el hinojo

Con aspecto curioso  de bulbo formado por blancas capas crujientes, el hinojo fresco puede recordar un poco a una cebolleta más gruesa, pero de textura más dura y firme, coronado con penachos de hojas finas.

Siendo una hortaliza típicamente mediterránea su uso como verdura, cocinada o cruda, no está tan extendida en nuestra cocina como sí ocurre en gastronomías semejantes como la italiana, pese a sus múltiples virtudes saludables y culinarias.

 

Como hortaliza de la familia de la zanahoria y el apio, el hinojo es un alimento vegetal que destaca por su bajo aporte energético y gran contenido en vitaminas, minerales y fibra.

Es por tanto una verdura baja en calorías y saciante, con apenas unas 15-20 kcal por cada 100 g de porción comestible, también con un notable aporte de agua que aumenta su saciedad y poder de hidratación. Con pocas proteínas, es un vegetal bajo en carbohidratos y prácticamente nada de grasa.

 

Entre sus micronutrientes hay que destacar su aporte de vitamina A y folatos, además de una menor cantidad de vitamina C antioxidante. Destaca particularmente en cuanto a los minerales, pues es una excelente fuente de potasio, además de aportar fósforo y calcio, en menor proporción.

Del hinojo se puede comer todo, bien lavado, directamente en crudo, retirando las partes más feas o la base más dura. Para que resulte más agradable y fácil de comer es habitual cortarlo en láminas finas, con buen cuchillo o mandolina, siendo así perfecto para hacer ensaladas que combinan de maravilla con productos de invierno como cítricos, granada, manzana o bacalao desalado, también aceitunas, anchoas, encurtidos y aliños mediterráneos.

 

El hinojo se puede cortar por la mitad como las endividias o los cogollos para marcarlo a la plancha, brasearlo, cocerlo o asarlo. Estupendo para preparar en el horno, tal cual o con aderezos de pan rallado y frutos secos, o gratinado con queso o bechamel. Si se separan las capas grandes se pueden rellenar, y troceado tiene los mismos usos que cualquier verdura.

 

Los tallos se pueden aprovechar mejor para picarlos finos y añadirlos a un sofrito o base de guisos y potajes, donde también el bulbo tiene lugar si nos atrevemos a darle un sabor anisado a estofados de legumbres u otros platos de invierno.

Combina muy bien con sabores marineros, arroces, sopas y pastas, y las hojas finas, en crudo, aromatizan de maravilla cremas, ensaladas, tortillas o lo que se nos ocurra.

 

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Ciudad Valencia / Directo al Paladar