Chema Saher
José David Capielo autor de la columna Del Medanal Venimos

Entre múltiples experiencias vividas en el Núcleo (o Campus) Maracay de la Universidad Central de Venezuela (UCV), referiré el desenlace de un largo conflicto estudiantil en el que estuve y estuvimos incorporados universitarios cursantes de esos años de inicio y mediados de los años ‘70, en una coyuntura donde existió un asedio permanente a las principales universidades públicas venezolanas.

El primer gobierno de Rafael Caldera (1969-1973), siguiendo la tradición de sus aliados adecos, realizó una especial embestida de represión, detenciones, asesinatos, allanamientos, militarización e imposición de una reforma ilegal arbitraria, que cercenó la tan defendida hoy en forma hipócrita, autonomía universitaria. Los episodios narrados se ubican luego de la culminación de este período y la recién asunción del gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), que simplemente dio continuidad a todas estas políticas anti populares.

Significó el final de un conflicto que abarcó ocho meses y distintos episodios que pudiéramos analizar posteriormente. Fue una lucha histórica, al menos en la UCV, tal fue el enfrentamiento al “RR”, o Reglamento de Repitientes, que desde mediados de los años ‘60 había sido instaurado para frenar el acceso de mayor número de estudiantes a los estudios superiores, con una acción punitiva contra el aplazamiento de asignaturas, semestres o años cursados. Estuvo también dirigida hacia aquellos estudiantes que por su participación política revolucionaria tendían a desatender sus compromisos académicos.

No significaba defender la llamada “repitencia crónica en los estudiantes”, como argumentaban las autoridades defensoras de la normativa. La experiencia demostró que fue, y es justo hoy, la creación de las “unidades de asesoramiento académico” donde se trata de orientar en particular al estudiante universitario, que más allá de su empeño personal adolecía de elementos metodológicos (y otros) para asimilar determinados conocimientos, donde también se ponían de manifiesto las propias deficiencias del bachillerato y estudios antecedentes.

Lo cierto que este largo y duro conflicto en las facultades de Agronomía y Veterinaria de la UCV, luego de haber pasado por muchas situaciones, desembocó en una acción represiva donde las autoridades de ambas facultades produjeron al menos veinte o más expulsiones por 1 o 2 años, para quienes consideraban los “cabecillas” de la protesta (ninguno afectado por el RR), unido a más de cien amonestaciones donde se amenazaba a otro grupo de estudiantes de ser igualmente sancionados de continuar con la protesta.

Todos los que estuvimos involucrados a nivel protagónico y que fuimos objeto de la suspensión sabíamos de los riesgos que se corrían. En Agronomía y Veterinaria gobernaban AD y COPEI, igual que en Rectorado de la UCV, de manera que fue manifiesta la mano opresiva del poder político de entonces. Es evidente que estas medidas “disciplinarias” provocaron un reflujo en la participación estudiantil por la persecución y las amenazas realizadas.

Optamos así, dentro del colectivo estudiantil dirigente donde participábamos (que tal señalamos, denominamos “Copelbo”, grupo revolucionario de lucha, creado en 1972, no dependiente de ninguna organización política para el momento), por iniciar una huelga de hambre como mecanismo último para intentar echar atrás las sanciones.

Esta huelga de hambre, aun con la fortaleza relativa con la que se asumió (“tirando el resto”), no duró sino los dos últimos meses de ese año 1974. Un conflicto iniciado en abril-mayo, con multitudinarias asambleas de apoyo en ambas facultades, llegaba a un desenlace indudablemente desfavorable para el movimiento estudiantil más combativo.

La misma huelga de hambre, pese a que hubo bastante solidaridad, fue una acción vanguardista. Nos incorporamos como huelguistas los propios afectados y uno que otro líder estudiantil, junto a una mayoría estudiantil como personal de apoyo. Fueron pocos los que asumieron participar del ayuno como tal. Fue una lucha auténtica, distinta al caso de quienes en estos tiempos han tergiversado esta exigente actividad con falsas posturas. En mi caso entré con 102 kilos, culminando hospitalizado, con veinte kilos menos y algunas afecciones que debí atender. Acababa de cumplir 25 años.

Pretendo destacar acá la situación posterior a este final del conflicto, al menos en la Facultad de Agronomía, o Fagro-UCV, donde tuve mi desempeño como estudiante regular, que ya para esa fecha iniciaba mi octavo semestre, con un adelanto sustancial en la aprobación de las asignaturas necesarias para obtener el grado (no se hacía tesis de grado para la época).

La correlación de fuerzas a nivel de autoridades en Fagro-UCV cambió radicalmente luego de esta dura lucha estudiantil. Los adecos y aliados lograron ganar el decanato apenas un periodo más (1975-1978). Quien asumió como nuevo decano, reconvertido en AD, ya que había sido del MIR en la división de 1960, decidió como medida conciliatoria reincorporar a los estudiantes expulsados en octubre de 1975, lo cual significó un cuestionamiento a la anterior gestión adeca y una importante reducción de las sanciones.

 

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Luego la contraparte política presente, un grupo de profesores de esa facultad que en su mayoría fueron del MIR y nos habían apoyados en el conflicto reseñado, logró recomponer las fuerzas más combativas del sector profesoral, estableciendo alianza con un sector socialcristiano disidente, para finalmente ganar el decanato en 1978 con la figura humanista y progresista del recordado profesor José Rafael Rodríguez Brito (fallecido en 2018), con lo que se rompió la hegemonía de AD-COPEI y del colaboracionismo que ejercían sectores del MAS.

En los años subsiguientes se mantuvo la conducción del decanato por la alianza de estos sectores progresistas, destacando los períodos de los profesores ex MIR (ya fallecidos), Arnaldo Badillo Rojas (1982-1986) y Freddy Gil Gonzalez (1990-1994 y 1994-1996), que defendieron las posiciones de avanzada y el apoyo a un movimiento estudiantil combativo, que igualmente se había consolidado en todo este período.

Es evidente que NO TODO ESTUVO PERDIDO y las luchas consecuentes, tarde o temprano, logran sus objetivos. Las “unidades de asesoramiento académico” se hicieron una realidad y el RR se hizo un ingrato recuerdo del pasado.

 

 

“…ha emergido una nueva metodología de conocimiento de lo social que se apoya en la experiencia de lo vivido, en la subjetividad como forma de conocimiento, tan válido como los números, los modelos, las curvas o cualquier otro instrumento estadístico”. (Profesor Víctor Córdova. UCV, 2003)

 

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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.

 

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