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Ismael Noé: Los nuevos tres jinetes del Apocalipsis

Debo comenzar por aclarar que afortunadamente y para mi higiene y salud mental hace ya algún tiempo que me deslindé de la visión catastrófica del término «apocalíptico«, sin embargo y para los efectos pedagógicos lo emplearé bajo esa errónea y fatídica concepción siempre presente en el imaginario colectivo.

Así las cosas, coincido con el recién fallecido teólogo costarricense Juan Stam en su interpretación del último libro de la Biblioteca conocida como La Biblia (etimológicamente Colección de libros).

El Apocalipsis no es un texto catastrófico, sino que por el contrario representa un canto de esperanza y victoria escatológica. Las grandes tribulaciones y dolores de parto allí narrados a través de múltiples símbolos, alegorías y metáforas, solo son el preludio del feliz alumbramiento y definitivo triunfo del bien sobre el mal.

Luego de este necesario balbuceo teológico, me ha parecido necesario hacer hincapié en tres fenómenos globales que si representan una amenaza para el género humano ya en los albores del siglo XXI.

 

En primer lugar: La crisis socio sanitaria

El intelectual Branko Milanovic lo ha expuesto en forma magistral, derribando el mito de occidente como potencia sanitaria en el contexto de la pandemia Covid-19.

“En octubre de 2019, la Universidad Johns Hopkins y el think tank The Economist Intelligence Unit publicaron un informe sobre la capacidad de respuesta a una epidemia global».

Nunca antes un informe sobre un tema de importancia global fue tan pertinente; y nunca estuvo tan equivocado.

El informe sostenía que los tres países mejor preparados eran Estados Unidos (a mediados de diciembre de 2020, alcanza cifras de 1.000 muertes por millón), Reino Unido (igual) y Países Bajos (casi 600).

Vietnam estaba en el número cincuenta del ránking (cuando sus cifras de muertes por Covid son de 0,4 por millón), China en el 51 (tres muertes por millón), Japón en el veintiuno (veinte muertes por millón).

Indonesia (muertes: 69 por millón) e Italia (con casi 1.100 muertes por millón) estaban en la misma posición en el ránking; Singapur (con cinco muertes por millón) e Irlanda (con 428) estaban una al lado de la otra; los que supuestamente estaban más cualificados para determinar quiénes estaban mejor preparados para una pandemia fracasaron estrepitosamente”.

 

Su error confirma lo inesperado y difícil que es explicar la debacle de los países occidentales (donde no solo incluyo a Estados Unidos y Europa sino también a Rusia y América Latina) en su gestión de la pandemia.

No faltan explicaciones posibles, que han sido constantes desde que el fracaso se volvió obvio: gobiernos incompetentes (especialmente la era Trump), confusión administrativa, “libertades civiles”, una infravaloración del peligro, la dependencia de las importaciones de equipos de protección personal. El debate va a continuar durante años.

Los jinetes del Apocalipsis

 

En segundo lugar: La crisis migratoria

No estoy hablando de ese fenómeno artificial creado en los laboratorios de guerra contra Venezuela, (al estilo Operación Peter Pan en Cuba), que arroja a miles de compatriotas a buscar mejores condiciones de vida en países muy vecinos, por su proximidad geográfica, y cuyos índices socio económicos y culturales se encuentran por debajo del nuestro.

Me refiero si a la gran crisis global que generan las erradas políticas racistas, aporofóbicas y xenofóbicas generadas por la Unión Europea y los EEUU contra migrantes y refugiados africanos, árabes e hispanos.

En este sentido, El 2 septiembre de 2015 los medios de comunicación a nivel internacional dieron a conocer la fotografía del cuerpo de Aylan Kurdi, un niño sirio de tres años que murió ahogado en las playas de la isla de Bodrum en Turquía al tratar de llegar a Grecia.

Su familia había solicitado asilo en Canadá, sin embargo, su petición fue rechazada y no tuvieron otra opción más que ir a Europa.

 

Al igual que él, su madre y su hermano Galip de cinco años murieron junto con otras dos personas de las 14que iban en la lancha. El impacto de la fotografía tuvo eco en todo el mundo y se volvió un símbolo de la crisis de los refugiados en Europa.

Para la analista alemán Ludger Pries  “La situación es agobiante en un contexto en el que las guerras abiertas, los conflictos violentos regionales y la “violencia organizada” forman parte de un “círculo vicioso” de falta de desarrollo, violencia organizada y migración forzada. Mientras que no se ponga fin o al menos desacelere a esta espiral negativa, los afectados buscarán refugio y solución en países mas ricos y estables”.

 

Ni hablar de los Estados Unidos, donde las oleadas de migrantes provenientes de Centroamérica y México constituyen un histórico fenómeno socio antropológico y cultural.

Expertos en migraciones han señalado que La falta de oportunidades y la violencia han sido históricamente las causas que han llevado a los centroamericanos a migrar.

 

Sin embargo, un estudio de la Cepal indica que hay tres factores que son causas estructurales para la migración actual.

Uno es el crecimiento de la población, el cual ha provocado, en los últimos años, un aumento de jóvenes en edad de trabajar, la producción agrícola ha decrecido en Centroamérica, lo cual genera problemas económicos y de empleo.

Esa causa se conecta con el segundo problema: la falta de empleos formales. Y como tercera causa está el bajo nivel de sueldos y las malas condiciones de trabajo que hacen que muchos vean en la migración su única opción para mejorar sus condiciones de vida.

 

El tercer Jinete es a mi entender el Cambio climático y la consecuente y terrible crisis medioambiental.

Es sin duda una crisis derivada entre otras causas del “modelo tecnocrático de producción y consumo”. El mismísimo papa Francisco en su encíclica «Laudato Si» afirma en el numeral 139: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”.

Los jinetes del Apocalipsis

También se ha dicho, desde el ámbito teológico, que en la raíz de todo ello puede diagnosticarse en la época moderna un exceso de antropocentrismo: el ser humano ya no reconoce su posición justa respecto al mundo, y asume una postura centrada exclusivamente en sí mismo y su poder.

Es la lógica que conduce a la explotación infantil, el abandono de los ancianos, a reducir a otros a la esclavitud, a sobrevalorar las capacidades del mercado para autorregularse, a practicar la trata de seres humanos, el comercio de pieles de animales en vías de extinción, y de «diamantes ensangrentados». Es la misma lógica de muchas mafias, de los traficantes de órganos, del narcotráfico.

 

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Habrá que reconocer a modo de mea culpa que la tradición judeo cristiana situó al ser humano como amo y señor de la naturaleza, llamado a obedecer el “mandato divino” de someterla y sojuzgarla.

Queda abierto el debate, resistiendo y esperando que no aparezca un cuarto jinete.

Ismael Noé: Los nuevos tres jinetes del Apocalipsis

 

Ismael Noé / Ciudad VLC