Historia y Memoria: «Manuel Piar», por Ángel Omar García

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Historia y Memoria / Manuel Piar

 

Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas. La figura histórica del prócer Manuel Carlos Piar ha sido presentada por la historiografía nacional bajo una concepción ecléctica cuyo péndulo oscila entre héroe y traidor a la causa independentista. Una visión que se sustenta, por una parte, en los muy importantes triunfos alcanzados en las batallas del Juncal, el 27 de septiembre de 1816, y San Félix, el 11 de abril de 1817; y por la otra, en el juicio al que fue sometido y condenado por los delitos de insubordinación, deserción, sedición y conspiración. El triunfo en San Félix, como señalamos en la entrega anterior, tuvo gran significación pues permitió asegurar el control geopolítico de la provincia de Guayana y convertirla en el epicentro de la guerra, condición que terminaría contribuyendo a la derrota española en la batalla de Carabobo.

 

Una leyenda

 

Manuel Piar fue un militar de origen curazoleño nacido el 28 de abril 1774 que desde muy joven se sintió inclinado por la vida militar y la navegación. Sobre su origen, algunas versiones lo hacen ver como hijo de un príncipe de Portugal y una joven perteneciente a la familia Jerez Aristigüieta, una de las que conformaban el mantuaneje caraqueño; versión que forma parte de una leyenda. Hoy existe consenso historiográfico en que Piar fue hijo de una mulata holandesa de nombre María Isabel y del marino mercante llamado Fernando Piar Lottyn. Pertenecía, por tanto, a la casta de los pardos.

 

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Su inclinación autodidacta le condujo a alcanzar una condición políglota con perfecto dominio del holandés, inglés, francés, papiamento y guinés, este último aprendido de los esclavizados africanos en Curazao. Es probable que la perspectiva del mundo que se formó a partir del contacto con personas de diversas culturas y condición social, hayan terminado contribuyendo en su decisión de apoyar el proceso independentista. Así, se le atribuye una participación en la Conspiración de Gual y España en 1797 y, más tarde en 1807, se le encuentra en Haití comandando un buque de guerra y apoyando el proceso revolucionario.

 

Sus servicios a la causa patriota comenzaron luego de los sucesos del 19 de abril de 1810 prestando servicios en el apostadero naval de Puerto Cabello. Hacia diciembre de 1811 se desempeña como comandante de una embarcación cañonera que, desde Cumaná, preparaba acciones militares, en nombre del gobierno republicano, para someter a la rebelde provincia de Guayana. Perdida la Primera República, se refugió en la isla Trinidad. Con el grado de coronel participa en la expedición libertadora que desembarca en Güiria en 1813, combatiendo bajo las órdenes del general Santiago Mariño, tiempo en el que fue acumulando méritos por su destacada actuación en la campaña de Cumaná.

 

En 1816, ya con el grado de general, hizo parte de la Expedición de Los Cayos, obteniendo importantes triunfos en Güiria, Carúpano, El Juncal y San Félix, batalla, esta última, que permitió la liberación la provincia de Guayana y le otorgó al bando republicano un control geopolítico de ese territorio que terminó inclinando la balanza de la guerra en favor de la causa patriota, triunfo por la cual fue ascendido a general en jefe. Pero quizás, lo más importante de esta etapa de vida militar fue el gran ascendente sobre su casta, los pardos; un liderazgo que había forjado en base a su valor y habilidad militar, aspecto que resultaría de gran relevancia en la decisión condenatoria tomada por el tribunal de la causa.

 

La guerra de colores

 

El origen de la imagen del Manuel Piar traidor puede ser ubicada en la rivalidad que siempre caracterizó a los jefes militares de oriente y occidente, cuya figuras más relevantes eran Santiago Mariño y Simón Bolívar, imagen que se ve agravada por las decisiones tomadas en el llamado Congresillo de Cariaco, reunido entre los días 8 y 9 de mayo de 1817, el cual desconoció la autoridad suprema del Libertador e intentó restablecer el gobierno federal; decisiones apoyadas por Piar.

 

A partir de ese momento, el héroe de El Juncal se vio envuelto en una serie de intrigas políticas, de las que no estuvieron ausentes viejas enemistades; intrigas que no supo manejar apropiadamente y cuya primera consecuencia fue su relevo de todo mando, una medida ordenada por Bolívar. Tomó entonces la decisión de solicitar su baja del ejército, la cual le fue otorgada el 30 de junio.

 

Sin embargo, lejos de asumir su retiro, Piar comenzó a recorrer los campamentos militares de Guayana en procura de apoyo para enfrentar la conducción política y militar de la guerra que había realizado el mantuanaje criollo; destacando en sus intervenciones, la importancia numérica y política, así como los aportes que estaban llamados a brindar los pardos a la conducción de la guerra y la República; elementos que aprovecharon sus enemigos para acusarlo de promover una “guerra de colores”. Señalado de los delitos arriba mencionados, fue capturado el día 28 de septiembre y ejecutado el 16 de octubre de 1817.

 

El otro Piar

 

Sin embargo, más allá de estos señalamientos, es importante mirar a Piar en el contexto de la pugnacidad por el control político y militar de la guerra, que era el resultado de los vacíos institucionales dejados tras el colapso de la Primera República, en 1812, así como de la inexistencia de un ejército único y unificado, que respondiera disciplinadamente a una jefatura institucional. En ese contexto, las rivalidades entre Piar y Bolívar no son diferentes de las que han ocurrido con otros personajes históricos en otros contextos.

 

Más importante resulta mirar al excelente estratega militar, al conductor de ejércitos, al organizador del territorio, al administrador de los recursos económicos y al general victorioso; aspectos en los que Piar destaca con sobrados méritos. Sin estos elementos, que posibilitaron el triunfo en San Félix y el control geopolítico de la provincia de Guayana, quizás el triunfo en Carabobo habría sido más difícil o nunca habría ocurrido.

 

En el contexto de lo que viene proponiendo la perspectiva historiográfica de la Historia Insurgente, una mirada crítica al otro Piar y al proceso independentista, nos permitiría apreciar sus muy sobrados méritos y aportes a la causa patriota, para comprenderlo en el contexto del conflicto de intereses en el que le correspondió desenvolverse, y que caracterizó el proceso independentista venezolano.

 

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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

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