.
El concepto Historia Insurgente pretende ser una herramienta conceptual y teórica que contribuya a mostrar nuevas miradas sobre nuestros procesos, hechos históricos y personajes, invirtiendo el lugar de enunciación desde el cual se ha escrito la historia, esto es, contarla desde los sectores invisibilizados, desconocidos, estigmatizados por la historiografía tradicional.
Romper la concepción epistémica que establece como verdadera solo una parte de la historia: la contada por los cronistas, los hombres de leyes, los gobernantes, los personajes con poder: político, económico, militar o religioso.
La Historia Insurgente privilegia la historia de las mujeres, los esclavizados, los excluidos, los derrotados, los sectores populares, “los nadie” como decía Eduardo Galeano, en contraposición a la historia de las élites; pero no desde la caracterización elaborada por el colonizador con base en el orden metropolitano, o por las oligarquías criollas de la etapa republicana; sino desde la propia significación que tuvieron esos sectores de sus luchas, su cultura, sus aspiraciones.
Develar esas historias requiere mirar los mismos hechos desde perspectivas distintas. Mostrar el ángulo oculto del paisaje que no es captado por la fotografía. Quizás así podamos descubrir que las llamadas rebeliones y conspiraciones de zambos, negros y pardos eran luchas por la emancipación, contra el orden colonial, y no acciones para lograr destitución de un funcionario discrecional y arbitrario o para alcanzar la derogación de determinadas leyes u ordenanzas.
Estas son solo algunas reflexiones sobre los interesantes debates propiciados en las 3eras Jornadas de Historia Insurgente, que el público interesado puede consultar por el canal de Youtube del Centro de Estudios Simón Bolívar.
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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.
Ciudad Valencia / RN













