Juan Alberto Calzadilla Álvarez (Venezuela, 16 de mayo de 1931); poeta, artista plástico, crítico de arte y literario, ensayista, investigador, museólogo, promotor, autor de copiosa obra, es uno de los personajes más relevantes del mundo cultural de la Venezuela contemporánea, que él mismo ha ayudado a forjar con su talento, tenacidad y firmeza increíble. Es Premio Nacional de Artes Plásticas y Premio Nacional de Literatura.
Nacido en Altagracia de Orituco, un pueblo del estado Guarico, ha sido, sin embargo, un intelectual urbano, un artista citadino, un cosmopolita reflexivo de indubitable corazón patriota, sin caer en el chovinismo y el provincialismo.
En los últimos cincuenta años he sido testigo de muchas de sus contribuciones, teniendo además el privilegio de su amistad y orientación.
Desde su sencillez personal, su austeridad franciscana, su mente analítica y gran inteligencia se ha generado universo creativo por el que es percibido como un auténtico espíritu renacentista, un artista integral de alto vuelo y continuas realizaciones.
Dictado por la jauría (1962), Malos modales (1967), Ciudadano sin fin (1979), Manual de extraños (1975) y Oh, smog (1977), para nombrar solo cinco libros de su amplio decir, marcaron a toda la generación de poetas y escritores a la que pertenezco y siento que a mí en particular.
Después de leer a los venezolanos Juan Calzadilla y Rafael Cadena, al chileno Nicanor Parra, al nicaragüense Ernesto Cardenal, y al mexicano José Emilio Pacheco, la poesía de manera ineludible se abre a una dimensión en donde ella misma logra sobrevivir en medio del desplazamiento posmoderno.
Calzadilla es un poeta minimalista, “palimpséstico”, afiliado de manera ineludible al llamado “realismo sucio”, notablemente influido por las vanguardias literarias y artísticas del pasado siglo, su ironía y a veces cínica mirada, no ocultan, sin embargo, el humanismo filosófico crítico y su convicción socialista.
Como señala el poeta Juan Manuel Roca: “Calzadilla es dueño de un carácter libertario, de un talante contestatario que sin grandes alardes lo hace singular.”
“Su independencia crítica, su permanente y agudas reflexiones sobre el hecho poético ( ) lo han convertido en una pieza de difícil acomodo en el mapa de la poesía latinoamericana.”
A los 91 años, lúcido y creativo, es un símbolo de la pervivencia del arte y la poesía, del afecto, del humor y la solidaridad, de la verticalidad ciudadana y la vocación transformadora. Es un creador integral que no le ha dado la espalda a su tiempo. Y mantiene muy en alto la dignidad de la creación.
Desde este espacio en Ciudad Valencia, nos sumamos a la celebración que su amigos más jóvenes (junto a los “talleristas” de ese gran laboratorio humano que ha sabido construir), promueven en las redes sociales para beneplácito de todos.
LEE TAMBIÉN: «ANA ENRIQUETA (4 DE MAYO)»
POEMAS DE JUAN CALZADILLA
Levedad de la memoria
Deberíamos atrevemos a narrar
con lujo / de detalles todo lo que nos pasa por la mente / en una especie de diario donde nada real sucede. / De este modo ahorraríamos a la memoria / tener que venir a auxiliarnos con un discurso / torpe y lleno de ambigüedades / después de que los hechos ya han pasado / o no
sucedieron. / No importa que nos equivoquemos / o que, exagerando la nota, lo que testimoniemos / resulte ser, como en el caso de los poetas, / la obra de un gran embustero. / Después de todo no se escribe / sino sobre lo que uno imagina. Así / lo que imaginemos sea lo único / que en nuestras perras vidas / nos ha pasado.
El brillo y la palabra
Desconfía de lo que bruta repentinamente / pero también, y aún más, de lo que necesita / mucho tiempo para madurar. // No sobes tanto, decía a su alumno / el profesor de escultura. / Y a continuación, / terminada la obra: “si pules demasiado / obtiene es solo el brillo“.
Cantar a los pájaros
Observa con qué facilidad escribes
sobre pájaros. Pero ¿cuántos has palpado amorosamente con el calor de tus manos? ¿Cuántos han latido realmente
bajo la presión de tus dedos?
¿Acaso los has descrito
sin olvidar detalle
como quien conoce bien
un cuerpo armado?
¿Los has liberado acaso
del peso de tus palabras?
La inspiración
No escribo sobre aquello que pasa por mi cabeza. / Más bien escribo sobre aquello /por lo que mi cabeza pasa. / Vivo solo, encerrado en mi cuerpo. / Yo soy mi Universo y mi solo firmamento. / A veces, desde afuera, una corriente de aire entra /cuando se abre la puerta / y un montón de cosas viene a instalarse en mi mesa. //
!Cuánto desearía yo que como la puerta / mi cabeza pudiera abrirse siempre! / Pero esto, ay, ocurre sólo algunas veces.
El poema
Es una lástima que en el sueño haya visto una rosa abandonada en tu almohada y que al despertar tuvieras que destrozarla para comprobar que era verdadera.
No lo digas todo de un golpe
No lo digas todo de un golpe, / dilo poco a poco. / Manda al diablo la versificación y la métrica, / la impostación y la retórica.
Promedia tus necesidades de verbalización / de modo que tu discurso no resulte largo ni torpe. / El poema como el aliento debe ser corto / y las palabras no demasiado enfáticas / para que cuando te sientes a escribir / digas con exactitud todo lo que nunca / llegaste a saber de las cosas.
El parto de las palabras
-Suéltenme- eso dice el poema.
Pero el gramático no le hace caso.
Teme por su salud. Cree que necesita de partera / y que, dejadas de su cuenta, las palabras / no pueden dar a luz.
Quiero que la poesía reine
Quiero que la poesía reine, pero que actúe como la prosa. / Informal y campechana mente. !Que no abrigue en sí / tanta presunción de obra maestra! Que esté escrita / principalmente en prosa, prosódicamente. / Que adopte los giros de ésta, su desnudez, sus saltos / y hasta sus caídas libres. // Que deje abierta la duda la puerta del entendimiento. / Y que excluida de la voluble trama metafísica / de la versificación pura / ponga las cartas sobre la mesa del sentido.
Paradoja del insomne
Estoy bastante satisfecho
de poder hablarme a mí mismo
y de que, además, puede ser
oído por alguien que, como yo,
es de mi entera confianza.
Y que me pone tanta, tanta atención
como la que yo a mí mismo me presto.
Soy invisible
A veces salgo a la calle y me pongo a dar gritos: / “Soy invisible“. La gente se me queda mirando, / el tráfico se paraliza. Todos me señalan con el dedo: / “Está loco, cómo puede creerse / semejante desafuero“. // -Sí- les respondo-: soy invisible. Lo que ustedes están viendo es mi voz. // Que se vayan acostumbrando. Que sepan que soy / el Verbo. Y continúo gritando, en medio de la calle: / “Soy invisible, soy invisible”.
La quimera
-Epa, tómame- le dijo la quimera, saliéndole al paso / en medio de la calle. Tú, tú no existes- respondió el hombre práctico. / Pero el poeta, que venía a su lado, / tomó a la quimera por el talle.
La visitación según Fra. Angélico
Cuando despertó supo
que el ángel la había visitado
por el reguero de plumas
que dejó en la cama.
Referencia bibliográfica
Calzadilla, Juan. Poesía por mandato. Antología personal (1978 2012). Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 2014.
***
Autor: Luis Alberto Angulo, poeta, articulista, ensayista, antólogo, cronista literario, editor y promotor de las artes y de la solidaridad.
Algunos de sus libros: Coplas de la edad ligera (Monte Ávila Editores, Col. Altazor, 2021), Antología del decir (Monte Ávila Editores, Col. Altazor, 2013), La sombra de una mano (Monte Ávila Editores, Col. Altazor, 2005), y Fusión poética(Universidad de Carabobo, 2000), reúnen su obra poética publicada: Viento barinés (UC, 1978), Antología de la casa sola (Fundarte, 1982), Una niebla que no borra (Sec. Cultura Carabobo, 1984), Antípodas (Predios, 1994), De norte a sur (UC, 1999), Fractal (Monte Ávila, 2005), Imágenes del parque, y Poética del decir (Monte Ávila, 2013).
Ciudad Valencia