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En la primera parte de este tema expuse que el primer tiempo histórico de nuestro presidente Nicolás Maduro se inició a partir de la década de 1970 y se cierra con la muerte del Comandante Eterno, Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013. Los dos hechos históricos más significativos de ese momento son los siguientes:

Primero, la acción del comandante Chávez de levantarse de su cama de enfermo grave con cáncer terminal, allá en Cuba, y venirse en avión para su país, convocar el alto mando del equipo político de la revolución en ese momento, y anunciarle a su pueblo, en cadena nacional de radio y televisión, su decisión “clara y firme como la luna llena”, la orden de elegir a Nicolás Maduro como presidente de la República, ante una situación sobrevenida que le impidiera a él ser nuevamente elegido para continuar en la presidencia de la República.

Con esta acción, inédita en nuestra historia, Chávez asombra al mundo y desmonta cualquier eventualidad que pusiera en peligro la continuidad histórica del proceso revolucionario bolivariano sin su presencia física. Su profecía se ha cumplido, tal como él la previó. Desde su partida física hasta hoy, Maduro ha sido, es y seguirá siendo el presidente de nuestra República Bolivariana de Venezuela.

En tal sentido es necesario reafirmar que con Nicolás Maduro al frente, dando la cara con firmeza y valentía, orientando y conduciendo la continuidad histórica de nuestro proceso revolucionario, hemos logrado mantener y defender la estabilidad política, la paz de la Republica y la continuidad histórica del legado de Chávez que los enemigos han querido desmontar y destruir totalmente. Pero no; no han podido, ni podrán.

La segunda acción de gran sentido histórico, protagonizada ahora por el presidente Nicolás, se produce en el momento de la despedida final en el Cuartel de la montaña, cuando coloca sus dos manos sobre la urna del Comandante, inicia sus palabras de despedida y con lágrimas en sus ojos, expresa su extraordinaria sentencia histórica: “Hemos roto el maleficio de la traición”.

Lo que no pudo ser con el gran indio Guaicaipuro, con el negro José Leonardo Chirino, ni con Simón Bolívar, ni con Ezequiel Zamora, ni con Cipriano Castro; ahora sí lo es con Chávez. Su obra, que es la síntesis de los legados anteriores, sigue viva, golpeada y maltratada por todos lados; pero viva aún, en resistencia victoriosa y clara como la luna llena.

De manera que estos dos acontecimientos, totalmente públicos: la confianza de Chávez en Nicolás para garantizar la continuidad de su obra; y el juramento de lealtad de Nicolás para neutralizar y derrotar la traición y garantizar la continuidad histórica del proceso bolivariano, constituyen el nuevo escenario, el nudo fronterizo entre el final del primer tiempo histórico de Nicolás y el inicio del segundo tiempo en el cual estamos todavía.

Sin duda alguna, ha sido una gran batalla por la salvación y la continuidad histórica del proceso revolucionario bolivariano. Es importante recordar siempre que este proceso se inició con la acción civil, directa y espontánea del pueblo de Caracas, el 27 de febrero de 1989 con el imborrable Caracazo. Se perdió esa primera batalla; pero, se agigantó la conciencia política colectiva de nuestro pueblo y conmovió y alertó a los soldados patriotas.

En consecuencia, se produjo el segundo hecho histórico: la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, que también fue derrotada por la superioridad de las fuerzas armadas serviles al imperio y al pacto de Punto Fijo, ya en su decadencia, final y definitiva.

Pero surgió el líder que el pueblo no tenía: Hugo Chávez y su imborrable “POR AHORA”, que anunció de manera implícita el advenimiento del cambio revolucionario, por la vía de la victoria electoral en diciembre de 1998, que convierte a Chávez en el nuevo y primer presidente que le pone el punto y final definitivo al nefasto pacto de Punto Fijo: AD-COPEI-FEDECAMARAS-Alto Mando Militar-Alto Clero, aliados y protegidos del imperio norteamericano.

Así nace el actual Sujeto Histórico de nuestro proceso revolucionario, conformado en unidad nacional indestructible por el Pueblo soberano y organizado, el Líder Supremo, la Unidad Cívico-Militar-Policial-Religiosa, la nueva Carta Magna (CRBV), la Democracia Participativa y Protagónica y el Plan de la Patria que contiene íntegramente las líneas estratégicas de nuestro nuevo proyecto de país libre, independiente y soberano, profundamente democrático y socialista bolivariano.

A partir de estos hechos históricos, los enemigos del proceso se plantearon la liquidación física del comandante Chávez, derrotar el proceso bolivariano y rescatar ellos el poder político para barrer y desaparecer las fuerzas del chavismo y de la patria.

En ese nuevo contexto, nada fácil; sino muy difícil y crucial, le tocó a Nicolás Maduro la tarea histórica de asumir la presidencia de Venezuela con lo cual inicia su segundo momento histórico, que se ha mantenido de manera sólida e indestructible frente a las tres ofensivas contrarrevolucionarias, que no podemos perder de vista:

La primera ofensiva viene directamente del decadente imperio yanki con su vieja y perversa doctrina Monroe: “América para los americanos”, para seguir dominando nuestro país.

Pusieron en marcha, su ofensiva estratégica y táctica para la destrucción total de nuestra estructura económica productiva. Tal como lo hicieron, en las empresas petroleras y petroquímica. Muchas de las ramas industriales manufactureras del país, fueron víctimas del boicot financiero internacional, igualmente impuesto desde el Pentágono y la Casa Blanca.

Esa guerra económica no tiene rostros visibles, ni identidad política o militar, ni causas que sean identificables fácilmente.

Se trata del “novedoso sistema” o tipo de guerra que se combina con otras áreas que también entran en crisis, forzadas por los múltiples y silenciosos mecanismos ocultos; pero muy eficaces. Se trata de la “guerra no convencional, multiforme y de cuarta y quinta generación”, muy bien analizada y contrarrestada por el compatriota mártir, el maestro Carlos Lanz.

Esta novedosa forma de guerra imperialista, revela dos dimensiones estratégicas: la primera consiste en evitar la tradicional guerra armada entre ejércitos contrarios, debidamente entrenados, para que no se repitan victorias históricas indestructibles, como la de las guerrillas revolucionarias de Cuba (enero de 1959) y la del ejército sandinista de Nicaragua (julio de 1979). Ya van más de 60 años de estos dos procesos; y el imperio no ha podido ni podrá destruirlos.

De manera que la guerra no convencional, viene a ser un abultado sistema oculto, solapado, casi invisible, para la destrucción de nuestro país. Echarle toda la culpa al gobierno y condicionar al pueblo para una hipotética reacción violenta contra el presidente Nicolas Maduro y todo el proceso de liberación e independencia nacional hasta lograr imponernos de nuevo su hegemonía total sobre Venezuela.

Esta guerra no convencional, que ya hemos derrotado y debilitado, es de naturaleza estratégica porque su objetivo es destruir el país en todas sus partes y dimensiones.

En primer lugar, la guerra contra la estructura económica, para doblegarnos por la precariedad, el hambre, las enfermedades y la muerte.

En tal sentido, vale decir que no ha habido traición interna exitosa porque han sido neutralizadas y el pueblo está ahí, vigilante, alerta y preparado para defender su revolución. Sin embargo, hay mucha deslealtad ética, moral y política, de parte de la gente corrupta infiltrada en el gobierno.

El caso más evidente y desmontado por el propio presidente Nicolás, ha sido el de nuestra empresa petrolera, encabezado por el gran traidor Tarek El Aizami y su banda de 60 corruptos, ladrones, enemigos del pueblo y agentes del imperialismo.

Con este caso, se ha iniciado el proceso de depuración de las instituciones del Estado y del gobierno en todos sus niveles, pues, ya es muy obvio, claro y notorio que la corrupción está mermando la fortaleza del gobierno y del Estado.

Igualmente, desmoralizando a mucha gente combativa y revolucionaria de nuestro pueblo organizado. Los corruptos infiltrados siguen destruyendo de manera encubierta, el bienestar y la esperanza del pueblo.

De acuerdo con las noticias de la prensa, el jefe de esa banda apátrida, huyó al exterior; pero, más de cincuenta (50) integrantes infiltrados, ladrones, traidores, apátridas, están presos. Y buena parte de lo robado, fue recuperado por los órganos de seguridad del Estado, siguiendo las órdenes e instrucciones directas del presidente Nicolás Maduro. Pero, el infiltrado y mafioso mayor, Tarek El Aizami, sigue libre de las rejas donde debe estar.

Con esta acción eficaz y ejemplar, el presidente le dio inicio a la gran batalla interna de la Dignidad contra la perversidad; la eficacia moral y ética del pueblo contra la ineficacia, la inmoralidad y la anti-ética de los corruptos y ladrones enquistados en las viejas estructuras del Estado burgués.

En segundo lugar, los enemigos del pueblo han desarrollado la guerra mediática para confundirnos, dividirnos, desmoralizarnos y empobrecernos moral y éticamente, espiritual y físicamente; hasta llevarnos a la huida, la emigración y la diáspora, llenarnos de falsas verdades, confusiones, ideas y deseos extraños a nuestras culturas, tradiciones y formas de vida.

Hoy podemos decir que esa guerra también la hemos derrotado, pues, nadie puede negar que son miles las y los compatriotas que han regresado, los que están regresando y los que regresarán a la patria amada. El cese de la emigración y el ritmo ascendente del retorno, es ya una derrota de la estrategia destructiva del imperialismo; y de victoria para quienes amamos y defendemos la patria.

En tercer lugar, identificamos la guerra ideológica que nos llena el cerebro de falsas ideas, pensamientos y conductas condicionadas mediáticamente contra la doctrina bolivariana, que sí es nuestro verdadero eje central de la diversidad del pensamiento crítico, dialéctico, liberador, sistémico, nacionalista, antiimperialista, unitario y convivencial de nuestras mejores y múltiples tradiciones.

En cuarto lugar, está la guerra cultural delincuencial para aterrorizarnos y pervertirnos en el consumo y tráfico de drogas, el robo, la criminalidad, el sadismo y demás degradaciones humanas como los abusos sexuales y los placeres inmorales y antiéticos. Igualmente, la guerra diplomática internacional desde el Departamento de Estado de Los Estados Unidos y la nefasta OEA para aislarnos y justificar la intervención militar yanki en nuestro país.

Hoy podemos decir que la guerra imperialista multidimensional, de cuarta y quinta generación, diseñada y puesta en marcha con el propósito de matar al presidente Nicolas Maduro y destruir nuestro proceso histórico de la revolución bolivariana, ha sido derrotada dentro y fuera de nuestras fronteras.

Sin embargo, hay resultados intensos y delicados del proceso de confrontación imperio Vs nación. Podemos decir que nacional e internacionalmente, Estados Unidos está históricamente imposibilitado para invadirnos, bombardearnos y destruirnos.

Hasta ahora, eso es lo real y lo concreto, evidenciado en la reciente confrontación entre el barco militar inglés y nuestras fuerzas de seguridad aérea y marítima en las aguas del mar Caribe en las costas de nuestra Guayana Esequiba.

Pero, las agresiones, ataques y asaltos económicos contra la República, siguen en pie, haciéndonos daños en áreas sensibles como los precios, que suben sin cesar; y los salarios que el gobierno todavía no ha podido indexar.

Es importante reconocer la inmensa gravedad del problema salarial que afecta a toda la población laboral del país, siendo muy grave en el sector público y menos grave en el sector privado.

El presidente Nicolás ha enfrentado este inmenso y gravísimo problema “haciendo de tripas corazones”, como él suele decir, con resultados aún muy débiles; pero, consistentes y esperanzadores.

Por un lado, la masa laboral de las empresas productivas del Estado (petróleo, petroquímica, el complejo hierro minero de Guayana, la nueva agroindustria estatal, los servicios públicos, etc.), ha venido mejorando significativamente sus ingresos y por tanto su estado de bienestar social.

En cambio, la población laboral en las áreas de Educación y Salud, que no somos productores de mercancías que generen plusvalía; sino servidores públicos con derechos constitucionales al bienestar social, estamos todavía en los más bajos niveles salariales, auxiliados por los bonos para resistir los embates criminales de la guerra de los precios.

Igualmente, pero en peores condiciones con ingresos muy debilitados, está la población de pensionados y Jubilados, que ya no generan ni plusvalía ni servicios; sino que necesitan mayor y mejores atenciones y cuidados para la salud y el bienestar general.

En condiciones menos adversas y muchísimo mejores, están los funcionarios de los cinco poderes del Estado (El Ejecutivo Nacional, la Asamblea Nacional, El Tribunal Supremo de Justicia, La Fiscalía General de la República y el Consejo Nacional Electoral), más los Ministerios, las Gobernaciones, los Consejos Legislativos, las Alcaldías, los Concejos Municipales y demás instituciones del Estado.

Comparativamente, este último grupo de asalariados recibe ingresos muy superiores a los demás; pero, también genera problemas de naturaleza administrativa (burocratismo e ineficacia), política (parcialidad y discriminación de sus funciones y servicios), moral (incurren en corrupción, robo, tráfico de influencias y otros delitos), ética (mucha falta e ineficacia en el obrar Bien, dándole campo abierto al Mal).

En términos comparativos, es importante y necesario señalar lo siguiente: Después de la derrota política-militar-ética y moral que nuestro pueblo le propinó a la oposición fascista pitiyanki con el contragolpe del 13 de abril de 2002, el presidente Chávez puso en marcha el proceso de construcción del estado de bienestar social con base en lo establecido en la Carta de la Organización de Naciones Unidas

El imperialismo tiene como objetivo estratégico central, destruir totalmente ese estado de bienestar social que construyó el comandante eterno de la mano con el pueblo y con la estabilización del precio del petróleo que garantizaba el ingreso monetario necesario para construir y sostener ese estado de bienestar del pueblo, por ser un derecho constitucional, inalienable e indestructible.

En tal sentido, hemos tenido que librar una gran batalla contra esos ataques y procedimientos tradicionales como el golpismo, la “protesta de calle”, la insurrección popular, las amenazas, por un lado; y por el otro, la gigantesca y criminal “guerra económica” en tres planos:

Uno, el bloqueo económico productivo (nuestra empresa petrolera CITGO), el bloqueo comercial (las importaciones y exportaciones) y el bloqueo financiero (robo y secuestro de nuestro dinero depositado en sus bancos) y todas las medidas coercitivas que liquidan o restringen la capacidad del Estado venezolano en la administración y uso del dinero propio de la nación para el bienestar social del pueblo.

Dos, la guerra de los precios de todos los productos que lo han hecho inaccesibles para la capacidad adquisitiva del salario de la población trabajadora.

Tres, “la muerte del valor del salario mínimo” que no alcanza ni para tomarse un cafecito en la panadería.

En definitiva, digamos que el periodo de mayor tempestad y calamidades económicas, sociales, políticas, éticas, morales y de la geopolítica internacional, está dando muestras de reducción.

Estamos, ahora, en un nuevo periodo de recuperación económica, rumbo hacia la independencia total de nuestro nuevo modelo económico productivo, sustentado en los 18 motores de todo el sistema socio-productivo de nuestro país. Ese es el gran logro sistémico, estructural e histórico con el cual hoy estamos superando la larga dependencia de la pura renta petrolera a la cual fuimos sometidos estructuralmente por los designios imperiales de Los Estados Unidos.

Este extraordinario logro estratégico de nuestra economía, nos indica que ya no dependeremos únicamente de un solo motor como lo es la renta petrolera; sino que, en lo adelante, disponemos de dieciocho (18) motores productivos activos de nuestro nuevo modelo de desarrollo económico socio-productivo.

 

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Esta es la primera gran victoria estructural, sistémica y estratégica del proceso revolucionario bolivariano de la nueva patria socialista y liberada. Con ella estamos dejando atrás la dependencia social de la renta petrolera e iniciando la nueva era de la auto suficiencia económica total y absolutamente soberana.

He allí la gran gesta heroica e histórica que, como pueblo unido y organizado, estamos librando victoriosamente con base en un proyecto y un ideario propio, libre y soberano, iniciado por el comandante eterno y continuado hoy, bajo la sabia prudencia y la audacia política, táctica y estratégica de nuestro presidente Nicolas Maduro.

Chávez no se murió; Chávez se multiplicó. Chávez eres tú, él, ella, nosotros. Chávez vive y con Nicolás la patria sigue, adelante y firme hacia sus propios horizontes de soberanía, independencia, paz, bienestar, igualdad, justicia, amor y unidad nacional, integra e indestructible, rumbo al socialismo bolivariano del siglo XXI.

 

Christian Farías (La Ventana dialéctica) / Ciudad Valencia