Una de las industrias básicas de Venezuela, y de las que más renombre internacional le dan, es la siderúrgica. De esta industria, verdadero orgullo de la nación, se habla hoy más que nunca, sobre todo desde el punto de vista económico y financiero, en el cual no cede en importancia al tema petrolero.
Una visita a la Siderúrgica del Orinoco es una experiencia verdaderamente impresionante: sólo el ver correr el hierro fundido y sentir el calor de los hornos, terrible aun a gran distancia, nos hace pensar por lo menos en Vulcano trabajando con los cíclopes en su espantosa forja bajo el Etna.
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Con mucho cuidado, no vayamos a salir quemados, vamos a acercarnos a la etimología de la palabra siderúrgica ‘‘perteneciente o relativo a la siderurgia” como dice el diccionario. La siderurgia, “arte de extraer el hierro y trabajarlo”, es una palabra griega de punta a punta: viene de siderurguía, compuesto de síderos, hierro, y érgon, obra, trabajo. En griego, pues, la siderurguía es el arte y oficio del siderurgós, que significa herrero y cerrajero.
De ñapa les damos otro derivado de síderos, bastante peligroso por cierto: siderosis, nombre de una enfermedad pulmonar causada por la inhalación de partículas de hierro.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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