La palabra de hoy no es para ser apreciada por el oído, sino más bien por la nariz, y cuanto mejor es más pequeño es el frasco en que viene. Se trata, por supuesto, de perfume.
Nada es tan difícil de definir como la palabra perfume dadas sus múltiples implicaciones personales y circunstanciales. Lo que para unos es un perfume para otros puede ser un olor nauseabundo, y viceversa. Por ejemplo, el aroma del cochino frito en una fiesta puede ser percibido como un verdadero perfume, en tanto que en un entierro la mezcla de perfumes que exhalan las coronas puede resultar desagradable.
No muy agradable, por cierto, es la etimología de la palabra perfume: en rigor, perfume es un derivado de humo y ya se sabe que el humo es entre otras cosas señal de peligro. Para decirlo de una vez, perfume proviene del verbo latino fumare, hacer humo, precedido de la partícula per, que puede ser traducida de diversas maneras.
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Pero el latín no usa la palabra perfume, sino más bien las voces odor, olor, y unguentum. Esta última en su forma castellana ungüento viene del verbo ungere, que significa untar, frotar con aceite y, en fin, ungir, que además de esto y de perfumar significa “signar con óleo sagrado a una persona para denotar el carácter de su dignidad, o para la recepción de un sacramento”. De ahí que se llame “el ungir” a un rey o sacerdote e, irónicamente, a quien ocupa en nuestra época la más elevada posición, muchas veces sin merecerlo.
Hablando de los derivados de perfume, no hace mucho circuló en Venezuela como best seller “El perfume”, obra del autor alemán Patrick Suskind, a la cual remitimos a todos aquellos que quieran conocer los secretos del difícil arte o ciencia de la perfumería.
Y por favor, recuerden que el plural de perfume es perfumes y no “perfúmenes”.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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