“La manzana de tierra: la papa” por Armando José Sequera

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Armando José Sequera, autor de la columna: Carrusel de Curiosidades

Resulta curioso que, mientras los colonizadores españoles, portugueses, ingleses, holandeses, franceses y alemanes se asentaban en nuestras tierras, un fruto del continente americano se apoderaba de los paladares europeos: la papa.

En nuestros días y en muchas naciones del Viejo Continente, la base principal de la dieta es la papa, que fue hallada en las regiones andinas del Perú por los conquistadores venidos de España e introducida en la Península Ibérica en 1534.

Gracias a estudios realizados en busca de su lugar de origen, se sospecha que nació en la región de Puno, hoy Perú, a orillas del lago Titicaca.

 

 

No se sabe si los incas la comían o la cultivaban para alimentar a las llamas y alpacas que les servían como animales de transporte y carga. Lo que sí se sabe es que interesó a los conquistadores tan pronto la vieron y probaron su sabor.

En Perú se conocen más de cinco mil especies de papa propias de esa nación. La casi totalidad de ellas no se pueden cultivar en otros lugares, dado que requieren de condiciones especiales que solo se consiguen en la zona andina de donde son nativas.

Por otra parte, dada su expansión por todo el planeta, múltiples laboratorios en diversos países realizan experimentos para lograr especies más rendidoras y, a la vez, más resistentes a las plagas y al clima. Por ello, tan pronto se crea una mejor que las anteriores, estas se dejan de sembrar a gran escala y son sustituidas por la recién llegada.

 

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Quien popularizó el uso de la papa como alimento fue el farmacéutico y agrónomo francés Antoine-Augustin Parmentier, a partir de la publicación de su obra Examen Químico de la Manzana de Tierra, aparecida en 1777.

Llama la atención el nombre poético que Parmentier dio a la papa –manzana de tierra– y es probable que tal denominación haya contribuido a que se extendiera su uso como alimento por el continente europeo.

Por cierto, en la actualidad, la papa es el alimento que más se consume en el mundo. Se disfruta en todos los continentes, incluyendo la Antártida.

Por otra parte, frita es el alimento más popular del planeta, ya que se le consigue de este modo en las casas y restaurantes de la mayoría de los hogares. Y, ojo, no es un platillo para niños, como muchas personas creen: sus mayores consumidores son adultos, en los empaques crujientes que, intencionadamente, cuesta abrir para aumentar el deseo. Lo malo es que tales empaques son tan pequeños que siempre nos quedamos insatisfechos, debido a la poca cantidad de hojuelas fritas que contienen.

 

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La mayoría de las personas cree que la papa es el fruto de la planta de ese nombre. Otros, aunque saben que se le extrae de la tierra, dan por cierto que se trata de una raíz.

Sin embargo, la papa no es ni fruto ni raíz, sino un tubérculo, es decir, un tallo subterráneo modificado, en el cual se encuentran los elementos que permiten que la planta se reproduzca. Tales elementos reciben el nombre de yemas y son esos espacios oscuros que llamamos ojos, pues como asoman de la papa al quitarle la piel, nos parecen semejantes a nuestros órganos de la visión.

De cada una de esas yemas u ojos puede surgir una nueva planta.

 

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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).

Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una sogaLa vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños TeresaMi mamá es más bonita que la tuyaEvitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.

«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».

 

Ciudad Valencia / Foto del autor: José Antonio Rosales